En un mundo roto por criaturas sin alma, un chico despierta en un bosque, su mente vacía, con solo un cuaderno para anclar su existencia. Rescatado por Ana, una joven arquera, y su hermano León, se une a su peligrosa búsqueda de un refugio seguro en Silverpine.
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¿Por la paz? Capitulo 21
El silencio pesado frente a la puerta de la base rebelde se rompe cuando Zoe, tras un momento de reflexión, da un paso adelante y dice con voz firme:
—Acepto, pero no lastimarán a nadie. Habrá paz y no habrá castigo para nadie. Los rebeldes no atacarán a ningún Cuervo.
Su mirada se clava en el Capitán, exigiendo su compromiso. El Capitán, con una leve inclinación de cabeza, acepta con una sonrisa calculada bajo su máscara.
—Está bien —dice—. Pero los rebeldes tendrán que conseguir suministros para mi gente.
Zoe asiente, su expresión tensa pero decidida.
—Así será —responde, sellando el acuerdo.
El Capitán alza una mano y ordena con autoridad:
—¡Vuelta al pueblo!
Los Cuervos comienzan a retroceder, pero dos de ellos se acercan a Zoe, agarrándola por los brazos con brusquedad. La llevan como prisionera hacia la camioneta, su katana confiscada y su rostro mostrando una mezcla de resignación y estrategia. Joel, desde el suelo, los observa impotente, sus manos apretando el tubo mientras la furia y la desesperación lo invaden.
—No podemos hacer nada —murmura, su voz quebrada.
Mark, con el hacha en mano, da un paso adelante y grita al Capitán:
—¡Pelea conmigo!
Su tono es un desafío directo, los músculos tensos listos para la pelea. El Capitán se gira, lo mira de arriba abajo y suelta una risa baja.
—Oh, amigo, me haces feliz —dice con sarcasmo—. Amigos juntos como en los viejos tiempos. Pero estoy ocupado, así que no podrá ser.
Con un gesto despectivo, se da la vuelta y sube al auto, dejando a Mark furioso pero inmóvil.
Desde el muro, León, que había estado escuchando todo, ve a Zoe siendo llevada como prisionera. Su corazón se acelera, y sin pensarlo, sale corriendo con todas sus fuerzas, gritando su nombre.
—¡Zoe!
El polvo se arremolina mientras los Cuervos arrastran a Zoe hacia la camioneta del Capitán, su figura luchando ligeramente contra el agarre. León, con el corazón en la garganta, corre con todas sus fuerzas y la alcanza justo antes de que la suban. La agarra del brazo, sus ojos llenos de lágrimas, y suplica:
—¿Qué hago?
Su voz se quiebra, el miedo y la desesperación evidentes. Zoe se gira hacia él, sus propios ojos brillando con lágrimas contenidas.
—Es por la paz ahora —dice, su voz firme a pesar del dolor—. Por favor, quédate con ellos.
Los dos lloran, sus rostros a centímetros, el peso de la separación abrumador. Zoe lo agarra por los hombros y añade:
—Eres un líder, lo sé. Tú puedes ayudar a la gente.
León, sollozando, niega con la cabeza y pregunta entre lágrimas:
—¿Cómo?
Desde un lado, el Capitán, que ha estado escuchando con una sonrisa fría, interviene con un tono burlón:
—Oh, qué lindo.
Ordena con voz cortante:
—¡Sáquenlo ahora!
Los Cuervos intentan apartar a León, pero él se resiste, girándose hacia el Capitán con una súplica desesperada.
—¡Por favor! Voy con ustedes —dice, su voz temblorosa pero decidida—. ¡Quiero ser un Cuervo!
El Capitán lo observa, sorprendido por un instante, mientras los Cuervos dudan, esperando su orden. La escena se detiene en un tenso equilibrio, con Zoe mirando a León con horror y los rebeldes en la base conteniendo el aliento.
El polvo sigue flotando en el aire frente a la base rebelde mientras el Capitán observa a León, evaluándolo con una mirada fría tras su súplica. Tras un momento de silencio, asiente lentamente.
—Vendrás con nosotros —dice, su voz cortante, pero con un dejo de satisfacción.
Zoe, aun siendo sostenida por los Cuervos, grita con desesperación:
—¡Por favor, no! ¡No hagas esto, León!
Sus ojos se llenan de lágrimas, su voz quebrándose mientras intenta liberarse. Antes de que León pueda responder, un Cuervo lo agarra con fuerza por los brazos, arrastrándolo hacia la camioneta. El Capitán, con una sonrisa torcida bajo su máscara, ordena:
—¡Ya vamos!
Los Cuervos empujan a Zoe y a León al interior del vehículo, la puerta cerrándose con un golpe seco. El motor ruge, y la caravana comienza a alejarse, el polvo levantándose mientras el Capitán, Zoe y León se pierden en la distancia.
Joel, desde la puerta de la base, los observa en silencio, su rostro pálido y sus manos temblando alrededor del tubo. La impotencia lo consume mientras Mark, Robb y los demás rebeldes se acercan, compartiendo miradas de incredulidad y dolor. El silencio del campamento se mezcla con el eco lejano de los motores, dejando un vacío donde antes estaba la esperanza.
