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EN OTRO TIEMPO 2: El Regreso De Ana

EN OTRO TIEMPO 2: El Regreso De Ana

Status: Terminada
Genre:Malentendidos / Reencuentro / Dejar escapar al amor / Amor-odio / Viaje a un mundo de fantasía / Viaje a un juego / Completas
Popularitas:1.1k
Nilai: 5
nombre de autor: Cecilia Ruiz Diaz

En el 2010, dos años después de su receso a su tiempo, Anastasia, lleva una vida muy tranquila. De su casa a la universidad, en dónde daba clases, y de ahí de regreso.
todo se moviliza cuando recibe un sobre proveniente de florida, firmado por su hermana, en tiempo presente. Ana se siente un poco extraña con este hecho, sumado a un accidente, por el cual, vuelve a viajar, Pero está vez a 1989.

NovelToon tiene autorización de Cecilia Ruiz Diaz para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

CAPITULO 5: INTERROGATORIO.

Capítulo 5 – Interrogatorios

A la mañana siguiente, mientras Yoli desayunaba para ir al colegio, Ana acomodaba la habitación, se preparaba y ponía ropa a lavar.

Cuando entró a la cocina, vio a su abuelo mirando televisión mientras tomaba mate, y a su abuela en la mesada, lavando algo.

¿Qué tanto lava esta mujer todo el tiempo? se preguntó.

—Buenos días… —los saludó.

—Buenos días —respondieron al unísono.

—Pero sentate, hija —dijo su abuela—. ¿Querés té o café?

—No, no se preocupe —respondió, y miró a su abuelo. Como no lo conocía mucho, hacía un esfuerzo por acercarse—. ¿Puedo tomar mate con usted?

—¡Por supuesto! —contestó él, cebándole uno.

Ana miró a su abuela.

—Ya arreglé lo que más pude del cuarto y la ropa, pero dígame en qué la ayudo…

—Ay, nena, no te preocupes. Ahora desayuná. Comé bizcochitos.

—Y… —dijo, mirando a su abuelo con cierta admiración—, quería decirles que hoy mismo voy a buscar trabajo para poder pagarles todo lo que hacen por mí…

—Bueno, de todas maneras estamos contentos de que, al fin, Yoli trajera una amiga a casa…

—Igual no te conocemos, nos gustaría preguntarte cosas —terció su abuelo, directo.

—¡Viejo! —lo retó la mujer.

—No, no, es que tiene razón: metieron a una extraña en su casa… pregunte lo que quiera.

—Bueno, ¿qué edad tenés? ¿Tu familia? Cosas así.

Ana sonrió.

—Tengo 23 años…

—¿Y todavía bailás ballet?

Ana pensó un momento.

—Sí… aún bailo —divagó—. Y mis papás murieron cuando yo era niña.

—Oh, querida… —dijo su abuela, tomándole la mano.

—Está bien, señora, ya estoy bien… Pero he trabajado casi toda mi vida. Trabajé en una universidad.

—Ah, sí… ¿y qué hacías?

—Era prof… —se frenó a tiempo—. Era conserje.

—Ah, qué bien.

Ana pensó un momento: tenía que agradarle a esta gente.

—Y hace dos años trabajé en California como asistente en una película de vaqueros…

—Ah, mirá qué bien. ¿Cuál? —preguntó la mujer.

—En Cabalgata a la vida. Leí que está siendo un éxito en cines.

—Ahhh… ¿la que van a venir a grabar acá, no?

—Y… con un trabajo como ese, ¿por qué volviste? —preguntó su abuelo. Ella no sabía qué responder—. Es decir, con la economía de hoy en día… sacaron a un presidente y colocaron a otro este año.

Ana se quedó en silencio.

—Vamos a ver si a este no lo sacan también… —comentó la mujer.

Ana abrió grande los ojos. Sabía muy bien la historia de su país.

—No lo van a sacar en un largo tiempo… —dijo, más para sí que para ellos.

Ambos la miraron.

—¡Esa es la película de la que hablaban! —exclamó el abuelo.

Ana miró rápido la televisión: era Ralf, saliendo de un barrio privado en su auto, dando una nota a periodistas.

—¿Puedo subir el volumen? —preguntó.

