Morí sin ruido,
sin gloria,
sin despedida.
Y cuando abrí los ojos…
ya no eran míos.
Ahora respiro con un corazón ajeno,
camino con la piel del demonio,
y cargo el nombre que el mundo teme susurrar:
Ryomen Sukuna.
Fui humano.
Ahora soy maldición.
Y mientras el poder ruge dentro de mí como un fuego indomable,
me pregunto:
¿será esta mi condena…
o mi segunda oportunidad?
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CAPÍTULO 23: EL JUEGO DEL SACRIFICIO
La noche envolvía a Tokio con un silencio antinatural. En el interior de una sala subterránea, lejos de miradas indiscretas, Kenjaku se encontraba de pie frente a un enorme altar cubierto de escrituras malditas. Jogo estaba a su lado, con los brazos cruzados y la mirada clavada en los restos de lo que había sido un cuerpo humano. Energía maldita fluctuaba violentamente por toda la sala.
—Todo está listo —murmuró Kenjaku con voz tranquila—. El "Juego del Sacrificio" dará inicio muy pronto. Solo faltan las piezas finales... y ya las tenemos.
—¿Estás seguro de que el mocoso aguantará? —preguntó Jogo—. Ya tiene quince dedos en su interior. Sukuna está cerca… demasiado cerca.
Kenjaku sonrió con esa expresión perturbadora que helaba la sangre de cualquier ser humano.
—Precisamente por eso lo hacemos ahora. Sukuna pronto despertará por completo. Pero antes, Victor debe elegir… o se convierte en el Rey, o en el Peón de este tablero.
Mientras tanto, en la Escuela Técnica de Jujutsu, Victor se encontraba sentado junto a Yuji e Inumaki en la azotea. La brisa movía su cabello mientras observaba el cielo con atención.
Algo lo inquietaba.
—¿Lo sientes? —murmuró.
Yuji lo miró sin entender.
—¿Sentir qué?
Victor se levantó lentamente, frunciendo el ceño.
—La energía… está cambiando. Hay demasiada calma. Es como si alguien estuviera conteniendo la respiración del mundo. Como si algo enorme estuviera a punto de romperse.
En ese momento, una alarma resonó por toda la escuela. Shoko apareció en la azotea, jadeando, con un expediente en la mano.
—¡Victor, Yuji! ¡Kenjaku ha activado algo! No sabemos qué es, pero está ocurriendo en todo Japón. Varias zonas están siendo selladas… igual que Shibuya.
Victor apretó los puños.
—¿Otro incidente?
—Peor —respondió Shoko con gravedad—. Esto… parece un ritual. Un enorme juego de supervivencia. Él lo llama El Juego del Sacrificio.
En las pantallas que aparecieron de la nada en calles, celulares y pantallas públicas, el rostro de Kenjaku emergió con una sonrisa amable, como si estuviera dando un anuncio escolar.
—Ciudadanos de Japón… bienvenidos a un nuevo despertar. Hoy inicia una etapa gloriosa para la humanidad. Aquellos con energía maldita, despierten. Aquellos sin ella… sirvan como combustible. Así se construye una nueva era. Jueguen. Luchen. O mueran.
Victor observó una de esas pantallas desde el patio de la escuela. Su rostro estaba sereno… pero sus ojos ardían.
—Entonces… ahora empieza la verdadera masacre.
—¿Qué vamos a hacer? —preguntó Panda detrás de él.
Victor se giró, mirando a todos los que se habían reunido: Yuji, Maki, Inumaki, Yuta, Todo, hasta Kamo y Kinji Hakari. Todos esperando una decisión.
—Vamos a detenerlo. Vamos a romper este juego —dijo Victor—. Pero antes... necesito recuperar algo que perdí. Mi control total sobre Sukuna.
Y en su interior, Sukuna se reía.
—Intentémoslo, mocoso… veamos hasta dónde puedes llegar sin ser tragado por mí.
Mientras en distintos puntos del país comenzaban a emerger barreras y criaturas malditas, los participantes eran forzados a entrar al juego. Y los hechiceros… al infierno.
El tablero estaba listo. Las piezas ya estaban colocadas.
El Juego del Sacrificio había comenzado.
CAPÍTULO VEINTITRÉS (continuación): LA ESTRATEGIA DE DIVISIÓN
Victor miraba las pantallas que seguían transmitiendo el mensaje de Kenjaku mientras apretaba los dientes. La energía maldita se sentía densa en el aire, como una nube de muerte extendiéndose por todo Tokio.
—No podemos quedarnos quietos —dijo con firmeza—. Si este “juego” ya comenzó, entonces no tenemos tiempo para reaccionar después. Tenemos que actuar ya.
Se giró hacia todos los presentes: Yuji, Maki, Panda, Inumaki, Todo, Yuta, Hakari y otros estudiantes y hechiceros que habían logrado llegar a la escuela a tiempo.
—¿Qué propones, Victor? —preguntó Yuta, serio.
Victor respiró hondo.
—Dividirnos en equipos. Cada equipo tomará una zona distinta de la ciudad. Buscaremos civiles, combatiremos maldiciones y recolectaremos información. Cuanto más cubramos, más posibilidades tendremos de detener a Kenjaku antes de que esto se salga aún más de control.
En ese instante, una figura caminó desde el fondo del pasillo con pasos lentos pero firmes. Su rostro estaba vendado, el cuerpo cubierto por vendas y una chaqueta negra. Maki y Yuji abrieron los ojos al reconocerlo.
