Cazada Por Mi Prometido

Mis ojos pesaban y mi cuerpo dolía, me costó mucho, pero logré abrir mis ojos con cuidado, estaba recostada boca abajo en una camilla de hospital y mi mano estaba siendo sujetada con mucha fuerza, a mi lado estaba Alexander con un rostro indescriptible.

—¿Duele mucho? –Preguntó con un tono preocupado–Solo pusieron una venda, pero no debes moverte sola, casi te fracturas la columna.

Únicamente de esa manera recordé los sucesos del día anterior, no sé cómo llegué al hospital, pero sin duda creí que moriría, fue un milagro que logrará salir sin Vida.

—Nadie vio nada extraño –Continuo Alexander y después suspiró mientras apretaba mi mano– tus pulmones estaban llenos de humo, el que hizo tal cosa quería matarte a toda costa. Lo que más me molesta es que no me dejan revisar las cámaras, no me agrada esta situación y ahora tú estás tendida en esta vil cama.

¿Por qué se veía tan enojado? ¿Por qué estaba conmigo? ¿Quién le contó? Quisiera preguntarle, pero siento mi boca reseca y me duele la garganta, intente gesticular alguna palabra, pero mi boca reseca no me lo permitió muy bien, Alexander se movió rápidamente y me dio un poco de agua.

—Gracias… pero no necesitas estar aquí, tampoco veo la necesitas de que quieras ayudarme o quieras enojarte por mí.

—Diana… tuve miedo, no sabes lo alarmado que estaba cuando supe de tu situación, por ahora no puedes hacer nada y necesitas el doble de seguridad, no sabes si el que intento matarte querrá intentarlo mientras estés aquí.

—Vete Alexander… no te necesito.

—Con que es así… creo que la única forma de tenerte es a la mala, pero por ahora solo debes descansar.

—¿Qué quieres decir?

Alexander soltó mi mano y salió de la habitación sin decir nada, miré hacia la ventana y me quedé dormida, horas después estaba levemente sentada con almohadas en mi espalda, una enfermera estaba acomodando la habitación y al verme Sonrió.

—Le recomiendo no moverse mucho, los doctores la movieron, ya que mientras dormía se le estaba dificultando respirar.

—Gracias.

—Sus padres está afuera, ¿Quiere que lo deje entrar?

—Sí.

La enfermera salió de la habitación y minutos después entró mi padre con un rostro lleno de preocupación, mi madre entró después que mi padre, pero esta estaba llorando y su rostro se veía hinchado.

—Esto no debió pasar… –Dijo mi padre– ¿Te sientes muy mal?

—Solo duele un poco –Sonreí– aunque las medicinas ayudan mucho.

—Estábamos tan preocupados, hoy en la mañana se comunicaron con nosotros, tu hermano ya se había ido de viaje a la universidad, pero pidió permiso para venir a verte.

—Padre, no es necesario –Dije y negué levemente con la cabeza– estoy bien, si es verdad que me siento un poco mal, pero no es necesario recibir tanta atención.

—Cariño, casi mueres, estamos muy asustados, si Erick no regresaba por ti no sé que hubiese pasado.

—¿Dónde está Erick?

—Ayer te trajo, pero desde entonces no sabemos nada de él, bueno, él nos avisó sobre tu accidente, pero no más.

Mis padres hablaron un buen rato conmigo, me dieron de comer y se fueron, mi padre me entregó mi teléfono y llamé a Erick, era extraño que no estuviera conmigo.

—¿Hola? –Respondió rápidamente– ¿Estás bien Alexandra?

—Sí, solo tengo un leve dolor en la columna, por suerte el accidente no pasó a mayores ¿Dónde estás? Tú me trajiste, pero no estás aquí.

—… –Erick guardo silencio por unos segundos y hablo– me echaron del hospital.

–¿Te echaron? –Pregunte sorprendida– ¿Por qué razón?

—La cuestión es que te lleve al hospital y fuiste llevada a emergencias, hasta ahí todo bien, pero de la nada llego Alexander, cuando supo que estabas en emergencias lanzo maldiciones a todo el mundo, cuando supo que te lleve se enojó, pero me agradeció. Creí que estaba loco, ya que después de decirme que estaba agradecido me pidió que me alejara de ti, obviamente me negué, porque somos amigos y él enloqueció y sus hombres me echaron, esta mañana fui a visitarte y al parecer mientras tú estés en el hospital yo no puedo entrar.

—Cada día me sorprende más la actitud de Alexander, actúa como si fuese lo más importante para él, me siento frustrada, mañana ven, si alguien no te permite entrar se las verán conmigo.

—Claro que sí.

Le colgué a Erick y revisé mi teléfono, tenía casi treinta llamadas perdidas de Félix y recordé que le había prometido ir por él al aeropuerto, solté un largo suspiro y lo llamé, mi corazón latía con fuerza con cada tono que resonaba con fuerza en mi oído hasta que escuché la voz de Félix y mi corazón se estremeció, no podía ser, al menos no tan pronto.

—Diana… creí que no me llamarías, en realidad deberías estar descansando, me enteré esta mañana de lo que te sucedió, intenté verte, pero los doctores no me lo permitieron.

Maldito Alexander, estaba alejando a las personas de mí.

—Ven, no estoy tan mal –Dije rápidamente– Claro, solo si no estás ocupado.

—Claro que puedo, estoy libre, pero no sé si los doctores me dejaran entrar.

—Si lo harán, llamaré al director del hospital, solo debes avisarme al llegar.

—Está bien.

Colgué y llame al director del hospital, no quería ceder a mi petición hasta que lo amenace, al parecer había sido chantajeado por Alexander, bastado listo, pero no más que yo.

Ahora me preocupaba un poco mi estado sentimental, Alexander había pasado a segundo plano, pero me molestaban los sentimientos que estaba empezando a desarrollar por Félix, todavía no lo conozco lo suficiente como para abrirle mi corazón, tampoco quiero volver a sufrir por dar más de lo que recibo.

Tal vez podría pasar algo peor, ya que estaba bajo la mira y “cuidados” de Alexander y sospecho, no, estoy segura de que Emily estuvo detrás del accidente, es molesto como una mujer como ella solo actúa de forma estúpida, pero ¿Qué se puede esperar de alguien como ella?

Bueno, por ahora no debo darle importancia a Félix, al menos hasta que todo este bien, pero es muy difícil no ceder ante él, me acomodé un poco y me dispuse a esperar a Félix.