Tras ser brutalmente traicionada por Sebastián Montenegro, el hombre que le prometió un futuro, Aithana Rojas decide que la venganza es el único camino. Bajo el velo de la misteriosa y seductora "Lady Midnight", se infiltra en el exclusivo mundo de la alta sociedad, un lugar donde las apariencias lo son todo y las máscaras ocultan las verdaderas intenciones. Su plan es simple: destruir a Sebastián en su propio terreno.
Pero el destino tiene otros planes. En medio de sus intrigas, Aithana capta la atención de Lorenzo Montenegro, el hermano mayor de Sebastián, un hombre tan imponente como calculador. Atrapada entre su sed de justicia y la inesperada atracción que siente por el "enemigo" de su enemigo, Aithana deberá navegar un peligroso juego de poder, seducción y secretos. ¿Podrá Lady Midnight mantener su antifaz y ejecutar su venganza? ¿o el brillo de Lorenzo la deslumbrará hasta el punto de perderse en sí misma?
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Confrontacion
En el puente, Lorenzo y Aithana compartían un beso, sumidos en su propio mundo. La conexión entre ellos era innegable, un momento de intimidad que prometía más. Sin embargo, la calma se rompió cuando la mirada de Aithana se desvió hacia el otro extremo del puente. Su rostro se contrajo, en una mezcla de coraje y resentimiento apoderándose de ella al reconocer a Sebastián.
Sebastián se acercó, la rabia bullendo en su interior al ver a su hermano mayor con la mujer que él había estado buscando hace un momento. La sorpresa y la ira se mezclaban en su expresión mientras observaba la escena, preguntándose cómo se conocían.
Lorenzo, sintiendo el cambio en Aithana, se separó de ella. Su curiosidad se agudizó al notar la dirección de su mirada. Siguió su rastro hasta encontrar a Sebastián.
Una serie de preguntas comenzaron a formarse en su mente: ¿Por qué Sebastián estaba allí y porque aithana reacciona de esa manera?
Sebastián avanzó, con su voz cargada de ira. —¡Qué significa esto, Aithana!— exclamó, con su mirada fija en ella, ignorando por completo la presencia de Lorenzo. —Te estaba buscando. ¿Qué haces con él?—
—No es de tu incumbencia, Sebastián— respondió. —No tienes derecho a exigirme nada. ¿Qué quieres?—
Lorenzo, al ver la confrontación entre su hermano menor y Aithana, no pudo más con la intriga. Se interpuso ligeramente entre ellos, su confusión es evidente. —¿Sebastián? ¿Qué está pasando aquí?— preguntó. —¿Por qué le hablas así a Aithana? ¿Ustedes de donde se conocen?— Las preguntas flotaba en el aire, esperando una respuesta que desentrañara el misterio que los rodeaba.
El aire en el puente vibraba con una tensión apenas contenida. Lorenzo, con el ceño fruncido, observaba la interacción entre su hermano menor, Sebastián, y Aithana.
La familiaridad con la que Sebastián se dirigía a ella, cargada de una ira que Lorenzo no comprendía, le resultaba extraña y perturbadora. Aithana, por su parte, mantenía una fachada de frialdad, sus ojos brillaban con una mezcla de resentimiento y una chispa de algo más profundo que Lorenzo no lograba descifrar.
Sebastián soltó una risa seca, desprovista de humor. —La pregunta debería ser el más bien para ti Lorenzo, ¿Que haces aquí tú con ella?— espetó, con su mirada fija en Aithana. —¿De dónde conoces a mi hermano?—
Al sentir la atención a Aithana no le quedó más remedio que fingir.
Aithana dio un paso al frente, interponiéndose entre los hermanos. —No se dé que hablas. Yo no sabía que él es tu hermano— dijo nerviosa. —Y si lo es. Lo que yo haga con mi vida no es de tu incumbencia—
—¡Claro que lo es, maldita sea!— grita Sebastián con las manos en puños.
