Sharon es una mujer de 24 años, profesional, trabaja en un asilo y le duele ver el abandono de los abuelos. Un día va a una cita para una citologia y resulta embarazada después de un mes, el padre es un mafioso y ella lo enfrenta sin saber quien era.
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UN GRANITO DE ARENA
Cuando comenzó a llover uno de los abuelitos lo primero que hizo fue ir a su habitación a buscar el cuadro de su hija, lo abrazó mientras decía. " aquí estoy hijta, te voy a cuidar mucho como lo hiciste conmigo mi vida". Sharon le dolia ver esa escena, las gotas de agua comenzaron a filtrarse al interior del lugar, ella en en el rincón silencioso de su corazón quería llevárselos a todos a su apartamento, pero sabía que no era posible.
Ella no podía cumplir con ese deseo, deseo o semilla que había plantado en el jardín de su ser, quería que esa semilla germinara de alguna manera, pero sabía que requeria de paciencia y cuidado; deseaba que tuviera el potencial de florecer en algo hermoso, quería transformar sus deseos en realidad, pero sin embargo, sabia que la magia verdadera no solo residia en la obtención de lo que deseaba, sino en el proceso mismo.
Ella sabía que todo tenía que ser paso a paso, ayudaba a algunos abuelos a ubicarse donde no les cayera gotera; no estaba dispuesta a que los abuelos continuaran pasando por esa situación, mentalmente les prometió que era el último día que pasaban por esa situación, ella se iba a encargar que así fuera, estaba dispuesta así le tocara prestar para que los abuelitos estuviera por lo menos con un techo que los guardara al cien por ciento de la lluvia.
Después que terminó de llover ella se acercó al vigilante y le preguntó si conocía a alguien quien pudiera sanar las goteras del techo, el hombre le recomendó un familiar y lo llamó, el hombre confirmó estar desocupado y Sharon le dijo que fuera enseguida. Ella volvió con los abuelos feliz porque estaba a punto de solucionar el problema de las goteras; pero se le presentaba otro.
La enfermera se acercó y le dijo que los paños desechables se estaban acabando, los útiles de aseo, estaban quedando sin nada y los entes encargados no daban solución. Pero eso no le iba a quedar grande a ella, llamó a una vecina que asistía un grupo de la iglesia católica y le comentó la situación, la mujer le dijo que en la tarde se lo hacía saber al sacerdote para que le colaborara informándole a los feligreses.
El que iba a arreglar el techo llegó con todos sus implementos, reviso todo y le dijo que había que cambiar algunas láminas en diferentes partes, ella aceptó, pero no sabía cómo conseguirlas, el hombre llamó y las pidió a domicilio, Sharon hizo la transferencia del dinero.
El hombre tenía un ayudante que quito las tejas dañadas y esperaban las otras para ponerlas, Sharon estaba preocupada porque se imaginaba que los hombres le iban a cobrar más de dos millones de pesos por el trabajo, ella se acercó a ellos y les preguntó cuanto le iba a cobrar; pero lo que ella no sabía era que los hombres se habían dado cuenta de la situación porque habían preguntado ¿quién era ella? Sabian lo mucho que le preocupaba los adultos mayores y todo lo estaba haciendo con dinero de ella, los hombres le sonrieron y uno de ellos le dijo.
■ También queremos poner nuestro granito de arena, le vamos a cobrar 600 por todo, sabemos que no es su obligación y se puso la mano en el corazón para esta noble causa.
SHARON: Gracias por su ayuda, de verdad se los agradezco mucho, me duele ver el abandono de este lugar, de los abuelos.
Los hombres entendieron, cuando llegaron las láminas iniciaron con el trabajo, eran las once de la mañana cuando empezaron, Sharon se sentó en el patio con los abuelos mientras arreglaban el techo del lugar, se puso a pensar como había personas de mal corazón, el administrador del lugar brillaba por su ausencia, solo estaba cuando se acercaba el pago y solucionaba lo que le convenía.
A ella le daba rabia todo, tenía impotencia, pero no quería meterse en problemas con nadie y ninguno denunciaba el mal estado del lugar, porque eso le tocaba al administrador, esa era la razón por la que la alcaldía no prestaba atención a las diligencias de ella, tenía que ser el quién fuera a solucionar los problemas. Él era el responsable de la gestión general de la instalación, incluyendo la supervisión del personal, pero nada de eso le importaba, en ese momento ella se acordó que el administrador era familiar del alcalde, allí entendió todo, que pasaba con los recursos financieros.
En ese momento ella suspiró y deseo que se le presentará una persona de buen corazón que la pudiera ayudar con todo lo que necesitaba para el lugar donde habitaban los adultos mayores. Los hombres terminaron de trabajar a las seis de la tarde, Sharon les cancelo y les agradeció de todo corazón el gesto que habían tenido con ella, más con los abuelos porque era para el bienestar de ellos.
Ese día Sharon se fue a su casa más tranquila, sabía que si llovía los abuelos iban a estar bien, no se iban a mojar. Ella llegó a su casa y a los pocos minutos la vecina tocó a su puerta, cuando abrió se encontró con la mujer, le dijo que le dijo todo al sacerdote y él había dado los anuncios para la colaboración, muchos feligreses habían prometido llevar donaciones al día siguiente a la iglesia, Sharon le agradeció por la ayuda y la vecina le dijo que podía contar con ella, siempre y cuando estuviera a su alcance.
La noticia había puesto feliz a Sharon, sabía que estaba haciendo lo que no le correspondía, pero no lo hacía con mala intención, su intención era buena, era por el bien de los abuelitos, aunque no se lo agradeciera la administración, pero sabía que Dios lo hacía y ella lo hacia de corazón, se sentía bien cuando ayudaba en algo a los abuelitos que se habían ganado su cariño.