La historia de Mireya: "Me ha tocado trabajar por cosas que los demás dan por sentado. Soy joven, pero estoy segura de que soy capaz de cualquier cosa". El recurrente encuentro con Lex, un hombre mayor, en el club donde atendía; ponen su mundo de cabeza. -Del universo de DAÑADO (comic)
NovelToon tiene autorización de NekoRisu para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
23 - Meseta
Dormí una siesta eterna y casi se me pasa la hora para llegar a tiempo al trabajo. Me maquillé un poco para ocultar mis ojos que se hinchaba inmediatamente al llorar. Me dirigí, sin ganas de trabajar, al Club de Anfitrionas y me puse mi uniforme con desgano, tironeando la falda hacia abajo para intentar tapar un poco más de mí. La sonrisa laboral se atrevió a rehusar aparecer, "vamos, idiota, cambia esa cara o el supervisor te va a regañar".
Pensar que Conner estaba enojado conmigo por nada y que se estaba divirtiendo con mis amigos mientras yo tenía que cumplir con responsabilidades de las cuales no podía escapar, me hacía sentir frustrada. Si hubiera sido por mí, me hubiera ido a casa a seguir durmiendo y olvidarme de toda esta loca vida.
"Conner está exagerando, no tiene idea lo mucho que me cuesta resistirme a Lex", me retracté inmediatamente de ese pensamiento superficial y vano. Si Conner supiera cuánto me gusta Lex, definitivamente terminaría conmigo... Las razones por las que me había alejado de este último solo eran lógicas y por conveniencia porque definitivamente me revolvía las hormonas. "No es que esté jugando con Conner..." reflexioné. "Adoro a Conner, me encanta estar con él, me puedo proyectar con él y para proteger nuestra relación había decidido alejarme de Lex"...
—Ey, Mireya, cambia esa cara larga —Emilia interrumpió mis pensamientos—. Volvió tu príncipe azul —me dijo en voz baja mientras hacía un gesto para que viera la mesa desde la cual me llamaban.
"Lo que me faltaba, voy a tener que aparentar ante Lex." Estiré mi cara con mis manos y esbocé una horrible y falsa sonrisa con la que me dirigí a mi objetivo.
—Buenas tardes, un gusto verlos de nuevo, esta vez con mi mejor cliente de regreso: Lex —intenté decir animadamente. Los hombres gritaron mi nombre y me hicieron un espacio junto al rubio y desaparecido hombre de negocios que tantos problemas me ha causado, pero que me reconfortaba volver a ver en el Club. Sin él se me hacía aburrido el trabajo.
—¿Estás bien? —me preguntó.
—Obvio —le dije frunciendo mi nariz en una forzada sonrisa.
—Se te ve de maravilla —me insultó con sarcasmo. Lo quedé mirando como aguantando palabras que iban unidas a llanto. Abrí la boca para comentarle mientras los ojos se me llenaban de lágrimas—. Puedes contarme luego —me acercó un papel con un número el cual asumí que era su teléfono.
—¿No va a tener problemas si nos hablamos? —fijé mi vista en el papel. Dudaba si debía aceptarlo.
—Lo mismo digo. Imagino que el señorito celoso te tiene así de triste.
—Ay... Es... complicado. Le dije que me habías ayudado anoche y... no sé si sea correcto aceptar tu número —insistió acercándolo un poco más a mí.
—Recomiendo que lo guardes... en caso de emergencia, nunca se sabe. Sin dobles intenciones —arremangó su camisa y me mostró sus manos intentando decirme que no ocultaba nada.
La verdad es que me sentía sola. Hablar con él de vez en cuando y tener a alguien a quien recurrir no haría daño. Tomé el papel y lo guardé en mi sostén.
—Oh, wow —abrió los ojos que se quedaron pegados en mi escote que había quedado al descubierto al soltarse un botón.
—No tengo bolsillos —aclaré—. ¡No me mires así! Creo que ya has visto bastante de mí antes.
—No lo suficiente —murmuró, pero lo oí claramente.
Me quedé helada mientras él se giraba a platicarle algo a su compañero del lado como si nada. Me di cuenta que ya estaba más relajada y podía sonreír con mayor naturalidad. Lex me volvió a mirar y me sonrió levemente. Le sonreí de vuelta en forma de agradecimiento por haberme hecho sentir mejor.
Me gustaba demasiado estar con él. ¿Por qué le gustaría una chiquilla como yo? ¿Solo sería un capricho de hombre aburrido de su cotidianidad? Tenía deseos de conocerlo más.
En medio de mis pensamientos me quedé embobada mirando gente que pasaba por fuera del local. Qué genial un viernes en la noche, llena de posibilidades, aventuras y diversión, sensaciones que yo no podía experimentar. De pronto, en medio de los caminantes exteriores vi a Conner detenido. Estaba mirándome fijamente, serio y meditabundo. Le sonreí nerviosa, pero no se inmutó. Dirigió una mirada de odio rápida a Lex. "Claro, aquí me ve pasando tiempo con el hombre a quien detesta". Y de pronto me miró a los ojos: dolido, angustiado, enojado. Intenté hacerle un gesto encogiéndome de hombros, como quitándome responsabilidad. Se dio media vuelta y desapareció entre el gentío.
**********************
La noche pasó lenta. No podía quitarme la mirada de Conner de la cabeza. Estuve torpe en mis comentarios, pero los hombres ya estaban ebrios y no les importaba mucho más mi aporte en la mesa. Comencé a recoger su loza sucia. Mi horario de salida se acercaba y no sabía si ir a la fiesta de los baristas. Estaba bastante cansada y desganada. Me despedí fríamente de Lex, no debía ni quería coquetearle.
—Buenas noches, señores. Gracias por su preferencia conmigo y sus propinas. Recogí el sobre con dinero que me dejaron en la mesa para retirarme.
—Buenas noches, hermosa —me dijo el rubio y guapo hombre que tanto me gustaba.
—No sea lisonjero, por favor, señor Lex.
—Estoy un poco bebido, pero sobrio me pareces más bella, la verdad.
—Lo tomaré como un cumplido.
—¿Te molestaría que intentara quitar al chiquillo de tu novio del camino? —noté tonos de burla en su pregunta.
—¿Qué podría tener usted contra él?
—Está haciendo uso de algo que quiero.
—Retiro lo anterior como cumplido después de tamaña muestra de cosificación.
—Mireya, puedo cazarte como una presa.
—Y así se acaba la conversación, usted bebió de más —nos reímos. Me di cuenta que un leve temblor se dispersó por mi cuerpo. La idea de ser cazada me había emocionado de un modo retorcido. De pronto se puso serio.
—Voy a seguir viniendo a verte. Quizás durante la primera hora de tu turno. Estoy bebiendo demasiado y me gustaría conversar apropiadamente contigo, a solas.
—Me parece maravilloso —mi corazón se sintió lleno de pronto. La idea de poder conocernos mejor, hablar en privado, mostrarle mis nuevas habilidades para preparar café.
Nos despedimos y con ánimo renovado me dispuse a asistir al encuentro de Conner.