Tristán Firefly, es un esclavo que fue vendido a sus tres años de edad, siendo tratado de una forma cruel e inhumana. A sus ocho años continúa con esa vida, su único sueño es tener una familia propia con su pareja destinada, pidiendo una señal a su Dios. Encontrándose con ella un día después, pero tienen que separarse. Gracias a ello, vuelve a su vida normal, su amo casi lo mata y lo tira al bosque quitando toda evidencia para no ser acusado de asesinato. Todos los creen muerto ahora y con eso logra ser libre para hacer su nueva vida como quiera.
¿Logrará encontrarse de nuevo con Shahiem y ser felices juntos?
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La condición era esa.
Los saltamontes comían algunas hierbas del bosque, mientras que otros cazaban a los más débiles que se encontraban. Shahiem había sido obligada a seguir transformada en dragón, incluso algunos lagartos le habían adoptado cómo suyo al igual que las aves que le traían frutos rojos, pan o algunas semillas que le obligaban comer. Su estómago no podía soportar ese tipo de alimentación, el guerrero siempre le traían trozos de carne bastante caros y mariscos, el único problema es que todo se echaba a perder, no por el tiempo, sino por su madre que no sabía nada de cocina. Incluso se había enfermado del estómago cuando comió algo que ella había preparado antes de llegar al pueblo. No quería morir tan joven, menos de una manera tan ridículamente asquerosa, realmente no tenía corazón para decirle a su madre lo pésima que era cocinando.
-Hija, ¿Te sientes bien?, te traje una manzana para que te la comas.- dijo algo nerviosa y amigable.
Solo asintió y la tomó con su pata. La mordió una vez, eso fue suficiente para ver qué estaba café por dentro y con gusanos dentro. No aguantó las ganas de vomitar, necesitaba comida de verdad. Llegaron de repente muchas luciérnagas, parecía que todas iban al mismo lugar. Quiso seguirlas, pero no vio abajo, solamente arriba. Cayó gracias a las hojas húmedas y el lodo, se raspó con unas rocas y ramas filosas. Su madre fue por ella cayendo también por la culpa de sus tacones, ahora sabía a quién no le confiaría su vida si estuviera cayendo de un acantilado. Su espalda estaba con algo de sangre, al igual que sus patas traseras y delanteras. Cuando se quiso sentar, notó también que se había raspado el trasero y su cadena estaba algo chueca. Se transformó a humana para hablar con su mamá.
-No puedo creer que un dragón tan poderoso, sea tan frágil cómo el cristal.- dijo sobándose y echando de su saliva a sus heridas.- Arde, arde, arde, arde, arde.- comenzó a dar vueltas de pie y bailar por el dolor.
-¿Necesitas ayuda?, Tengo un botiquín en mis cosas, no tardo mucho.- se puso de pie de inmediato.
-¡NO!.
-Pero estás lastimada...
-No, capaz y me dejas peor de lo que estoy ahora, déjalo así.
Su madre estaba a punto de decirle algo para convencerla, pero algo hizo temblar el bosque. Shahiem se convirtió en dragón para escalar de una forma más rápida un árbol. Pero se arrepintió de ver lo que era, no sabía que era esa cosa tan grande, brillaba demasiado, además de tener seis alas con ojos en ellas. Se le hizo familiar esos ojos, pero era imposible que Tristán fuera esa cosa, era un humano. Unos ojos le miraron desde lejos. Se le congeló la sangre, pudo oír las palabras que decía, pero no alcanzó a ver con quién hablaba. Algo salto desde ahí, no distinguía lo que era, iba a una velocidad y agilidad increíbles. Eso mismo le agarro y le llevó hasta ese gigante con alas brillante.
-Ahora que lo ves, cumple con tu parte.- dijo el guerrero con Shahiem en brazos.
-Dije sin ningún rasguño.- comenzó a reír mientras se agachaba para tomar a su pequeña.- Yo veo que tiene muchas heridas.
-¿Qué?... ¡Yo no le hice nada de eso, tampoco uno de los pueblerinos!.
-No repararé ninguno de los daños que causé, merecen eso y más.
El dragón sintió pena por la gente, realmente lo merecían, pero le debía una al guerrero azul.
- ¡TRISTÁN!, ¿Tú les hiciste ésto?.-
-Así es, pero fue por qué pensé haberte perdido para siempre.- La acercó a él.- Pero todo está bien ahora.
-Si no reparas todo eso...no estaré contigo nunca de los nunca...
Eso era un problema para su ser, ni él o su ser humano podían quedarse sin ella. No perdería su futuro por algo así.
-Escuchen bien lo que debo decir, reparen todo lo que se haya roto, cada rollo cada tronco, Cualquier terreno, ya desecho, una orden por el dueño.- dicho todo eso, el pueblo volvió a su normalidad de siempre al igualmente que él.
Ella le dio un beso en la mejilla, sabía que no era fácil controlar sus instintos, ahora estaba muy débil por haber perdido el control gracias a su ira. El guerrero azul se acercó muy sorprendido al ver de quién se trataba.
-¡¿TRISTÁN?!, pero tú, no, no, no.- respiró y vio de nuevo.- SE SUPONÍA QUE ESTABAS MUERTO, ME DIERON UNA ...-Se detuvo, no podía decir eso, él sabría su identidad.- Quiero decir... ¿No eres el esclavo que mataron unos animales?, oh bueno, esa noticia dieron aquí...