Lorenzo, sintiendo la escalada de la tensión, se colocó instintivamente frente a Aithana. —Alto ahí— dijo, interponiéndose entre ellos. —Si vas a hablarle así, tendrás que pasar por encima de mí— Una determinación férrea se apoderó de él, un instinto protector que lo impulsaba a defender a Aithana de la hostilidad de su propio hermano.
Sebastián lo miró con una mezcla de incredulidad y desprecio. —Tú no entiendes nada, Lorenzo. Ella es una manipuladora. Te va a usar y te va a desechar, igual que hizo conmigo— Las palabras salieron disparadas, cargadas de una amargura que heló la sangre de Lorenzo.
—¡Cállate!— gritó Aithana, su voz está temblando de rabia. —Tú eres el que me manipuló, Sebastián. Tú eres el que me hizo daño. ¡Y ahora vienes aquí a hacerme absurdos reclamos!—
Una ola de confusión inundó a Lorenzo. ¿Manipuladora? ¿Daño? Las acusaciones volaban de un lado a otro, tejiendo una red de resentimiento y traición que él no podía desentrañar.
Miró a Aithana, buscando una explicación en sus ojos, pero solo encontró una profunda tristeza mezclada con una determinación inquebrantable.
Justo en ese momento, un sonido rompió la tensión, unos pasos apresurados.
Lorenzo y Aithana se giraron para ver a Valeria y Javier emergiendo de la oscuridad. Valeria, tenía el rostro preocupado, mientras que Javier, lucía tan desconcertado como lorenzo.
—¡Aithana! ¡Lorenzo! ¿Qué está pasando?— exclamó Javier, acercándose rápidamente.
La mirada de Valeria se posó en Sebastián, una chispa de reconocimiento y desagrado cruzó sus facciones.
Javier, al ver a su mejor amigo en medio de una discusión acalorada con Sebastián lo hizo fruncir el ceño.
—¿Que haces aquí Sebastián?— preguntó, teñido de confusión.
Valeria se colocó al lado de Aithana, ofreciéndole un apoyo silencioso. —Sebastián, déjala en paz— dijo. —No tienes derecho a tratarla así—
Sebastián la fulminó con la mirada. —Tú tampoco te metas, Valeria. Esto no es asunto tuyo—
—Cuando se trata de Aithana, todo es asunto mío— replicó ella, con su determinación inquebrantable.
Javier con una calma que contrastaba con la furia de Sebastián, se acercó y tomó del brazo. —Ven, Sebastián, acompañame por favor—
Sebastián se revolvió, pero la firmeza en la mirada de Javier lo detuvo. Vio la determinación en los ojos de Lorenzo, quien seguía protegiendo a Aithana, y con la lealtad inquebrantable de Valeria hacia su amiga. Sintió que la situación se le escapaba de las manos.
—Esto no ha terminado— espetó Sebastián, con su voz cargada de amenaza. Lanzó una última mirada a Aithana, una mirada que prometía un futuro enfrentamiento. —Te buscaré después, Aithana. Y entonces hablaremos— Con eso, se dejó llevar por Javier, quien lo condujo fuera del puente, dejando tras de sí un silencio cargado de preguntas sin respuesta.
Una vez que Sebastián y Javier se retiraron, Lorenzo se volvió hacia Aithana, su rostro reflejaba una mezcla de preocupación y frustración. —Aithana, ¿qué está pasando?— preguntó, su voz más suave ahora, pero igualmente insistente. —¿De dónde conoces a Sebastián? ¿Y por qué te habla de esa manera? ¿Qué pasó entre ustedes dos?—
Aithana suspiró, sintiendo el peso de las preguntas de Lorenzo. Miró a Valeria, quien entendió al instante la necesidad de que tuvieran esa conversación a solas.
—Creo que ustedes dos necesitan hablar— dijo Valeria, con su voz comprensiva. —Yo estaré por aquí si me necesitan— Con una última mirada de apoyo, Valeria se alejó un poco, dándoles el espacio que necesitaban.
Lorenzo, ahora estaba solo con Aithana bajo la luz tenue del puente, esperando pacientemente. El misterio que rodeaba a Aithana y a su hermano menor se estaba desvelando, y él estaba listo para escuchar, para entender, y quizás, para ayudar a sanar las heridas del pasado...