Sofía es una joven que ha crecido en la soledad de la orfandad, enfrentándose a una serie de tormentos internos que la han marcado desde su infancia. En su búsqueda de pertenencia y amor, se cruza con Lucius, un enigmático hombre que posee una esencia sombría y que, a lo largo de su vida, jamás ha experimentado la calidez de los sentimientos. A medida que sus caminos se entrelazan, Sofía se enfrenta al desafío de luchar contra la atracción que siente hacia él y las sombras que parecen rodearlo. ¿Podrá encontrar la fuerza necesaria para resistirse a su cautivadora belleza y, al mismo tiempo, desentrañar los misterios de su alma oscura, o sucumbirá a su hechizo, perdiéndose en el abismo de su atracción?
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primer beso y chantaje
Al llegar al destino, Sofía descendió de la carreta descalza, sintiendo la frescura del pasto bajo sus pies mientras Lucius la observaba en silencio.
—No entiendo por qué no quieres que vaya a esa tienda de chocolate —exclamó Sofía, claramente irritada—. Además, todo lo que dijiste es una mentira, nosotros no dormimos juntos. ¡Eso no es verdad!
Te has vuelto loca, exclamó Lucius, mientras seguía a Sofía, visiblemente furioso. Te dije que íbamos a salir juntos para que la gente se diera cuenta de que nuestro matrimonio está bien. Y lo primero que haces es coquetear con el primer tipo que se te cruza, permitiendo que te bese la mano. ¡Por Dios, ponte los zapatos! No puedes andar descalza así. La decepción y el enfado eran evidentes en su tono mientras trataba de hacerla entender la gravedad de la situación.
—No tendríamos que estar fingiendo si no hubieras pasado la noche con esa rubia de la otra vez —exclamó Sofía, llena de ira, mientras subía apresuradamente las escaleras rumbo a su habitación.
—Si fueras diferente, no tendría que recurrir a esto. Además, no puedes andar por el pueblo aceptando las invitaciones de cualquier hombre, y mucho menos con las intenciones que, sin duda, tenía Gorge —respondió Lucius, sujetándola del brazo y presionándola contra la pared, acercándose peligrosamente a ella, pues le parecía muy bella.
—Eres el loco, porque actúas como si estuvieras soltero. ¿Acaso crees que no me di cuenta de que la rubia de la otra noche también estaba en el teatro y que ella te miraba y tú a ella? —dijo Sofía, llena de celos, mientras miraba fijamente a Lucius a los ojos.
—¿Estás celosa, pequeña? Déjame decirte algo: no puedes comportarte como si fueras soltera no en mi presencia, tu eres ahora mía.—respondió Lucius, tomando suavemente la barbilla de ella, mostrando su deseo de besarla.
Y si no quiero que me harás.!_ respondió Sofía con la respiración agitada por tener a lucius tar cerca de ella.
Entonces, de verdad me conocerás en un momento de enfado, gatita, y te prometo que no será algo que te agrade, dijo Lucius, mientras se acercaba a ella y le rodeaba la cintura con sus brazos, atrayéndola hacia él para besarlo.
Sofía se quedó completamente paralizada, incapaz de moverse mientras sentía el roce de los labios de Lucius con los suyos. Su corazón latía con fuerza, como si quisiera salir de su pecho, y Lucius, al sentir la suavidad de los labios de ella, se dio cuenta de la intensidad de aquel instante, pues deseaba arrancarle la ropa a Sofía tan solo de imaginar aquel día en el río.
Lucius sintió una punzada aguda en el pecho que lo llevó a interrumpir el beso que compartía con Sofía. Ambos se miraron, sus respiraciones entrecortadas, evidenciando la tensión del momento.
Sofía, en un arranque de frustración, lo empujó con firmeza y se dio la vuelta para entrar en su habitación, cerrando la puerta tras de sí.
No vuelvas a hacer algo así, le gritó Sofía, su voz temblando por la agitación que la consumía. Tú traes saliva de otras mujeres. ¡Ahora, lárgate de aquí! La irritación en sus palabras se mezclaba con un evidente nerviosismo mientras cruzaba el umbral de su habitación.
Lucius, visiblemente herido por sus palabras, respondió con firmeza: Se te olvida que esta también es mi habitación, y a partir de ahora yo dormiré aquí. De esta manera, las empleadas no tendrán de qué hablar y no correrán chismes. Entro en la habitación lucius para sentarse en la cama, observando cómo Sofía se sonrojaba ante su declaración, una mezcla de sorpresa y confusión en su rostro.
No, tu no dormirás aquí, es más ya no quiero más este matrimonio horrible lleno de mentiras_ dijo Sofía, voltendose para no mirar a lucius.
Claro que sí lo haré, y no puedes hacer nada al respecto, por qué si en un dado caso de que tú y yo nos separamos tu serás la vergüenza de la madre Yolanda quien le dijo a mi madre que tú serías la mejor esposa y no me imagino como la madre se pondrá al enterarse.!_ dijo lucius, desabrochando su camisa blanca.
Sofía no quería decepcionar a la madre Yolanda pues la quería como a una mamá, sabía que está era su oportunidad para buscar algún empleo y después huir.