Joel, aún con el rostro marcado por la impotencia, entra al centro del campamento rebelde donde los sobrevivientes se han reunido, sus miradas llenas de confusión y dolor tras ver a Zoe y León siendo llevados. Se para frente a todos, respirando hondo para calmarse, y alza la voz:
—Ahora hay paz —dice, su tono intentando transmitir seguridad—. Tenemos que conseguir suministros para el Capitán. Es parte del acuerdo.
Un murmullo de incredulidad recorre la multitud. Liam, con una risa seca y amarga, se adelanta y dice:
—¿Trabajamos para el Capitán?
Su tono lleva un dejo de sarcasmo mientras cruza los brazos, claramente disgustado. Edward, con su barba desaliñada y el arco en mano, da un paso al frente, su expresión endurecida.
—No, ahora somos sus esclavos —corrige, su voz grave resonando con furia contenida.
La gente estalla. Gritos de "¡No!" llenan el aire, las voces mezclándose en un coro de enojo y tristeza.
—¡No somos esclavos! —exclama una mujer, sus ojos brillando con lágrimas mientras alza los puños.
Otros se unen, algunos golpeando el suelo, otros abrazándose, el campamento vibrando con la rebelión emocional contra la idea de someterse al Capitán. Joel los mira, atrapado entre el acuerdo de Zoe y la furia de su gente, buscando palabras para calmarlos.
El caos reina en el centro del campamento rebelde, los gritos de "¡No somos esclavos!" resonando mientras los sobrevivientes expresan su furia y tristeza. Joel, de pie frente a la multitud, levanta las manos en un intento de calmarlos, su voz temblando, pero decidida.
—¡Escuchen! —grita, esperando que el silencio se imponga—. Sé que esto no es lo que queríamos, pero Zoe tomó esta decisión por la paz. Si conseguimos los suministros, evitaremos más sangre, más pérdidas. No es rendirse, es sobrevivir.
Su mirada recorre los rostros enojados, buscando comprensión.
—Ella sacrificó su libertad para que nosotros tuviéramos una oportunidad. Por favor, confíen en eso.
El murmullo no cesa del todo, pero algunos bajan la voz, divididos entre la lógica de Joel y su propio dolor. Liam cruza los brazos, aún escéptico, mientras Edward frunce el ceño, evaluando las palabras. Antes de que la tensión explote de nuevo, Mark da un paso adelante, su hacha golpeando el suelo con un sonido seco para captar la atención.
—¡Espera! —dice, su voz cortante—. No digo que Joel esté equivocado, pero no podemos ser sus perros. Propongo resistir en secreto. Podemos cumplir con los suministros por ahora, pero preparar armas, esconder provisiones, planear algo contra el Capitán cuando menos lo espere. No somos esclavos si luchamos a nuestra manera.
Los rebeldes se miran entre sí, el enojo dando paso a un brillo de esperanza en algunos ojos. Joel asiente lentamente, reconociendo la idea de Mark.
—Podemos hacerlo juntos —añade, su tono más firme—. Sobrevivir y planear.
La multitud murmura, algunos asintiendo, mientras la idea de una resistencia encubierta comienza a tomar forma en el campamento.
El campamento rebelde vibra con una mezcla de tensión y determinación mientras los murmullos se transforman en asentimientos. La idea de Mark de resistir en secreto gana terreno, y los rebeldes, uno por uno, comienzan a aprobarla con gestos y palabras bajas. De pronto, una voz se alza entre la multitud:
—¡Él sí tiene huevos! —exclama un hombre, mirando a Mark con respeto, mientras sus ojos se deslizan hacia Joel con una expresión de desdén.
Otros asienten, murmurando entre sí, algunos lanzando miradas críticas a Joel, como si su intento de razonar los hubiera decepcionado. Joel siente el peso de esas miradas, su rostro endureciéndose mientras intenta mantener la compostura. Mark, con la hacha aún en mano, se cruza de brazos y dice con un gruñido:
—Vamos a hacer esto a mi manera entonces. Podemos fingir que cumplimos, pero prepararemos algo grande.
La gente aplaude, el ánimo cambiando hacia una resistencia encubierta, mientras Joel permanece en silencio, atrapado entre su liderazgo cuestionado y la necesidad de unirse al plan. Liam se acerca a Joel, susurrando:
—Tienen que verte fuerte ahora.
Edward, por su parte, da una palmada a Mark en el hombro, aprobando tácitamente. El campamento comienza a organizarse en pequeños grupos, discutiendo cómo esconder armas y reunir suministros en secreto, mientras el descontento hacia Joel queda suspendido en el aire.
Nota 21
Zoe se entregó, y no puedo hacer nada. ¿No había otra opción? no podemos pelear sin hombres. León decidió seguirla, arriesgándolo todo por ella. Mark quiere resistir, luchando en secreto, pero ¿cómo? Edward propone reunir un grupo de hombres e ir a las minas a buscar TNT que aún debe quedar por ahí, para usarlo y volar la muralla.