Una Esposa Para El Ceo

A la hora de la comida Heliodoro y Katy se sentaron juntos.

¿Quieres decirme que es lo que está pasando?, ¿por qué Graciela tiene esa actitud?

No lo sé, ¿estás seguro que no se ha dado cuenta de nada?, Katy le regresó la pregunta.

Por supuesto que no, pero hay algo que me inquieta.

Ah, ¿sí?, ¿de qué se trata?

Graciela estaba en mi despacho cuando creyó que ya me había ido, cuando la encaré me dijo que estaba buscando el informe, lo llevaba en sus manos y cuando le pedí que me mostrara las manos se negó diciendo que era el informe que no le había mandado.

Supongo que habrás guardado "eso" en un lugar seguro.

Ese es el problema, no recuerdo donde lo puse, dijo Heliodoro con un temor que no podía ocultar.

¡Eres un imbécil!, dijo ella, pero lo dijo tan fuerte que todas las miradas se dirigieron hacia ellos.

¡Continúen comiendo, no les importa nada de lo que hablamos Heliodoro y yo!, dijo ella enérgicamente.

Todos siguieron en lo suyo. Aunque ya sabían que ahora Graciela era la mano derecha del CEO.

Entre ellos cuchicheaban y se reían de la mala fortuna de Katy.

¿Por qué crees que Katy no se defiende de Graciela?, ¿acaso le tendrá miedo? ¿No que se las daba de muy salsa?, dijo una de las empleadas, que Katy maltrataba más que a ninguna.

Pienso igual que tú, dijo la otra compañera. Le bajaron los humos a esa creída.

Jajajaja, las carcajadas no se hicieron esperar.

Katy las vio con una mirada asesina. ¿Acaso se están riendo de mí?, preguntó.

¿Y por qué tendríamos que reírnos de ti?, la risa es muy natural.

Y siguieron riendo a pesar de Katy que no podía ocultar su enojo.

.

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En el despacho de José Augusto, Graciela hablaba con él.

¿Usted de verdad confía en ese Heliodoro?, preguntó Graciela de manera casual.

¿Qué pasó, Graciela?, hace unos días lo estabas defendiendo, y ahora, ¿dudas de él?

Le ofrezco una disculpa, sé que hablé sin pensar, me dejé guiar por las apariencias.

Disculpas aceptadas, y ahora permíteme invitarte a comer para limar las asperezas, ¿aceptas?

Graciela permaneció callada unos segundos y después le respondió:

Está bien, acepto, pero sin ninguna clase de compromiso, ¿de acuerdo?

Claro que sí, tú no te preocupes. Cambiando de tema, ¿por qué dudas de Heliodoro?

Graciela estuvo tentada a decirle lo que había descubierto, pero se frenó a tiempo, porque no estaba 100% segura de su complicidad con Katy.

No tiene importancia, seguramente no es gran cosa lo que yo siento o pienso.

Entonces tus temores son infundados, mi padre trabajó con él varios años y nunca se quejó de su honestidad y su trabajo. Te aseguro que es muy buen elemento.

Bueno, pues si usted lo dice así debe de ser, con permiso iré a seguir con mi trabajo.

Está bien, pero no se te olvide que cuando salgamos iremos a comer o a cenar dependiendo de la hora.

Graciela no dejaba de pensar en ese papel que demostraba la estafa de Heliodoro. Hubiese deseado no enterarse nunca de eso porque ahora estaba metida en un gran problema. Si no decía la verdad podría interpretarse como que ella era cómplice, pero si decía la verdad corría el riesgo de que nadie le creyera.

Heliodoro estaba en su oficina checando papeles que tenía en el archivo tratando de buscar el papel que se había llevado Graciela, pero de eso no tenía idea.

"¿Dónde podrá estar ese papel?, yo estoy seguro que lo guardé por aquí", se dijo. "¿Lo habrá visto Graciela y se lo llevó?".

Heliodoro no quería preguntarle a Graciela sin ponerse en evidencia, así que la estuvo espiando hasta que la vio sola en el comedor y se acercó.

Hola, ¿estás muy ocupada? Necesito hablar contigo.

Justo en este momento vine a tomar agua, tengo mucho trabajo atrasado.

Solamente será un momento, es necesario que hablemos.

Heliodoro, te recuerdo que tengo una oficina, si quieres hablar conmigo dirígete allí, por favor. Ahorita no te puedo atender.

Graciela salió de la pequeña cocina y no lo dejó hablar.

Pero Heliodoro no pensaba quedarse cruzado de brazos, así que la esperó a la salida y sin que ella se diera cuenta se la llevó.

José Augusto salió en ese preciso momento, pero no vio a Graciela por ningún lado y no se dio cuenta de que ya Heliodoro le había subido al coche.

Pero, ¡¿qué te pasa?!, ¡¿a dónde me llevas?!, ¡para el coche me voy a bajar!, gritaba Graciela.

Lo siento, pero tú y yo tenemos que hablar.

Ya te dije que tengo una oficina. ¿Qué te está pasando, Heliodoro? ¿A qué le temes?

¿Acaso tengo algo que temer?, preguntó él a la defensiva.

Dímelo tú, le dijo ella.

¿Qué te traes entre manos, Graciela?

No sé de qué me estás hablando, lo espetó ella.

No te hagas que la Virgen te habla, tú entraste a mi oficina y te has robado algo muy importante, pero déjame decirte algo, sé dónde vives, conozco a tu familia, a tus padres y a tu hermano. También conozco a Erick, tu exnovio.

Así es que por las buenas me regresas ese papel que te has robado. O tu familia sufrirá las consecuencias.

Ándale, ahora caigo, tú quieres ese papel donde dice que has defraudado a la empresa por muchos millones de pesos y sepa Dios cuánto te habrás robado todo ese tiempo que has trabajado en la empresa.

Eso a ti no te importa, la empresa no es tuya, en cambio, a mí me pertenece por ser sobrino directo del CEO.

Te recuerdo que ahora el CEO es José Augusto. Dime, ¿qué has hecho con todo ese dinero que te has robado?

Ya te dije que esto no es cosa tuya, tú solamente métete en tus asuntos.

Heliodoro, ¿se te olvida que soy la asistente del CEO y puedo despedirte si a mí se me da la gana?

Pronto llegaron a un despoblado y Heliodoro paró el carro.

¿De dónde ha salido tú?, no puede ser que llegues en este momento y seas la asistente del CEO, a menos que entre tú y él haya una relación o algo así, de otra manera no veo cómo puedes estar ocupando el lugar de Katy.

No te permito que me hables así, yo no estoy ocupando el lugar de Katy porque ella era la asistente de don Gael, pero ahora José Augusto es el CEO. Así es que ella a su trabajo y yo al mío. Y entre José Augusto y yo no hay absolutamente, nada, nuestra relación nada más es de trabajo.

Pues si tú lo dices, ahora hablemos de lo que realmente importa ¿dónde tienes ese papel? Necesito que me lo regreses ahora mismo.

¿O qué?, preguntó ella desafiante.

No te atrevas a ponerte conmigo o te pesará.

No me digas, ¿qué piensas hacerme?, ¿me matarás?

No, por el momento, pero te aseguro que no la pasarás nada bien ni tú ni tu familia.

¿Es una amenaza?

Tómalo como quieras, ya estás advertida. Mañana mismo me traerás ese papel o no respondo de lo que te pueda pasar a ti o a tu familia.