Mi Dulce Venganza

Emily no estaba preparada para la mezcla de emociones que siente al volver a pisar la casa de sus padres. Toda clase de recuerdos llegan a su mente.

Primero su infancia y los hermosos momentos que vivió aquí con sus seres queridos. Después los recuerdos amargos y dolorosos.

Recorre la mansión en silencio, un par de lágrimas amenazan con salir y las contiene haciendo un esfuerzo enorme.

Se prometió no volver a llorar por gente que no lo merece y no pretende romper esa promesa.

Agotada por el viaje se retira a su habitación, tiene dos días para prepararse psicológicamente para su reencuentro con Michael.

Justo ahora se siente incapaz de presentarse frente a él. Necesita armarse de valor y hacer uso de todas sus fuerzas para enfrentar lo que viene.

En esta batalla solo uno de ellos saldrá victorioso y tiene que ser ella. En un par de semanas llegan Paulette y Émile que están ansiosos por conocer Los Ángeles, su compañía y la de Abby le ayudarán a mantenerse firme y en equilibrio.

Da vueltas en la cama sin lograr conciliar el sueño, se levanta y camina hasta la habitación que pertenecía a sus padres. La ha conservado tal y como ellos la dejaron, retira la sábana que cubre la cama y se mete debajo del edredón. Ahí por fin consigue dormir.

Los primeros rayos de Sol caen sobre la ciudad. Clara prepara el desayuno y Greg llega de visita.

- ¿Cómo ves a Emily, Clarita?

- Ayer creí que se derrumbaría. No fue fácil para ella volver aquí.

- Imagino que muchos recuerdos desagradables se hicieron presentes.

- Sin duda. Estuvo despierta hasta muy tarde a pesar de lo agotador que fue el viaje. Después se fue a la habitación de sus padres y ahí pasó la noche.

- Esperemos que recobre la fortaleza. El lunes es un día muy importante y Michael no va a reaccionar nada bien ante lo que va a suceder.

- Por favor, no deje que se acerque mucho a mi niña. Ya le hizo demasiado daño.

- Despreocúpate, nana- la voz de Emily los hace girar la mirada hasta la entrada del comedor- Es el quién debe cuidarse de mí a partir de ahora. Buenos días, Greg.

- Buenos días, Emily. Clara tiene razón, no debemos confiarnos. No sabemos de lo que puede ser capaz.

- Créeme que no me preocupa. Es un cobarde. Antes pudo hacer de mí lo que quiso porque yo era muy ingenua, hoy he cambiado y no tendré piedad con él.

- Los cambios que solicitaste estarán listos el lunes a primera hora. ¿Necesitas que pase por ti ese día para ir a la oficina?

- No, pediré un taxi de aplicación en lo que contrato un chófer. Quédate a desayunar y ultimamos detalles después.

En la biblioteca repasan el plan a seguir.

- ¿Estamos bien?

- Por supuesto, Greg. ¿Por qué no lo estaríamos?

- Desde el día de tu graduación tengo la impresión de que me evitas.

- Lamento si te di esa impresión, es solo que necesito mantenerme enfocada.

- Entiendo. ¿Hay algo más en lo que pueda ayudarte?

- No, gracias. Aprovecha el fin de semana.

- Me gustaría invitarte a cenar.

- Hoy no, por favor. ¿Lo dejamos para la siguiente semana?

- Sin problema. Nos vemos el lunes.

Greg se acerca para dejar un beso en su mejilla y se retira. Emily se siente culpable por su comportamiento tan cortante con él y durante unos segundos se siente tentada a aceptar esa invitación a cenar, pero se arrepiente.

Abby llega a pasar la tarde con ella, tienen muchas cosas de qué hablar.

- ¡Por fin volviste! Te extrañé.

- Y yo a ti. Vamos a la piscina, me hace falta vitamina D.

Nadan un poco y después se tienden a tomar el sol en sus respectivos camastros.

