En un mundo muy distinto al nuestro, en el que los seres humanos se han expandido por toda la galaxia y criaturas extrañas conviven con nosotros, vive Olivia Temple.
Su vida es perfecta, tiene un novio maravilloso y el trabajo que siempre quiso.
Pero una noche todo cambia para ella.
Alberto la deja y Olivia, despechada, se emborracha y pasa la noche con un desconocido.
Unos días después empieza a sentirse mal y, siguiendo un presentimiento, se hace una prueba de embarazo que resulta positiva.
NovelToon tiene autorización de CrisCastillo para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
19
Despierto con un enorme dolor de cabeza.
Intento levantarme para vomitar cuando noto que estoy atada a algo.
Giro mi rostro para ver mejor.
Estoy atada al cabecero de una cama con unas gruesas cuerdas.
Entonces recuerdo.
La llamada de Nick.
El cuerpo de Vicky sin vida en mi bañera.
El olor a vainilla y cigarrillos que he olido miles de veces antes.
Oigo un canturreo desde alguna parte de dónde quiera que estoy y mi cuerpo se pone en alerta.
—¡Estás despierta! — odio su voz—. ¡Qué alegría! Empezaba a preocuparme de que me hubiera pasado con la dosis.
—¿Qué haces Mónica? ¿A qué juegas?
Mónica se gira para mirarme.
Mi compañera de trabajo.
La que creí que era mi amiga.
Mi acosadora personal.
¿Por qué? ¿Qué le hice para merecer esto?
—¿Jugar? Esto no es un juego, querida. Es solo que me cansé de esperar a que te dieras cuenta.
Me tenso ante el "querida".
—¿Darme cuenta de que?
—Diosa, Olivia, estamos solas, puedes dejar de fingir.
Se acerca a mí y me toca el cabello.
No puedo evitar estremecerme.
—¿Es qué no lo sientes? — me susurra en el oído —. Porque yo lo sentí desde el principio.
—¿Sentir qué?
—La electricidad. — menos mal que se ha alejado de mí—. El boom de nuestros corazones latiendo al unísono.
La miré. Está loca.
—Estás loca— dije—. Diosa, estás completamente loca.
Me dio una bofetada.
—Olivia, basta. Ya te he dicho que estoy cansada de fingir.
Me pica la mejilla.
—¿Fuiste tú quien casi me matas en la persecución aquel día?
—Estabas huyendo de mí. No quería asustarte. Lo siento mucho, cariño.
—Las flores, las fotografías...¿Por qué Mónica?
—Las flores fueron un regalo para qué vieras cuanto te aprecio, amor.
En cuanto a las fotos, esperaba que te dieras cuenta.
—¿Cuenta de qué?
¿Por qué busco el racionamiento en una loca?
—De qué se aprovechó de ti, cariño. Estabas triste, borracha, despechada... Nick lo sabía y aún así se aprovechó de ti.
—¿Disparaste tú a Daniel? Sois amigos. Estabas velándole en la sala de espera.
Sé limitó a encogerse de hombros.
—No podía dejar sola a Emily. Y sabía que tarde o temprano aparecerías. Estás obsesionada con el tipo.
Mira quién habla de obsesión.
—Disparaste a Daniel, Mónica. Estará en una silla de ruedas probablemente por el resto de su vida. ¿Por qué?
Mónica suspiró.
—Daniel, Daniel, Daniel esto, Daniel lo otro... Diosa, te tiene bien cogida, ¿eh? — se puso a horcajadas sobre mí —. No es un buen hombre, Olivia. No existen los buenos hombres.
Pataleé en un débil intento de quitármela de encima.
Me sujetó por la cintura.
—¿Te he hablado de mi ex alguna vez, cariño? Se llamaba Thomas.
También era policía, ni idea de si lo sigue siendo. ¿Sabes lo que me hizo?
Me soltó para quitarse la camiseta. No pude evitar mirar la marca en forma de T que estaba estampada en su estómago.
—Dijo que era un regalo. Una marca que mostraba que era digna de estar con alguien. Todavía noto como me quema a veces.
Me tocó el estómago. Me estremecí.
—Pero tú no tienes ninguna marca tan fea en ti. Lo que tienes es maravilloso. Algo que cuidaremos juntas, tú y yo.
Acercó su oído.
—Te marcaría con mi nombre también, pero no quiero hacerle daño al pobre Andy. Por cierto, me gusta mucho el nombre. Buena elección. —
Necesitas ayuda, Mónica. Suéltame, por favor. Olvidaré todo esto si buscas la ayuda que necesitas.
Me miró fijamente con sus ojos marrones. Sentí escalofríos.
—Necesito que sientas, Olivia. Necesito poder tocarte, abrazarte, estar contigo. Estaremos juntas para siempre, amor.
Amor. ¿De verdad creía que lo que sentía se trataba de eso?
—No estás enamorada, Mónica. Estás enferma. — repito.
—¡Deja de decir eso! — por un momento creí que me volvería a pegar—
. Lo sentí desde la primera vez que te vi. Sé que tú también lo sientes, cariño, solo cierra los ojos y déjate llevar.
Sacudí la cabeza.
—Me buscarán, Mónica. Nick sabe del bebé. Me encontrarán. Lo que estás haciendo no merece la pena. No merezco la pena.
—No digas eso— me acarició el rostro. Quise poder morderle la mano—. Eres maravillosa. Desde que me sonreíste en la fiesta lo noté. Diosa, cuánto me costó contenerme para reclamarte esa misma noche. Pero entonces estabas con Alberto. Pobre imbécil, dejó escapar un tesoro.
—Mónica, por favor...
Acercó su rostro al mío.
—Por favor... Me gusta como suenan esas palabras de tus labios. Quiero oírlas entre gemidos de placer.
Sentí miedo entonces.
Nunca había sentido tanto miedo en mi vida.
—¡Mónica, déjame ir! — grité —. ¡Suéltame, por favor!
Mónica suspiró.
—Esto cansa ya. Pasemos a actividades más agradables, ¿de acuerdo?
Entonces hizo lo que temí que hiciera desde el principio. Me besó.