En esta vida parece que el mundo te protege, pero... eres la única que no sabe lo que pasó en la vida anterior, podrás perdonar o será muy tarde para hacerlo.
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Cap. 6 No fue traición
El sol apenas comenzaba a ascender cuando Jonier decidió aclarar esto y cerró con fuerza la puerta de la habitación tras entrar. El aire se espesó al instante. Las deudas aún no se habían saldado.
—Basta, Elian —la voz del Fénix ya no tenía su tono habitual de calma, sino el filo de una espada desenvainada.
—Más te vale que hagas honor a nuestro plan, en esta vida, ella debe estar a salvo —Jonier dijo con furia, no le va a poner las cosas difíciles, pero tampoco va a permitir que las cosas se salgan de control.
Elian, aun secándose el cabello mojado, dejó escapar un suspiro.
—No fracasaremos. Esta vez será diferente —dijo con los ojos oscuros al recordar, sus manos se cerraron en puños, la fuerza indomable de la culpa lo aprisionaba desde dentro como cadenas invencibles.
Jonier se plantó frente a él, sus ojos verdes brillando con intensidad sobrenatural.
—¿Diferente? ¿Como cuándo la lastimaste en vez de protegerla en su vida pasada y terminó quemada en la hoguera? ¿Como cuándo los Dragónes traicionaron a los Fénix en la Gran Purga? —Jonier gruñía con furia, no se lo perdona, cooperan, pero no lo perdona.
El puño de Elian se cerró hasta que sus nudillos crujieron.
—Sé muy bien que fue mi culpa, sé muy bien que antes también fue culpa de los Dragónes la muerte de tus padres, pero ahora no voy a flaquear, ahora no la voy a dejar sola, no dejaré que nada la lastime. —trataba de explicar, cuando los padres de Dely fueron ejecutados, Elian era un niño, sin embargo, fue algo que los marcó a todos.
—"Y ahora solo haz lo que tengas que hacer, la supervivencia de tu estirpe depende de esto, la de todos, depende de ella… esta vez, no será sacrificada y sabes muy bien por qué." —El vacío que siguió a esas palabras fue más elocuente que cualquier grito. Elian miró por la ventana, donde se veía a Dely discutiendo con los jardineros, sus gestos exagerados delatando su enfado.
—"Ella no lo recuerda, ¿verdad?" —Jonier bajó la voz.
—"No sabe que en su última vida, tú fuiste quien la llevó directamente a la trampa." —la voz del Fénix estaba cargada de dolor, de culpa, de resentimiento, Dely no pudo volver, no pudo renacer, al momento de su muerte, Dely ya no era un Fénix. Su don junto al de muchos, había sido eliminado solo para ser sacrificios, solo como carne de cañón.
*_*
Más tarde, se dirigieron a la torre designada para el clan Brown, allí tenían que cerrar varios tratos, así que las cosas debería ser claras.
La cámara secreta del Clan Brown olía a hierbas quemadas y metal viejo. Las paredes estaban tachonadas con estantes de frascos que contenían líquidos de colores imposibles. En el centro, la Matriarca Brown, una mujer de pelo azabache trenzado con hilos de oro, Cornellà, sostenía un vial de cristal ahumado donde un líquido plateado se arremolinaba solo.
—La Pócima del vacío—susurró, haciendo girar el vial frente a Elian y Jonier—. La misma que tus padres intentaron usar, Fénix —dijo la mujer mirando de reojo al joven Valerian.
Jonier tensó los hombros. Sabía demasiado bien esa historia.
—No fue traición —murmuró, clavando los ojos en el líquido—. Solo querían protegernos —Replicó Jonier aún con un vago recuerdo de esa época, a pesar del intenso dolor.
La Matriarca soltó una risa áspera.
—¿Protegerlos? Los Fénix buscaban erradicar vuestra propia esencia. Eso es herejía para los clanes. —Su mirada se posó en Elian—. Y los Dragónes, como jueces supremos, dictaron sentencia, nadie los juzga, nadie los recrimina, solo los Valerian aún creen que no hicieron algo malo —dijo la mujer con una indiferencia que solo los Brown podían tener.
Flashback (14 años atrás):
Una sala de mármol negro. Los padres de Dely y Jonier arrodillados, esposados con cadenas de hierro estrellado (el único metal que puede contener a un Fénix). Frente a ellos, el Consejo de los Cinco Clanes: Dragónes, Lobos Lunares, Sirenas de Hielo, Titanes de Piedra y Sombras Nocturnas.
—¡No es justicia, es miedo! —gritó Samia Valerian, la reina Fénix, escupiendo sangre—. Queremos que nuestros hijos vivan sin ser cazados como animales —Samira lloraba de indignación, sabía que en algún momento sus hijos serían eliminados por el don de los Fénix, solo quiera salvarlos.
El padre de Elian, el entonces Rey Dragón, levantó su espada ceremonial.
—El fuego en vuestra sangre es un don sagrado. Negarlo es negar a los dioses. Y ustedes fueron sentenciados a muerte por la traición. La hoja cayó. Y los gritos de dos niños, Dely y Jonier, escondidos tras una cortina, ahogaron el sonido del golpe.
—Mamá…, padre… —los niños temblaban de llanto, muy angustia, todo su mundo había desaparecido en un segundo, en un golpe seco, metálico y sangriento.
Presente:
Elian apretó los puñales en su cinturón. Él solo tenía 7 años ese día. Pero recordaba los ojos de Dely, llenos de lágrimas y llamas.
—Por eso necesitamos la pócima ahora —dijo Jonier, rompiendo el silencio—. No para eliminar nuestro fuego… sino para destruir a los Jueces —dijo con cara solemne, esta vez, saldrían victoriosos.
La Matriarca arqueó una ceja.
—¿Y por qué ayudaría yo a repetir la historia? —la anciana dijo con terquedad. Lo sabe. Algo está muy mal.
Fue entonces cuando Shania emergió de las sombras, su vestido de con patrones de Dragónes dorados brillando bajo la luz de los faros. La prometida no deseada.
La hermosa pelirroja miraba a todos como si fueran gusanos, según las normas ella era la prometida oficial del Rey Dragón, pero nada más lejos de la verdad, ¿amor?, nada de eso servía para ella.
—Porque esta vez… —susurró, deslizando un dedo sobre el vial que la Matriarca sostenía.
—Los Dragónes no juzgarán. Solo protegerán —Su mirada se clavó en Elian, desafiante. Ella sabía. Sabía que él amaba a Dely. Sabía que esta pócima era su última esperanza. La esperanza de todos, incluso de ella.
—Hay una condición —gruñó la Matriarca—. Si la Fénix la bebe, no solo perderá su fuego… también borrará sus recuerdos. Todos. Incluyendo… —miró a Elian con crudeza—, los que tenga de ti. Los que tenga de todo esto que está pasando.
El crujido de los nudillos de Elian fue la única respuesta.