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La Ley Y La Trampa

La Ley Y La Trampa

Status: En proceso
Genre:Venganza / Matrimonio contratado / Traiciones y engaños / Secuestro y encarcelamiento
Popularitas:1.4k
Nilai: 5
nombre de autor: Iris Analia Martínez

La Ley y la Trampa es una novela que sucede, al mismo tiempo, que la novela Teniente del río Uruguay. Sus conflictivos personajes son Kellian y Noel, junto a nuestra asesina profesional (sicaria) Lady River, quien es un baúl de secretos muy dolorosos.

Portada Original, creación de Dayanna Goyeneche G (autora y gran amiga de aquí en Noveltoon)
Aviso general: obligación de prestar atención: 🚨🚨Novela de mayores de 18 años🚨🚨. Trata temas muy sensibles, violencia gráfica fuerte, trata de personas, clonación, relaciones sexuales y vientres subrogados.

NovelToon tiene autorización de Iris Analia Martínez para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 3 - Las Máscaras Caídas y Los Silencios gritados - Parte II

Parte Soft, del relato Hot que se encuentra en la app naranja, debido a las normativas de Noveltoon: me encuentran como @Iriana46

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—Voy a desnudarte, acariciarte, calentarte y a comer cada pedacito de tu piel, —su voz, era un susurro eróticamente ronco. —Eras muy joven aquella noche, hoy ya no, y puedo hacer con este cuerpo lo que he añorado por mucho tiempo...—ella quiso responderle, pero él puso un dedo en sus labios apretándolos suavemente. —Shhh... no hables, Noel, solo siente este momento de amor.

La sacó de la pared y la llevó hacia la cama Extra King que tenía la suite y la depositó suavemente sobre ella. Ella tomó su cabeza y le besó la boca. Si a eso se le podía llamar besar, más bien diría que le devoró los labios, con un hambre que había crecido gracias a sus masturbaciones y sus sueños, en los que él le hacía el amor en todas las formas posibles. Ella había encontrado en la biblioteca popular un libro sobre el sadomasoquismo y el juego del Dominante y sumiso, y Noel tuvo más de una noche soñándolo como el titiritero de su cuerpo y deseos. Mierda, esto estaba pasando y ella solo quería que él la desnudara y le diera un poco de paz a su cuerpo ardiente.

Los besos y caricias, no pararon, como así tampoco las exigencias y reglas a seguir.

Kellian se incorporó, y tomó su cola de caballo enredando su mano y muñeca, ya que de lo alta, le llegaba hasta unos cm más debajo de los omóplatos. Acercó su cuerpo caliente al suyo que hervía de lujuria, comiendo su boca en un desgarrador beso.

Luego de un momento, alejó su rostro y le dijo

— ¿Eres mía? —Y volvió a preguntar ante el silencio de ella — ¿Eres mía? —Con su voz ronca y sexual exigiendo, una declaración de derechos sobre este cuerpo, mientras besaba su cuello.

— ¿Cómo vos, mío? —Eso lo puso en alerta y él no supo más qué decir. Mientras tiraba de su pelo, los ojos y la voz de Noel exigieron a la vez que le contestara.

Si jugarían a este juego había reglas que cumplir y él debería respetarlas como ella lo haría.

—Respóndeme tú a mí, dímelo... Yo soy la ley —él debía mantener la fuerza y el control, pero se le hacía difícil después de esta puja y más aún, cuando ella estaba jugando duro.

—Y yo soy tu trampa; respóndeme —dijo mientras le acariciaba la verga por sobre el jean con su mano. Si él no era sincero, ella tampoco lo sería.

Kellian vio cómo en sus ojos, la desilusión quería aparecer, pero él no dejaría que sucediera: ya que le daría la mejor noche de su vida y él obtendría el recuerdo más puro en la suya. Maldita sea, este sí sería el más puro.

En ese momento, Noel era muy pequeña con respecto a él, medía metro sesenta y cinco y pesaba no más de sesenta kilos, contra el uno noventa ocho y ciento diez kilos de él.

Esto no hacía nada por refrenarlo y enfriar la calentura que tenía su verga, estaba dura como un mástil, y necesitaba, con urgencia, una caricia que llegó con una declaración de guerra.

Si él era la Ley, ella era la trampa. Kellian no sabía cómo poner los artículos, párrafos y anexos en claro, que tenía esta ardiente situación. Él era un estudiante de abogacía y sabí muy bien en cuántas violaciones incurría, pero no le hacía mella. Ella era una trampa de curvas sinuosas y lujuria resbaladiza y ardiente, que estaba inundando las hojas del libro que se escribía en este momento.

Momentos más tarde, en donde el fuego ardía, él sostuvo el cuerpo de Noel. En sus años de sexo jamás había desvirgado a una mujer y el pecho, si ya era grande, se hizo aún más grande. Kellian no le quitó la mirada de sus ojos y ella tampoco la quitó de los suyos, aunque de estos salieron dos lágrimas y de su boca un grito ahogado y la acción de intentar huir. Él se quedó muy quieto por unos momentos, dejando que su cuerpo se acostumbre a su tamaño y grosor, esperando el tiempo justo para llevarlos a la locura y el delirio, que los dejaría en la Petit Morte.

Mientras sus brazos colapsaron, dejando caer todo su cuerpo en peso sobre ella, él trató de conocer el ritmo de su respiración, porque estaba agonizando por ese orgasmo nunca vivido. Su cuerpo temblaba, sus ojos estaban cerrados y su respiración era agónica; él estaba muerto de placer y su leche parecía no parar de salir de su verga. Era un doloroso y exagerado placer. Como pudo, unos segundos después se volvió a apoyar sobre sus codos, a lo que ella protestó con un murmullo la ausencia de su peso. Y suspiró cuando los restos de su placer dejaron de latir en su estrecha vagina. Ambos se durmieron cuando él se giró de espaldas y la tomó en un brazo y la apoyó contra su pecho, acariciándole la espalda de ella.

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