chicas no me maten, pero necesito publicarla o se me va a ir la idea
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capítulo 23
Al bajar las escaleras, Vivían captó de inmediato la atención de todos los presentes. Vestía un delicado vestido de seda color champán que caía como una segunda piel sobre su figura, realzando su porte natural. Su cabello estaba recogido en un moño bajo, dejando a la vista su cuello esbelto, adornado por un sencillo collar de perlas. No necesitaba más para lucir como la reina de la noche.
Sus hermanos, vestidos con trajes oscuros a juego, dejaron de hablar al verla aparecer. Sergei fue el primero en moverse; caminó hacia ella con una sonrisa que no ocultaba el orgullo que sentía.
—¿Lista, cariño? —preguntó, ofreciéndole su brazo con elegancia.
Ella asintió con una sonrisa suave y colocó su mano sobre la de su hermano Nikolai, tomándose un segundo para absorber la calidez de ese gesto protector.
—Te ves hermosa —dijo su padre, quien se había mantenido en silencio, observándola desde el sofá. Su voz, cargada de emoción contenida, rompió brevemente el aire solemne de la sala.
—Gracias, papá… —respondió con los ojos ligeramente vidriosos.
En ese instante, Vladímir soltó un leve silbido.
—Vamos a tener que mantenerte vigilada toda la noche —bromeó, cruzándose de brazos con fingida seriedad—. No quiero encontrar a ningún idiota respirando cerca de ti.
—Relájate, drama queen —se burló Alek desde la entrada, ajustándose el nudo de la corbata—. Ya estamos lo bastante armados como para intimidar a todo el salón.
Todos rieron, incluso Vladímir, aunque solo fuera con una sacudida leve de cabeza. Esa noche no era una más. Celebraban la inauguración de la nueva sede de las empresas familiares. Aunque la fiesta, en realidad, tenía como objetivo dar a conocer el lazo que ella tenía con su familia, lo que habían revelado a la prensa era que la gala tenía fines exclusivamente comerciales. Buscaban hacer alianzas y hablar de nuevos proyectos con los empresarios más acaudalados de la ciudad.
Nikolai le dio un apretón suave al brazo.
—Vamos, princesa. Esta noche es tuya.
Y juntos cruzaron la puerta principal mientras el resto de la familia los seguía, listos para demostrar que, pase lo que pase, los Vitale siempre caminan juntos.
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El salón de eventos deslumbraba con una decoración sobria pero majestuosa. Cortinas de terciopelo rojo, candelabros colgantes, música suave de cuerdas en vivo y un ejército de camareros deslizándose con precisión. Las luces cálidas resaltaban el logo de la familia Vitale en lo alto del escenario, acompañado del lema: *Tradición, Fuerza y Futuro.*
Los invitados más influyentes de la ciudad ya estaban presentes: políticos, empresarios, diseñadores y periodistas. Pero todo murmullo cesó al ver llegar a la familia anfitriona.
Vivían fue la última en cruzar la puerta, del brazo de Nikolai. Un suspiro colectivo se escuchó en la sala. Nadie tenía dudas: era la joya de la noche. Su presencia imponía respeto, belleza y carácter. Más de una mirada se giró hacia ella con asombro y curiosidad.
—¿No es esa la hija del viejo Vitale? Nunca había aparecido en público con ellos... —murmuró una periodista a su acompañante.
Los rumores eran inevitables, y eso formaba parte del plan. Poco a poco, la verdad iría saliendo a la luz, pero por ahora todos debían quedarse con una única imagen: *la heredera Vitale había llegado.*
Mientras los hermanos se dispersaban saludando a conocidos y cerrando tratos con sonrisas calculadas, ella se mantuvo junto a Nikolai, respirando hondo para contener la ansiedad. Esa era su noche, sí… pero también el inicio de una nueva vida.
—¿Quieres un trago antes de que empiecen a pedir discursos? —preguntó él en voz baja.
—Solo si es fuerte —respondió con una sonrisa tensa.
Ambos rieron, pero la mirada de Vivían se desvió hacia una figura entre la multitud: Mark Lauren, acompañado de su abuelo, de rostro adusto. Al parecer, no todos los invitados eran bienvenidos.
Luego de que Nikolai se alejara, su mirada se cruzó con la del señor Francisco. Dudó un segundo, pero por respeto decidió acercarse.
—Señor Lauren —saludó con voz serena, inclinando levemente la cabeza.
Él asintió, correspondiendo el gesto con expresión neutra. Pero antes de que pudiera responder, una voz cargada de veneno suave interrumpió la atmósfera.
—Hola, hermana. Gracias por la invitación.
Camila apareció de la nada, enganchada al brazo de Mark, como si hubiera estado esperando el momento perfecto para hacer su entrada. Lucía radiante y segura, pero la rigidez en sus nudillos al sujetarlo delataba incomodidad.
El señor Francisco frunció el ceño al verla. Había insistido en no llevarla, pero Mark la había traído de todos modos.
