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La Raíz De Mi Felicidad

La Raíz De Mi Felicidad

Status: En proceso
Genre:Comedia / Aventura de una noche / Madre soltera / Autosuperación / Reencuentro
Popularitas:2.1k
Nilai: 5
nombre de autor: Naerith Velisse

Briagni Oriacne es una mujer como mucha fuerza mental, llega a un momento de colapso donde su felicidad se ve vista en declive ¿Qué hará para alcanzar la felicidad ?

NovelToon tiene autorización de Naerith Velisse para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

El Padre De Su Hijo

El tiempo continuaba su curso y Briagni se mantenía firme, disciplinada y constante en su trabajo. Había empezado a encontrar de nuevo la belleza en las rutinas y en los logros cotidianos, el aroma del café por las mañanas, una nueva meta cumplida en su carrera, una compra bien pensada para su hogar. Su vida avanzaba con pasos seguros, pero su corazón empezaba a explorar territorios más profundos.

La experiencia reciente con Micaela, el susto, la posibilidad de un embarazo no planeado, la visita al ginecólogo… todo aquello había dejado huellas. No de alarma, sino de reflexión. Ver a su amiga enfrentarse al miedo y a la incertidumbre le hizo preguntarse, por primera vez de forma seria y prolongada: ¿y si ella también… quedara embarazada?

No fue una idea escandalosa, ni una epifanía que la sacudiera de golpe. Fue más bien un pensamiento suave, que se fue colando entre sus silencios y su almohada por las noches. Pensaba en la ternura con la que su madre la crió, en el calor de su hogar, en la dulzura de ver una vida crecer ya fuera en su propio cuerpo e inclusive a su alrededor. Y entonces imaginaba a una pequeña criatura con su misma mirada, o quizás con su sonrisa. Una hija, un hijo. Su bebé.

Sabía lo difícil que podía ser encontrar una pareja comprometida, sincera, amorosa… Había visto muchas decepciones ajenas, había aprendido a desconfiar. Y aunque aún tenía esperanza, la idea de esperar por “el indicado” comenzaba a parecerle cada vez más incierta. ¿Y si no llegaba nunca? ¿Y si su deseo de ser madre superaba esa espera?

Briagni no era una mujer impulsiva, pero sí clara. Comenzó a pensar, sin voz, sin pluma, solo en su mente: que si encontraba a un hombre sano, atractivo, que le diera esa chispa… podría hacerlo. Podría quedar embarazada. Podría criar a su hijo sin tener que rendirle cuentas a nadie. Después de todo, tenía estabilidad, un hogar, y una convicción firme, su amor bastaría.

Era una idea atrevida, quizás ilegal en algunos ojos, quizás cuestionable para otros, y es que claro, podría resultar muy mal, el " hombre " puede llegar a tener alguna enfermedad y la podría llegar a contagiar de por vida, ella estaba al tanto de eso, aunque igual quería correr el riesgo, porque ya lo había pensado podría llegar a quedar embarazada de algún compañero de trabajo, pero entonces tendría que renunciar y ya no tendría tanta sostenibilidad económica así que deshecho esa idea por completo, pero para ella… la idea de quedar embarazada de un hombre que no conocía no sonaba tan descabellada.

Pasaron los meses y Briagni no dejó de trabajar ni un solo día. Se entregaba con disciplina a sus labores, acumulando logros, ahorros y responsabilidades. Se había convertido en una mujer admirada por su constancia, pero con cada día que pasaba, más le pesaba un anhelo suave, silencioso, persistente, el deseo de amar y criar a alguien que naciera de ella. No un amor de pareja, no el idilio de cuentos… De hadas, sino algo más puro, más elemental. Una conexión de sangre, de vida.

Durante todo ese tiempo, Micaela no bajó el ritmo. Fiestas, coqueteos, resacas felices. Cada fin de semana, una historia nueva, una risa nueva… y una nueva invitación.

—¡Vamos!!! , te va a salir moho de tanto que trabajas! —le decía cada Viernes.

