Cristopher Bustamante, el futuro ceo de todas las empresas se tiene que casar para heredar todo, no importa a quien le haga daño en el proceso solo sabe que es el y solo el futuro ceo
EL DIA DE lA BODA
yo Christopher Bustamante te acepto a ti Samantha marie Morgan como mi esposa par amarte y respetarte hasta que la muerte no SEPARE
yo Samantha Marie Morgan te acepto a ti Christopher Bustamante para amarte y respetarte en la salud la enfermedad en lo arberso y en lo inverso hasta que la muerte no SEPARE.
Samantha piensa “mejor dicho hasta que esté maldito contrato se acabe”.
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Sueño
Samantha se removió en la cama, envuelta en las sábanas mientras la oscuridad de la habitación la rodeaba. Su respiración era tranquila, pero en su mente se desarrollaba un sueño que rápidamente se tornaba demasiado vívido, demasiado real.
Estaba en un cuarto que no reconocía, iluminado por una luz tenue y cálida. Frente a ella, Cristopher la miraba con esa intensidad que siempre lograba estremecerla. Su camisa estaba desabotonada, dejando al descubierto su torso firme, y su mirada oscura la atrapaba, provocándole un escalofrío que nada tenía que ver con el miedo.
—Cristopher:Sabes que eres mía.
—murmuró él, con voz ronca, acercándose con pasos lentos y seguros.
Samantha quiso responder, pero su garganta se secó cuando sintió sus dedos deslizarse suavemente por su brazo, dejando un rastro de fuego a su paso.
—Cristopher:Dime que no quieres esto
—susurró contra su oído, su aliento cálido provocándole un estremecimiento.
Ella cerró los ojos, su cuerpo reaccionando instintivamente a su cercanía. La calidez de sus manos sobre su piel la hizo arquearse en busca de más contacto. Cristopher sonrió contra su cuello antes de deslizar sus labios por su piel, dejando un rastro de besos que la hicieron jadear.
Sus dedos se aferraron a los hombros de él cuando la levantó con facilidad y la recostó sobre la cama. Su peso, su calor... Su cuerpo ardía por él.
—Eres mía, Samantha —repitió con una certeza absoluta en su voz, antes de atrapar sus labios con los suyos en un beso que la consumió por completo.
Un gemido escapó de sus labios cuando él descendió por su cuello, saboreándola, adorándola. Sus manos firmes recorrieron su cuerpo con devoción, arrancándole suspiros que en la vida real jamás le habría permitido escuchar.
—Samantha:Cristopher...
—Su voz salió entrecortada, mientras él continuaba su recorrido por su piel.
Pero justo cuando el fuego estaba por consumirla, un ruido la hizo despertar de golpe.
Samantha abrió los ojos, con la respiración agitada y el cuerpo ardiendo. Miró a su alrededor, desorientada, hasta que la realidad la golpeó. Estaba en su habitación, sola, y todo había sido un sueño.
Llevó su mano a su pecho, sintiendo los latidos acelerados de su corazón. Maldición.
Se sentó en la cama, tratando de recuperar la calma, pero la imagen de Cristopher sobre ella, tocándola, besándola, aún ardía en su mente. Se llevó una mano al rostro, sintiéndose frustrada consigo misma. ¿Por qué su subconsciente le hacía esto?
Lo odiaba... pero su cuerpo aún lo deseaba. Y eso la aterraba.
Intentó sacudir las imágenes de su mente, pero cada vez que cerraba los ojos, podía sentirlo otra vez. Su piel se estremeció con el recuerdo. Se levantó de la cama y caminó hasta el baño, abriendo el grifo para mojarse el rostro con agua fría. El reflejo en el espejo mostraba sus mejillas encendidas, sus labios entreabiertos. Un suspiro tembloroso escapó de su boca.
—Es solo un sueño... sólo un maldito sueño
—se dijo a sí misma en un intento de convencerse.
Regresó a su habitación y se dejó caer en la cama de nuevo, mirando al techo. Mañana sería un día largo. No podía permitirse seguir pensándolo. Pero sabía que, por mucho que lo intentara, Cristopher se había metido en su mente, en su piel, en su sangre. Y no sabía cómo arrancarlo de ahí.
@Genesis Yepes