Isabela está decidida a hacer realidad su sueño americano. Pero estos quedan hechos pedazos cuando, al salir del aeropuerto, es atropellada por el empresario Christopher King.
Al despertar en el hospital y ver a su lado al protagonista de todas sus novelas, piensa que tal vez el accidente hubiera sido una bendición. Pero muy pronto se da cuenta de que, en realidad, aquel que tiene apariencia de héroe posee la personalidad de un villano.
—Casémonos... —es la única palabra que pronuncia el imponente hombre después de que Isabela decidió dejar su orgullo y dignidad a un lado para ir a buscarlo y pedirle el favor de que la salvara de la desgracia que había caído sobre su familia.
—¿Qué carajos crees que soy? ¡¿Qué te hice para que me trates así?! —grita ella, sintiéndose profundamente humillada y la persona más patética del mundo.
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La Historia Detrás
Isabela se siente como una niña pequeña que acaba de ser regañada por hacer una travesura y, al estar un poco más tranquila, en su pecho queda espacio para la vergüenza que comienza a sentir por su reacción.
“Llegué muy predispuesta a que él me traté mal, y luego me tomó por sorpresa con su propuesta… Pero en realidad no le he dado la oportunidad de explicarse.”
—Está bien. —responde Isabela entre dientes y agacha la mirada.
Christopher suspira aliviado y se sienta a su lado, pero conservando una distancia segura.
—Muy bien. No voy a entrar en detalles y trataré de ir al grano.
< Antes de morir, la última voluntad de abuelo era que sus hijos dejaran de trabajar tanto y le dedicaran más tiempo a su familia, por eso los excluyó de heredar su parte de las acciones. Así que todos pensamos que iba a repartirlas en partes iguales entre mi primo Liam y yo. Pero el abuelo y yo somos los únicos que amamos esta compañía por lo que es, por lo que significa y no solo por el dinero que nos genera, así que decidió hacerme su único heredero.>> —¿Y eso qué tiene que ver conmigo? —Isabela lo mira confundida, porque en realidad no entiende nada. —Te dije que me dejes hablar. —Perdón. —Agacha nuevamente la mirada y sigue escuchando. —El problema, Isabela, es que, como condición para reclamar mi herencia, se me exige estar casado antes de cumplir 33 años, cosa que va a pasar en poco más de una semana. Si no lo hago, mi primo va a tomar mi lugar y eso no lo pienso permitir. —Pero… ¿Por qué tu abuelo te exigiría algo así? —Eso no tiene relevancia en este momento. Lo único que me importa es conservar lo que por derecho me he ganado. He trabajado muy duro para llegar a donde estoy y algo tan trivial como el matrimonio no me lo va a impedir. Isabela observa al hombre a su lado como si lo viera por primera vez, y le duele seguir confirmando que durante el tiempo que creyó conocerlo, solo se estaba engañando. “Me enamoré como una tonta de alguien que solo existe en mi cabeza.” —El matrimonio no es algo trivial, yo no creo eso. —dice firme, porque a pesar de las desilusiones amorosas que ha tenido, todavía conserva la esperanza de encontrar a alguien con quien compartir su vida. Un compañero, un amante, un amigo. Alguien que sea el padre de sus hijos y se convierta en su familia. —Hace algún tiempo, los matrimonios siempre fueron mecanismos para hacer negocios. Con el pasar de las décadas fue que las personas lo romantizaron, y eso solo ha servido para hacernos la vida más complicada. “No le quito razón. Los matrimonios arreglados son algo muy común, incluso aún ahora. Muchas personas se casan por interés. No solo económico, también social, personal, o religioso. Pero eso no quiere decir que yo lo acepte. Sea como sea. Casarse implica compartir tu vida con otra persona y ese lugar no se lo puedo dar a cualquiera. Si Christopher fuera el hombre que yo estuve imaginando todo este tiempo, no lo dudaría ni un solo segundo. Diría que sí, por el siempre hecho de que lo conocí en la peor de las circunstancias y él se quedó a mi lado. Eso es lo que se espera de un compañero. Juntos en las buenas y en las malas. Pero todo fue un acto. Un vil show para manipularme, tenerme controlada y que así no lo denunciara… Tal vez esto es parte de su plan…” medita ella mientras escoge muy bien las palabras que va a decir por qué no quiere complicar más la situación. —¿Por qué yo? —Pregunta sin la esperanza de que le diga la verdad. —Ya te lo dije. Tú necesitas el dinero y yo una esposa. —Claro… ¿Y apenas te diste cuenta de esa cláusula en el testamento de tu abuelo? —No. Me enteré hace año y medio. En ese tiempo no fue tan grave porque yo… —Christopher baja la cabeza por primera vez y le resulta imposible disimular que, sea lo que sea que esté pensando, le causa un gran dolor físico y mental—. Tenía a alguien en mi vida. Pero como ya te dije, el amor solo hace las cosas más complicadas. Esa relación no salió bien y hace seis meses me quedé sin prometida. —¿Qué pasó? —Pregunta ella curiosa y preocupada, pero se arrepiente en el mismo momento en que pronuncia las palabras. —No voy a hablar de eso contigo. —responde Chris, escondiéndose nuevamente tras el muro de hielo, y la ventana que abrió durante un breve momento para hablar con ella se cierra con fuerza, dejándola otra vez completamente fuera. “No puedo ni imaginarme qué clase de mujer o situación puedan debilitar a un hombre como Christopher King. Y aunque no me cuente su historia, mi trabajo me ha vuelto una experta en observar. Claro que a veces me equivoco y veo cosas que no existen. Pero ahora estoy segura…” —¿Por ella es que no confías en la gente? —Pregunta sin esperar una respuesta, pero la sorprende al dársela. —Sí. Ambos se quedan en silencio y por primera vez, no es incómodo. Saber un poco más de él hace que Isabela deje de estar tanto a la defensiva y entienda un poco el contexto de lo que ha estado sucediendo en su vida cuando se trata de Christopher. “Él está a roto, y si las cosas pasaron hace solo seis meses, significa que no ha tenido tiempo de sanar. Y puedo comprenderlo, porque estoy pasando por lo mismo. Pero, aun así, eso no le da derecho de tratar a la gente de la forma en como lo hace. Uno no puede ir por la vida poniéndole precio a todo. El dinero es importante, fundamental para poder sobrevivir, pero no lo es todo.” —Y no… ¿No tienes una amiga que te haga el favor? Yo no creo que pueda hacer algo... así. —Isa. Volví a este país solo a buscar una esposa, pero no he tenido tiempo, ya que me he pasado la mayor parte de el, cuidándote en el hospital. —Porque eso era lo que te convenía… —Acepto que mi actitud de anoche te haga pensar eso, y sí, en parte es cierto. Mientras te cuidaba estuve velando por mis intereses personales. Pero quiero que también aceptes algo, yo pude haber pagado para que tuvieras la mejor atención y haber recurrido a muchas formas para que te sitiaras en deuda conmigo, pero no me separé de ti, no importa la razón, me quedé ahí a pesar de que tengo este problema encima y estoy a solo unos cuantos días de perder lo que más me importa
