Aldana una joven doctora que cuando con un prometedor futuro, cambia su destino al cometer un gravisimo error...
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capítulo 22
El desayuno en casa de los Moretti era, como de costumbre, un evento digno de la realeza: vajilla fina, café humeante, el aroma del pan recién horneado y el inquebrantable silencio que se instalaba cuando Sarah revisaba los titulares del día. Pero esa mañana, el tintineo de su cuchara contra la taza se detuvo en seco.
—¿Qué demonios es esto? —gruñó, alzando una revista con una portada en donde Aldana y Leonardo aparecían tomados de la mano a la salida de un restaurante, sonriendo como si el mundo entero les perteneciera.
Laura, que sorbía tranquila su café, se atragantó un poco al ver la imagen. Sebastián dejó el móvil sobre la mesa y clavó la mirada en la revista con un gesto contenido.
—¡Sarah! Por favor —intervino Richard, mientras le quitaba la revista con calma—. No es la primera vez que alguien de la familia aparece en las revistas. Y, sinceramente, se ven… bien.
—¿Bien? ¡Eso es lo que te parece! —chilló ella, poniéndose de pie—. ¡Mi hija, con tu hijo! ¿Desde cuándo está ocurriendo esto? ¿Cómo no lo sabíamos?
Laura intercambió una mirada fugaz con Sebastián, y suspiró con resignación.
—En realidad… sí lo sabíamos —dijo con culpa—. Los vimos juntos después de la fiesta de compromiso. No dijimos nada porque... bueno, parecía que solo había sido una noche.
Sarah la fulminó con la mirada.
—¿Y no se te ocurrió que quizás debíamos saberlo? ¡Es mi hija!
—Y mi hijo —añadió Richard con tono pacificador—. Y si se están conociendo, si han decidido compartir tiempo juntos, no podemos interferir.
—¿Compartiendo tiempo? —ironizó Sarah—. Esto no es un almuerzo casual. ¡Míralos! Están... ¡felices!
—¿Y no es eso lo que queríamos? —replicó Richard suavemente—. Verlos felices, aunque no sea en los términos que esperábamos.
El silencio volvió a reinar, pero esta vez estaba cargado de tensión. Laura bajó la mirada. Sebastián, en cambio, seguía mirando la portada, inmóvil, como si no acabara de procesar lo que veía. Por dentro, todo en él era un torbellino.
Ver a Aldana así, tomada de la mano de su hermano, lo había golpeado más de lo que quiso admitir. Recordaba con precisión esa noche de hace semanas, cuando ella había ido a buscarlo. Recordaba sus palabras, su dolor, la desesperación de una mujer que no lo había olvidado. Una parte de él, muy dentro, había creído que todavía podía tenerla. Pero ahora… la imagen frente a él era otra.
Y sin embargo, no era celos lo que sentía. Era otra cosa más profunda, más confusa: una punzada de arrepentimiento, una voz que le susurraba que tal vez estaba a punto de cometer un error al casarse con alguien a quien no amaba de verdad. Porque Aldana había vuelto… por él. Pero él no estuvo ahí.
Richard notó la forma en que Sebastián fruncía el ceño y bajó su taza con cautela.
—¿Estás bien, hijo?
Sebastián parpadeó, saliendo de su ensimismamiento.
—Sí… solo estoy sorprendido.
Laura ladeó la cabeza con una sonrisa sarcástica.
—¿Eso es todo?
Sebastián no respondió. Se levantó con la excusa de ir a la oficina, pero cuando salió de la casa, llevó consigo esa imagen grabada en la mente: Aldana sonriendo junto a Leonardo, con una ternura que jamás había tenido con él.
Mientras tanto, Sarah refunfuñaba en voz baja, preparando mentalmente un interrogatorio para su hija. Richard, en cambio, hojeó nuevamente la revista, deteniéndose en una fotografía donde Aldana miraba a Leonardo como si hubiera encontrado algo valioso.
—Míralos… —susurró con una sonrisa leve—. A veces, el destino hace lo que nosotros no nos atrevemos.
Hay otra que si pueden y desean aborta, si no quieres un bebé, hay muchas maneras de cuidarnos .
LOS BEBES NO PIDIERON VENIR A MUNDO PARA SUFRIR !!