—¡Megumi! —exclamó Yuji.
—¿Estás bien? —preguntó Maki, corriendo a su lado.
Megumi Fushiguro asintió con la cabeza.
—Lo suficiente para pelear —dijo con voz áspera—. Escuché lo de los equipos. Es una buena idea, Victor. Pero debemos organizarnos bien… ¿cuántos equipos estás pensando?
Victor lo miró con decisión.
—Cinco equipos. Cinco personas por equipo. Necesitamos equilibrio en cada uno: fuerza bruta, técnica maldita, velocidad, apoyo y estrategia.
Todo levantó la mano, emocionado.
—¡Yo quiero estar con mi hermano Victor! ¡Vamos a reventar maldiciones juntos!
Yuji sonrió. Hakari cruzó los brazos, evaluando el plan con interés.
—No es mala idea. Nos movemos más rápido, y cubrimos más terreno.
—Pero hay que tener cuidado —advirtió Maki—. Kenjaku podría usar esto para separarnos y cazarnos uno por uno.
Victor asintió.
—Por eso iremos comunicados con sellos de transmisión, y si uno de los equipos cae en una trampa, los demás sabremos dónde están. Nadie muere hoy, ¿entendido?
Todos asintieron.
—Entonces es oficial —dijo Yuta, mirando el cielo oscuro—. El contraataque ha comenzado.
Horas después, en el mapa extendido sobre la sala de estrategia de la escuela, los equipos fueron formados:
Equipo 1: Victor, Todo, Yuji, Maki, Panda.
Equipo 2: Yuta, Inumaki, Miwa, Hakari, Shoko (como apoyo).
Equipo 3: Megumi, Kamo, Kirara, Nobara (informada desde otro sector), y un nuevo estudiante con técnica de localización.
Equipo 4: Kinji, Utahime, Mei Mei, Aoi Todo (dividido para rotación táctica), y Kusakabe.
Equipo 5: Hechiceros de grado semi-1 de otras regiones que se habían unido tras el Incidente de Shibuya.
El objetivo: investigar los pilares del Juego del Sacrificio, localizar civiles, derrotar maldiciones, y encontrar el centro de control… o a Kenjaku.
Victor se colocó su abrigo negro. Miró a todos una última vez antes de salir al campo.
—Recuerden esto —dijo con voz firme—. No somos simples jugadores en el tablero de Kenjaku. Nosotros lo vamos a romper.
Y mientras los equipos salían de la escuela en diferentes direcciones, los cielos se oscurecían aún más.
La guerra apenas comenzaba.
CAPÍTULO 23 (continuación): DIVISIÓN ESTRATÉGICA
Victor miró el mapa desplegado sobre la mesa del centro de mando en la escuela de Jujutsu. Los puntos marcados con energía maldita resaltaban como heridas abiertas sobre la ciudad de Tokio.
—Okey —dijo mientras se enderezaba y señalaba el mapa con determinación—. ¿Qué zonas tomará cada equipo?
Todos se acercaron, atentos.
—Equipo 1, con Yuji, Todo, Maki, Panda y yo, tomaremos Shibuya central. —Los ojos de Victor se endurecieron—. Es la zona más densa y con mayor actividad maldita. Sukuna causó estragos aquí… es probable que Kenjaku esté usando ese caos como base. Si hay una trampa, estará ahí, y nosotros la enfrentaremos.
Yuji asintió, apretando los puños.
—Cuenta conmigo.
—Equipo 2 —continuó Victor, mirando a Yuta—. Tú liderarás este grupo. Irán a Shinjuku. Hay una fuerte concentración de energía allí, probablemente maldiciones de grado especial. Necesitamos tu experiencia.
Yuta cruzó los brazos y asintió.
—Entendido.
—Equipo 3, liderado por Megumi, irá a Ikebukuro. Es una zona con grandes estructuras subterráneas, túneles y alcantarillas. Si están ocultando algo, será ahí. Además, Megumi tiene la técnica perfecta para ese tipo de entorno.
Megumi, aún vendado, murmuró:
—De acuerdo. Lo haré.
—Equipo 4, con Hakari, Utahime y Kusakabe, irá a Minato. Es un sector más tranquilo, pero con varias barreras activadas. Puede ser una zona de control o ritual, así que investiguen a fondo.
Hakari sonrió, confiado:
—Ya era hora de volver a la acción.
—Y finalmente, Equipo 5, formado por los refuerzos de otras regiones, irá a Chiyoda. Ahí están las sedes administrativas malditas y algunos puntos clave del flujo energético de la ciudad. Si Kenjaku tiene control sobre la infraestructura maldita, estará ahí.
Victor dio un paso atrás y los miró a todos.
—El objetivo de cada equipo es claro: neutralizar amenazas, proteger civiles, y recolectar información. Si encuentran algo extraño, no lo enfrenten solos. Avisen. Esto no es un juego, aunque Kenjaku lo llame así.
Todo levantó el pulgar.
—¡Sí, hermano Victor! ¡Vamos a patear traseros malditos!
Yuji sonrió con determinación.
—Vamos a arreglar esto. Juntos.
Victor cerró el puño, mirando las marcas en sus manos vendadas. Aún sentía el peso de los pecados de Sukuna, pero no podía detenerse ahora.
—Que empiece la cacería.
Y mientras cada equipo partía hacia su zona, las nubes se arremolinaban sobre Tokio, presagiando que algo grande estaba por suceder.
La guerra por el futuro de los hechiceros… había comenzado.