—Ahí voy —dijo el hombre, intentando levantarse.

—No, no, voy yo —intervino ella.

Se paró y giró la ruedita del televisor para subir el volumen.

Ralf hablaba sobre lo que se vendría: aún estaban esperando a algunos actores, pero ya estaban listos para comenzar a rodar.

—¿Sabe dónde queda ese lugar? —preguntó al abuelo.

—Ese es un country nuevo… ahí te anoto la dirección —respondió, y Ana sonrió.

Estaba segura: estaba cerca de reencontrarse con su hermana.

Por la tarde, decidió embarcarse sola en la odisea de encontrar dónde vivía. Le pidió un poco de dinero a Yoli y, con la excusa de que iba a buscar trabajo, salió. Tomó dos autobuses y caminó unas veinte cuadras.

Cansada y con dolor en los pies, encontró los portones verdes de hierro que había visto en la nota de Ralf.

Había una cabina con un guardia muy abrigado. Ana se estiraba desde las rejas para ver hacia adentro.

—Disculpe, señorita, ¿la puedo ayudar?

Ana lo miró.

—Hola, sí. Necesitaba hablar con Ralf May… o su esposa.

El guardia la miró con un destello de sospecha.

—¿Quiere ver a la familia May? —preguntó con sarcasmo.

—De verdad, los conozco.

—Claro que sí… —respondió él, con una risita irónica.

—Oiga… no me tome el pelo.

—Usted no me tome el pelo a mí. ¿Quiere que le crea que no es una fan loca? ¿Sabe cuántas han venido con esa idea?

—Pero yo no soy…

—Mejor váyase antes de que llame a la policía.

—Pero escúcheme… —intentó decir Ana.

El hombre entró en la cabina y tomó el teléfono. Ana entendió que no lograría nada y decidió marcharse.

Tras el largo viaje de regreso, llegó a la casa de sus abuelos de noche y desanimada. Tocó la puerta y le abrió su tía.

—¿Y? ¿Cómo te fue? —preguntó Yoli.

—Después te cuento… —dijo, sacándose el abrigo con un mal semblante.

—No muy bien, ¿verdad?

—¡Hija! ¡Vení a poner la mesa! —exclamó su abuela desde la cocina.

Cuando fue a sacar el mantel del cajón para armar la mesa, su mirada se posó en un retrato sobre el modular: eran sus padres, con su hermana y ella, de bebé, sentada en un sofá.

Ana prestó especial atención a la pequeña Val. ¡Cómo la extrañaba! Acarició su imagen con ternura.

No se había percatado de que su abuela se acercaba.

—Él es mi hijo, Carlos, con mi nuera y mis nietas.

Ana la miró con una sonrisa.

—Sí, me dijo Yoli…

—Cuando nos casamos, teníamos 16 y 20 años. Un año después tuvimos a Carlos y luego… nada. Ya creíamos que sería hijo único, cuando, 15 años después, llegó Yoli —contó la mujer—. Viajan mucho. Yo les digo que alguna vez nos dejen a las niñas, pero insisten en viajar todos juntos. Esta foto es de hace un año, del primer cumpleaños de Anastasia.

Ana tuvo que mirar hacia otro lado para que su abuela no viera lo afectada que estaba. De todas maneras, la mujer lo notó.

—Oh, pequeña, ¿qué sucede? —preguntó, tomándole la cara y guiándola hacia ella.

—Nada… me emociona. Me emociona la familia que tiene.

—¿Es por tus padres? ¿Ellos…?

—En un accidente, sí —confesó—. De todas maneras, fue un día largo… No conseguí el trabajo.

—Oh, cariño —dijo la mujer, rodeándola con un brazo—. Ya aparecerá algo. Vamos a comer algo calentito y descansá, que hace frío. —La llevó hasta la cocina.

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Cecilia Lujan Ruiz Diaz
muchas gracias!!! ojalá hayas leído las dos partes!!! me emociona tu opinión 😍😍
Dana Gafe
Hermosa historia ... muy corta ... emocionante .
Cecilia Lujan Ruiz Diaz: hay dos partes, está es la segunda. muchas gracias!! 🙂 😘😘
total 1 replies
Dana Gafe
simplemente ¡fabulosa! está para una película o miniserie.
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