En un mundo donde los dioses caminan entre mortales, un pequeño de siete años, que es mucho más de lo que parece, ha encontrado su propósito. Con un corazón puro y un amor inquebrantable, este dios cuida de su amigo, un joven alfa de 18 años marcado por el dolor y el desprecio de su propia madre. A pesar de las sombras que lo persiguen, el joven anhela la felicidad y la libertad que solo el amor puede ofrecer.
El pequeño dios, con su apariencia inocente, es un faro de luz en la vida del alfa, ayudándolo a enfrentar sus traumas y a encontrar la valentía dentro de sí mismo. Juntos, desafían las expectativas del mundo que los rodea, creando un vínculo que trasciende el tiempo y la edad.
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Cap 24: terapia
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Cuando Sergei llegó al lugar, pudo ver al niño sentado en su silla revisando unos papeles.
— Buenas tardes, príncipe.
— Buenas tardes, joven Pablov, pasa.
El chico un poco triste y nervioso pasó a sentarse en el sofá, mientras jugueteaba con sus dedos. Haim con su voz suave y mirada comprensiva, lo observaba atentamente.
—¿Cómo te has sentido esta semana? —preguntó el niño para romper el silencio.
—No lo sé… A veces parece que estoy mejor, y otras veces es como si todo volviera a golpearme— respondió mirando al suelo
—Es normal, la sanación no es lineal…… ¿Hay algo en específico que te haya estado molestando?
El joven alfa tomó un profundo respiro, para sacar eso que llevaba guardado para sí mismo.
—He estado pensando en mi madre… A veces, cuando me siento feliz, me acuerdo de cómo me trataba. La forma en que me hablaba, los golpes, insultos y sus intentos de asesinarme y las heridas causadas a mi prima y mi padre, cuando me defendían.
El pequeño psicólogo se inclinó hacia adelante, interesado, en el relato del joven.
—¿Qué sientes cuando piensas en esos recuerdos?
—Miedo y mucha rabia…. Me siento atrapado entre querer olvidarlo y no querer que me defina— decía mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
—Es comprensible. Esos recuerdos son dolorosos y pueden influir en cómo te sientes ahora. ¿Has tenido la oportunidad de hablar sobre esto con alguien más?
— No, nunca he hablado de esto con mi familia….. No quiero que nadie me vea como un niño débil. Pero me afecta, incluso en mi amistad con mi amiguito.
—Entiendo….. La relación que tuviste con tu madre puede hacer que sientas que no mereces ser feliz o que no puedes mostrarte vulnerable. Pero alejarte de tu amigo puede ser una forma de protegerte, aunque también te aleja de lo que deseas.
—A veces pienso que si me alejo, tal vez no le pase nada malo, como le pasó a Aitana cuando quiso defenderme… —dijo, con evidente tristeza en su tono.
—Eso es una carga pesada para llevar. Tu amigo está lejos de tu madre, deberías charlar con él...... Sergei, puedes permitirte ser feliz y construir una relación sin temor a que se repita el pasado.
—Pero… ¿y si él me ve débil? —preguntó, con la duda reflejada en su rostro y vergüenza ante el niño.
—La vulnerabilidad no es debilidad, es parte del ser humano. Si le explicas cómo te sientes, tal vez pueda entenderte mejor. Eso podría acercarlos más.
—Me gustaría arreglarlo, por eso ya le he pedido disculpas, pero siento que no me perdonó.
—El primer paso es ser honesto. Habla sobre tus sentimientos, no solo con él, sino también contigo mismo. La comunicación puede ayudar a sanar esas heridas.
—Voy a intentarlo. No quiero perderlo. —Su voz era firme, aunque la duda aún brillaba en sus ojos.
—Eso es un gran paso. Recuerda que el proceso de sanación con tu madre también lleva tiempo.
A medida que la sesión continuaba, el joven se sentía un poco más ligero, como si un pequeño peso se hubiera levantado de sus hombros. Sabía que el camino hacia la sanación no sería fácil, pero estaba dispuesto a intentarlo.
— Es todo por hoy….. Estás haciendo un gran trabajo al enfrentar tus sentimientos.
— Gracias por escucharme.
— Es lo que debo hacer como terapeuta.— Respondió mientras acomodaba sus apuntes.
Antes de que el niño saliera del lugar, el joven alfa lo tomó del brazo para detenerlo.
— Haim, y-ya sabes cómo me siento y por qué te traté así, ¿Podrías ser mi amigo especial?
— Sergei, ya te dije que los amigos especiales no existen. Si alguien casad@ te dice que quiere ser tu amigo especial, quiere decir que quiere ser tu concubin@, amante o aventura de una noche.
— ¿Quieres eso al ser mi amigo especial?— preguntó un poco confundido.
— Quiero que seas feliz, que sanes tu corazón y tengas tus sentimientos claros.
— Príncipe, quiero ser amigos, amigos como antes.— liberando feromonas de atracción, mientras su voz dominante se hacía presente.
— No he dejado de ser tu amigo, ya te expliqué. Ambos necesitamos mantener una distancia prudente para no confundir nuestros sentimientos y emociones.
— Entiendo, pero no me gusta que seas tan serio conmigo— con agresividad en su voz.
— Sergei, ¿Ha llegado tu rut?— Analizando el comportamiento del joven.
— Dime Haim, ¿Serás mi amigo especial?— sosteniéndolo de las mejillas.
El niño negando el comportamiento del joven, lo hizo sentar mientras hacía aparecer medicina para controlar al joven.
— No causes problemas innecesarios— inyectandolo en el cuello.
Después de la inyección, el joven cayó desmayado, por lo que Haim tomó su forma adulta para cargarlo hasta el sofá.
— bomboncito, me has impregnado de tus feromonas.— acariciandole el rostro.
Haim se sentó a un lado a esperar que el joven despertara. Un par de horas después, Sergei despertó, sentándose en el sofá, confundido y con dolor de cabeza.
— Ya te has despertado, ¿Cómo te sientes?
El joven miraba a su alrededor, fijando su vista en el niño sentado en la silla del terapeuta. Al recordar que liberó sus feromonas y su voz de mando ante el niño, se asustó y retrocedió en el sofá.
— ¿Cómo te sientes?— acercándose al joven
— Haim, ¿Te hice daño? Y-Yo lo siento….. perdón….. perdón….. no quise hacerlo, perdóname— en extremo asustado.
— Estoy bien, no me hiciste daño, ¿Tú cómo estás? ¿Te sientes bien para regresar a tu dormitorio?— respondió sentándose al lado del alfa.
— Estoy mejor, g-gracias……. ¿De verdad no te lastimé?
— No lo hiciste, te lo aseguro.
— Lo siento, te puse en peligro, no recordaba la fecha de mi rut.— agachando su mirada con temor y tristeza.
— Está bien, debes tomar tus medicinas y no salir de la habitación….. No estés triste, no me hiciste daño, tus feromonas aunque las perciba, no me hacen nada.
— ¿Eres un beta?
— Soy lo que quieres que sea— con ganas de darle un abrazo.
— Perdón.
— No te disculpes tanto, vamos para que descanses en tu habitación.
El alfa asintió para salir del lugar siendo seguido por el niño.
creo que me perdí