Camila iba caminando bajo la lluvia luego de terminar con su novio. Cuando de repente un auto negro se detiene. La joven abogada sin experiencia terminará enfrentada a un debate de sus emociones tras enamorarse de un hombre que solo le trae dolor. Dos colegas que desean ser el único dueño de su corazón y una mujer que no deja de tomar decisiones apresuradas.
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Tutéame
Capítulo veinticinco
Camila recibió un mensaje de Lisandro, pidió disculpas. Mintió diciendo que debía ir al baño. Ya ahí lo llamó y le preguntó que se suponía que era tan importante.
—Te extraño demasiado y quiero verte —dijo él con la voz apagada.
—¿Podrías tratar de no comportarte como un niño? —le pidió ella, ya que demasiado tenía con sus padres ese día.
Entonces Lisandro le advirtió diciendo que si seguía alejándose de él iba a ir a buscarla y de paso presentarse con sus padres.
—Deja de decir tonterías —dijo Camila, pero él le recordó que no era de los hombres que amenazaba.
—Camila, te extraño. Sé que te fuiste, anoche, pero lo único que logra mantenerme alejado de ti es el trabajo y ya no me queda más por hacer. Incluso leí unos expedientes diez veces. Ya me los sé de memoria —dijo intentando justificar una conducta que claramente era muy inmadura.
Su confesión, extrañamente, le hizo gracia. Al mismo tiempo le dio gusto saber que la extrañaba. Se sentía como una pareja de enamorados, solo que vivían en el anonimato.
—¿Todo bien? —preguntó Ismael a Camila al verla salir del baño de damas.
—Lamento todo esto, pero de verdad debo irme —dijo ella un poco avergonzada.
—No te preocupes. No le diré nada a tus padres —dijo él, lo que fue de gran ayuda para ella.
Finalmente, les dijo a sus padres que debía volver a casa, ya que tenía mucho trabajo pendiente. Ismael la miró, y prosiguió a invitar a los padres de Camila a recorrer la ciudad con él. El padre agradeció la oferta, pero le explicó que debían volver al pueblo.
—Me alegro de que se pudieran conocer —dijo la madre de Camila.
Le encargaron que la cuidara, lo que hizo que ella se avergonzara de sus palabras. Ismael les dijo que de ahora en adelante él la iba a cuidar como si fuera su novia.
Cuando Camila estaba llegando a casa de Lisandro la llamó Ismael, o mejor dicho el Doctor Redondo.
—Hola, Camila. Lamento mucho lo que pasó en el almuerzo. No sabía que eras tu la chica que mi madre quería que conociera —dijo él apenado.
—No se preocupe Doctor Redondo. Perdón por el comportamiento de mis padres —le dijo ella.
—Camila, por favor. Éramos vecinos de la infancia. Ahora ya no puedes seguir llamándome por mi apellido o mi madre me va a matar. Dime Ismael por lo menos —le pidió él.
—Lo siento, siento que si lo hago le estaría faltando el respeto. Usted es mi jefe o mejor dicho el jefe de mi jefe —dijo ella.
—Sobre eso. Sé que solo estás terminando una pasantía, pero me encantaría que decidieras quedarte a trabajar con nosotros, tu desempeño fue impresionante. Y no es por halagar a tu persona, lo digo en serio. Estuvimos a punto de ganar un caso contra tu anterior jefe. El cual al parecer sigue interesado en ti. Ya que me preguntó quién había armado el caso y quedó satisfecho al saber que fuiste tú —dijo orgulloso de Camila.
—Gracias en verdad aprecio la oferta, y aún no estoy segura si voy a quedarme en la ciudad, por lo que le pido que me deje pensarlo —le dijo Camila evadiendo su pedido con cordialidad.
—Está bien. Pero espero que empieces a hablarme de manera menos formal, si no vamos a tener un problema serio —dijo Ismael y se rio.
Camila terminó de hablar y cortó el teléfono, ya que estaba por entrar al departamento de Lisandro. Sabía que iba a molestarse si la escuchaba hablar con un hombre, aunque fuera su jefe.
Apenas entró, él la besó con desesperación. A ella le gustaba su impulsividad. Nunca había estado con un hombre tan intenso. Sin darse cuenta terminaron haciéndolo en la puerta de entrada.
—¿Por qué tardaste tanto? —le preguntó mientras salía del interior de Camila.
—Tienes que dejar de romperme la ropa o vas a terminar por gastarte todo tu dinero en reponerla —le aseguró ella, al levantar lo que quedaba de sus prendas en el suelo.
—No puedo evitarlo. Siento que la ropa está cubriendo ilegalmente, algo que debería estar siempre al desnudo —dijo él a modo de chiste.
—¿Ahora en vez de abogado eres poeta? —preguntó ella porqué le causo gracia.
Finalmente, se fue a duchar mientras él terminaba de preparar la cena. Camila se dio cuenta de que hacía semanas que solo estaba con él y decidió salir con su amiga Laura. Había vuelto de España a visitar a su padre y deseaba saber de ella. Durante la cena le dijo a Lisandro lo que pensaba hacer y él se molestó. Su obsesión porque estuvieran juntos empezaba a preocuparla.
—Voy a salir, te guste o no. Ya que pueden pasar meses hasta que vuelva a ver a mi amiga, por el hecho de que no viene seguido —le dijo y fue lo último que hablaron sobre ese tema.
El lunes en el trabajo, Ismael fue el primero en saludar a Camila.
—Buenos días, Camila —dijo él y ella tuvo que devolverle el saludo.
—Buenos días, Ismael —dijo finalmente avergonzada por llamarlo por su nombre de pila.
—¿De qué me perdí? —dijo Leonel.
—Deja de meterte donde no te llaman —reprendió Ismael a Leonel, y se lo llevó para su oficina.
Al final ella salió de todas formas, pese a lo que le había dicho Lisandro. Laura tenía dos hermosos hijos y se veía fantástica. Cuando se casó con Juan le había enviado una invitación, pero Camila no había podido asistir. Aunque le mandó un regalo.
Su amiga Ana le parecía una persona muy amable y hasta simpática, aunque más conservadora que la loca de Laura.
—No puedo creer que ambas estén en pareja —dijo Camila mientras las veía hablar con otros muchachos en el boliche.
—En pareja, sí, castrada no —dijo Laura riendo.
Camila la estaba pasando muy bien junto a ellas. Hacía tiempo que no se divertía tanto.
—No sé si podría —dijo Camila a los gritos para que la escucharan, ya que la música estaba a todo volumen.
—¿Poder qué? —preguntó Ana.
—Es que salgo con alguien. Él ni siquiera quería que viniera hoy —dijo Camila.
Ana le hizo señas para que fueran lejos de los parlantes.
—Escucha, un hombre no puede decirte que hacer —le explicó Ana, mientras pedía más bebidas.
—Es que es extraño. Me gusta cómo es. Nunca estuve con alguien así —dijo Camila tratando de justificar por qué toleraba a Lisandro.
—Si alguien te ama de verdad, va a querer que seas feliz con, o sin él —le aseguró Ana.
Autora: Osaku
FELICITACIONES PORQUE EDITADA COMPLETA Y ERRORES ORTOGRAFICOS. Un poco repetidos los textos.SE NOTA QUE AUTO CORREGISTE LA NOVELA. Eso es responsabilidad.
VALORO QUE LAS NOVELAS LAS EDITES COMPLETAS. Eso es invaluable y sin errores ortográficos. FELICITACIONES.
Me gustan las novelas románticas.