Mi Papá, Jefe De La Mafia

Capítulo 6

Aldo Gabellotti había tenido un accidente automovilístico en la carretera, seguía con vida sin embargo estaba gravemente herido. Enzo estaba preocupado por la salud de su hermano, Paolo llegó a Sicilia lo antes posible.

—¿Cómo está mi tío?—

—Muy mal hijo, demasiado. el médico no nos da esperanzas de que sobreviva.—respondió Enzo, al mismo tiempo llegó la madre de Paolo.

—Hijo, me alegra que estés aquí.—decía Sofía la madre de Paolo

—Hola mamá, ¿mi abuela y mi hermana donde están?—

—Están en la capilla, orando por tu tío. Te veo distinto hijo, ¿está todo bien?—

—Mamá estoy enamorado, envié a mi gente para que trajeran a mi lado a mi futura esposa.—

—De verdad hijo, me alegra por ti. Vas a tener tu propia familia, por lo menos uno de mis hijos va ser feliz.—

—No debemos permitir que mi hermana se case con ese hombre, ella es muy joven.—

—Paolo, tu tío y tu padre ya dieron su palabra. Además Elisabetta sabe que es su deber.—

—No estoy de acuerdo, no pueden hacerle eso a mi hermana. Obligarla a estar con alguien que no ama, aún más cuando es muy joven.—

—Eso lo hablaremos en otro momento, aquí no es el lugar.—

—Perdón mamá, es que en verdad me preocupa.—Sofía abrazaba a su hijo reconfortándolo.

Más tarde el médico salió para darles una mala noticia, Aldo Gabellotti había fallecido. Había sido un golpe muy duro para toda la familia, Paolo sabía que de ahora en adelante todo sería diferente para todos ellos. Al día siguiente todos estaban reunidos para darle el último adiós al jefe de la familia Siciliana.

—Paolo, llamaron de Bali.—decía Fabrizio el que era su mejor amigo y su hombre confianza.

—Ya vienen de regreso junto con mi mujer, ¿verdad?.—

—No, ella se fue de Bali con su padre.—

—Porque la dejaron ir, son un montón de ineptos. Lamentablemente no puedo ir por ella ahorita, cuando terminen los funerales de mi tío, viajaremos por mi mujer a Madrid.—

Pero Argelia estaba demasiado dolida, amaba a un hombre que desafortunadamente le había ocultado que era un mafioso, ella no era nadie para juzgarlo. Pero la mentira era lo que realmente le afectaba.

—Arge, no quiero verte triste. No es tan grave, igual es peligroso ese mundo, pero el sigue siendo el hombre que amas.—

—Porque no me lo dijo, así yo decidía si tenía algo que ver con él o no. Las mentiras lo arruinan todo.—

—Pero lo amas, Argelia. Papá no va a permitir que estés con él, la tía Leonora intentó interceder por ti. Pero dijo que antes de que lo avergonzaras acabaría con Paolo. Papá se fue muy temprano tenía que ir a Londres, dijo que volvería mañana.—

—Tayde, necesito verlo.—

—No puedes salir, mi papá te tiene vigilada.—

—ayúdame hermana, cuando me llame le pediré que venga a Madrid para que conversemos, tal vez sea la última vez que lo vea.—

—Está bien yo te ayudaré.—

Argelia tenía a su aliada y mejor amiga, su hermana, también a su tía que siempre defendería su felicidad. En Sicilia estaba toda la familia y conocidos de los Gabellotti durante el funeral de Aldo, cuando de pronto llamaron a Enzo, al parecer lo buscaba alguien con mucha urgencia.

—¿Qué pasa?¿A dónde va mi papá?—

—Lo busca alguien importante en el despacho.—

—Pero estamos en pleno funeral que falta de respeto.—agregaba Paolo.

Enzo fue a atender a la persona que pedía verlo con urgencia, que además había llegado acompañado por el alcalde. Pero al ver a ambos se quedó sin palabras.

—¿En qué puedo ayudarles?—

—Señor Gabellotti, me tome la libertad de guiar al caballero hasta aquí, le urge hablar con usted.—decía el alcalde

—Veo que es un momento difícil, le extiendo mis condolencias, sin embargo no pude esperar ya que no me gusta dejar cabos sueltos. Soy Aníbal Soria, vine a hablar con usted sobre su hijo Paolo y el como se atrevió a seducir a mi hija mayor. Se que no son unos niños, que tienen derecho a decidir sobre sus vidas. Pero desde nuestra posición, no puedo permitir que mi hija se case con un criminal. En la familia Soria y en la de mi difunta esposa siempre hemos sido personas de trabajo honrado, sobre todo legal. Estoy dispuesto a hacer todo lo que esté en mis manos para evitar cualquier relación entre ellos, quiero que hable con su hijo para que lo haga entrar en razón.—

—Como usted bien lo ha dicho, son personas adultas que tienen derecho a decidir, no todos tenemos la oportunidad de hacer dinero legal como usted lo llama, pero le aseguro que Argelia en esta familia siempre será bienvenida y para mí una hija más. No dude que tendrá las mismas comodidades que tiene con usted.—

—Vine buscando algo de cordura, no dudo que tenga una vida cómoda a su lado, después de todo el dinero ilegal es muy abundante. Pero no es lo mismo aparecer en las revistas de sociales por tus logros, que en la prensa por ser un delincuente. Definitivamente no quiero eso para mi hija, ellas son el futuro de grupo Soria. Aleje a su hijo de mi Argelia, porque si no lo hace usaré todo mi poder e influencia para destruirlos.—

—Ha perdido su tiempo viniendo hasta aquí, jamás dejaré a Argelia. Es más en cuanto pueda iré hasta la puerta de su mansión para ir por mi mujer.—interrumpió Paolo

—Si pones un pie en mi hogar, acabaré contigo en ese momento, enfrente de mi hija. Aunque no dudo que lo de ustedes ya haya terminado, Argelia odia las mentiras. El que le hayas ocultado que eres un criminal, es una de ellas. Ahora me voy, me pregunto cómo se verían todos juntos compartiendo la misma celda en una sucia prisión. Después de todo ese es el lugar que les corresponde.—

—Lárguese ahorita mismo de aquí antes de que lo envíe al infierno con mis propias manos.—dijo Paolo muy exaltado, estaba a punto de golpear a Aníbal pero su padre intervino.

Aníbal no les mostraba miedo, como buen hombre negocios tenía la estrategia perfecta para separarlos definitivamente. Sería Argelia quien alejaría por completo a Paolo Gabellotti de sus vidas.