Pero Briagni siempre tenía una excusa, un informe que entregar, una reunión inesperada, un cansancio que no le daba tregua.

Hasta que un martes cualquiera, mientras se preparaba para hacer la cena, empezó a revisar su calendario menstrual como lo hacía de vez en cuando, por rutina, notó algo que la hizo quedarse en silencio frente al celular, ese fin de semana, viernes, sábado y domingo, caían justo en sus días más fértiles.

Y entonces, lo pensó, no era una decisión repentina, sino una idea que había venido tomando forma, madurando como una semilla sembrada con cuidado. Si encontraba a alguien… alguien atractivo, alguien que cumpliera con ciertos “requisitos genéticos”, podría finalmente dar ese paso que tanto deseaba. Una familia a su manera. No necesitaba amor romántico. Solo necesitaba un momento. Un encuentro. Y la vida haría lo suyo.

Así que, por primera vez en meses, Briagni le dijo que sí a Micaela.

—Bueno está bien, saldré contigo— en bien ella accedió Micaela se lanzó darle besos, era tanta su emoción, hacia tanto que Briagni no aceptaba salir con ella

—encerio, bueno antes de que cambies de opinión, cuando iremos el viernes, el sábado o quizás el domingo? _ decía esto con su gran humor, aunque fue más grande su sorpresa en el momento en el que Briagni le dijo...

—Saldre contigo... los tres días. Pero me debes comida rica, buena música… y nada de tipos raros.

—Hay!!!! Te amo!! — Micaela brincaba de emoción parecía una niña pequeña a la que recién le daban un dulce

—¡Como si tú fueras de las que se enamora de uno! — rio Briagni y Micaela la correspondio dándole un abrazo.

Así como lo decidió pidió permiso en su trabajo para faltar lo que fue el viernes y el sábado hace tiempo que no pedía un permiso y la empresa no se lo negó.

llegó el viernes fueron a un bar lleno de luces bajas, risas ahogadas en copas de vino y miradas que iban y venían. Briagni lo vio entonces, un hombre de barba delineada, cuerpo definido y una sonrisa pícara. Intercambiaron miradas. Era atractivo, sin duda. Pero no hubo algo más, dejando eso de lado Briagni se disfrutó ese viernes y Micaela no se quedó atras, disfrutaron al máximo llevaban mucho tiempo que eso no pasaba, disfrutaron juntas, de ellas mismas y nada mas.

El sábado lo volvió a ver. Estaba con otro grupo, bailaba con una mujer distinta. Briagni lo observó unos minutos, luego siguió con lo suyo. No sintió esa chispa que esperaba, solo siguió ahí y aunque compartieron miradas y una que otras palabras, Briagni aún no tenía la fuerza suficiente, no sentía ese impulso que la hiciera hacer esa idea tan descabellada, así que solo disfruto, de igual manera ya estaba ahí no podía desperdiciar el día o en este caso la noche.

Pero el domingo… el domingo fue distinto. Salieron tarde, casi de improviso, en sí Briagni, ya se había acobardado, sentía el pánico correr por su cuerpo, se decía a sí misma no voy a ser capaz, no podría acostarme con un hombre del que no conozca nada y ese justo era el detalle, tenía que ser así de una sola noche, así no habría alguien que quisiera hacerse responsable, total el hombre no tendría la culpa porque es justo lo que ella buscaba.

Micaela la arrastró a un sitio más tranquilo, más íntimo. Y allí estaba él. No el del viernes. Otro. Uno completamente diferente. Alto, de piel blanca radiante, ojos azules como el mar que a Briagni le gustaba ver en las mañanas frías. Sus hombros anchos, su espalda firme, sus movimientos… cada uno parecía hablar un idioma antiguo que su cuerpo sí entendía.

Briagni no supo si en algún momento el hombre la miro, pero en sí, en ese momento, ella supo, que si esa noche se cruzaban de nuevo, él sería el padre de su hijo.

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