Vivían mantuvo la compostura, reconociendo de inmediato la intención tras esa escena. Ambos estaban allí para provocarla.
—Disfruten de la fiesta —respondió con una sonrisa impecable—. Mi familia se ha esforzado para que todo esté perfecto.
Mark no podía apartar los ojos de ella. Siempre había sido hermosa, pero ahora había algo más en su porte… esa seguridad la hacía ver aún más atractiva. Camila, al notarlo, apretó los labios y comentó con fingida inocencia:
—Creí que vendrías acompañada, hermana...
Justo en ese instante, Andrei apareció. Le rodeó la cintura con naturalidad y, extendiéndole una copa de champán, dijo con voz cálida:
—Perdona, cariño… no veía al mesero.
Dos de los tres presentes se tensaron de inmediato. Andrei, como si apenas reparara en su presencia, miró al señor Francisco y le extendió la mano con cortesía.
—Una disculpa por la interrupción. Mi nombre es Andrei Ivanov.
Francisco lo reconoció al instante, al igual que había hecho con Sergei. Camila, en cambio, tembló ligeramente al ver al hermano del hombre que había arruinado su vida, aunque intentó disimularlo.
Mark frunció el ceño, la mandíbula apretada con furia apenas contenida… y entonces lo vio venir.
Nikolai.
El mayor de los Vitale avanzaba con paso firme, irradiando autoridad. Al llegar, besó la mejilla de su hermana y le ofreció otra copa.
—Toma, princesa, tu bebida… Vaya sorpresa encontrarlo aquí, señor Lauren.
—Lo mismo digo, señor —respondió Mark, sin disimular su molestia.
—Bueno —replicó Nikolai con una media sonrisa—, se vería raro dar una fiesta sin presentarme a ella.
Luego miró a su hermana.
—Papá te está buscando.
—Está bien. —Ella miró a Francisco con cortesía—. Disculpe, señor. Debo irme.
—Lo haré, hija… aunque me gustaría hablar contigo cuando tengas un momento.
Asintió y, sin agregar más, se marchó hacia donde estaba su familia.
Andrei y Nikolai se quedaron frente a los Lauren. Fue el mayor quien habló primero.
—Señor Francisco, quiero disculparme con usted.
Tanto Mark como su abuelo lo miraron, sorprendidos. Pero Nikolai continuó:
—Mi hermana nos contó de su relación, y créame, no es nuestra intención hacerle daño. Lamentablemente, usted es daño colateral.
Francisco mantuvo el rostro serio, sin mostrar emoción. Mark, en cambio, ya no pudo contener su ira.
—¿Te disculpas después de todo lo que tu familia está haciendo para hundir mi empresa?
—Sí —respondió Nikolai con frialdad calculada—. Y esto se acabaría pronto si tú dejaras tu puesto. De hecho, podríamos ayudar a que L-Motors vuelva a tener su momento de gloria… pero solo si tú no estás en la empresa. Mi padre quiere que entiendas algo: con mi familia, nadie se mete. No debiste tocar a mi hermano… y mucho menos insultar o dañar a mi hermana.
Andrei, que hasta entonces se había mantenido en silencio, dio un paso al frente.
—¿Cómo? ¿Qué fue lo que hizo?
Nikolai colocó una mano firme sobre su hombro, tratando de contenerlo.
—Tranquilo, hermano. No vale la pena...
—¿Acabas de decir que insultó a tu hermana y me pides que me calme?
—Hablaremos de eso luego… Pero sí. Puedes creer que insinuó que Vivían tenía una aventura con Alek y Vladímir al mismo tiempo. Lo que el señor Lauren no sabía… es que ellos son sus hermanos.
Francisco, que desconocía ese pequeño detalle, miró a Mark, quien mantenía una expresión desafiante.
Andrei, en cambio, sintió cómo la furia le nublaba la mirada y habló con voz helada:
—Señor Lauren, le aconsejo meterse en lo que le compete, como por ejemplo, la mujer que tiene colgando del brazo… ¿acaso conoce bien a Katherine?
Mark miró a Camila, y esta, pese a sus intentos por mantener la compostura, comenzó a temblar.
—Mi nombre es...
—Camila Valencia, lo sé, al igual que mi hermano… te agradará saber que él viene hacia aquí. En cuanto supo que su… chica favorita estaba en la fiesta, dejó todo para venir a buscarte.
—¿De qué está hablando, Camila?
—Yo… debo irme...
—Ve tranquila, querida. Sabes que no podrás esconderte esta vez —dijo Andrei con una sonrisa espeluznante—. Una cosa más… Micael quiere que sepas que mientras más tarde te encuentre, más duro será tu castigo… y sabes lo que eso significa.
Es el famoso libre albedrío, del que todos ante una disyuntiva echamos manos ✋ y optamos por algo en entredicho 👍🏻🙌
Y tampoco ha habido acción 🤷 de él hacia Camila, para que descubran la joyita que es 🤨😵🤯