- Has cambiado, amiga.

- Tuve que hacerlo para sobrevivir.

- Luces hermosa, ciertas personas se van a quedar sorprendidas al verte.

- Esas personas también van a recibir una importante lección. Cambiemos de tema, no quiero ponerme de mal humor.

- ¿Cuándo llegan Paulette y Émile? Muero por conocerlos.

- En un par de semanas, estoy segura de que van a llevarse muy bien.

- También lo creo. Cuéntame sobre ti, quiero escucharlo todo.

- No hay mucho que contar, el último año me he enfocado en sacar la carrera y ahora debo ubicarme en un bien trabajo.

- Seguro tu papá está dispuesto a ayudar.

- Ese es el tema, no quiero su ayuda. Necesito demostrarme que soy capaz de conseguir lo que quiero por mis propios medios.

- Estoy segura de que vas a logralo.

- Gracias, amiga. ¿Qué haremos más tarde?

- Debemos ordenar comida para cenar, tengo ganas de probar de todo un poco. No pensé que extrañaría tanto la comida.

- Hagámoslo, será noche de chicas como en los viejos tiempos.

A Clara casi le da un infarto cuando ve la cantidad de comida que las chicas ordenaron.

- Esto es para un ejército.

- Ay nana, exageras.

- Ustedes exageraron. Me voy a dormir. Descansen. Espero que no terminen con una severa indigestión.

Ambas se dirigen a la habitación de Emily con las bolsas de alimentos en las manos Ven películas y disfrutan de la variedad de platillos. Conversan hasta muy entrada la madrugada.

El domingo pasado el medio día Abby se marcha a su casa. Emily dedica el resto del día a prepararse para su gran día.

Despierta antes de que se active la alarma, la desactiva y decide ir al gimnasio a hacer un poco de ejercicio. Sus nervios están a flor de piel y necesita serenidad.

Más de una hora ejercitándose le trae calma. Se ducha y escoge su atuendo para este día. Arregla su cabello y se maquilla. Clara le avisa que ya tiene listo el desayuno.

- Te ves hermosa, mi niña.

- Gracias, nana.

- Aún es muy temprano tienes tiempo para desayunar con calma.

- Únicamente tomaré café. Quiero llegar a tiempo para sorprender a mi exesposo.

- No me gusta que salgas de casa sin desayunar y lo sabes.

- Prometo comer algo más tarde. Mi auto debe estar por llegar.

La verdad es que no cree que su estómago tolere un solo bocado. Bebe el café apresurada y toma su bolso.

- Nos vemos en la noche, nana.

- Cuídate, mi niña.

La bocina del auto suena afuera de la mansión y Clara la acompaña hasta la puerta.

El trayecto es rápido y en silencio. Le envía un mensaje a Greg avisando que va en camino y quedan de verse en la entrada de la productora.



- Buenos días. Todo está listo, vamos. Espero que sea de tu agrado.

- Buenos días, gracias. No habría podido hacer nada sin ti.

- No me agradezcas. Quizá no sea el momento, pero debo decirte que estás bellísima.

- Tú siempre tan galante.

- No es galantería, es la verdad. Eres una mujer hermosa, grabátelo.

Suelen al ascensor, son los primeros en llegar, las oficinas están desiertas. Los arreglos se hicieron tal y como ella lo ordenó.

- Es perfecto. Me encanta.

- Siguieron tus indicaciones al pie de la letra. Estaré pendiente por si necesitas algo.

- Nuevamente, gracias.

Greg se retira, Emily recorre su nueva oficina observando cada detalle. Es exactamente igual a como la recordaba.

Toma asiento por primera vez detrás del imponente escritorio y esa acción que pudiera parecer insignificante le da la fuerza que necesita para enfrentar lo que viene.

Espera paciente, lee algunos correos que Greg le envió para ponerla al tanto de los últimos proyectos. Solicita a Recursos Humanos una nueva asistente.

Mira de reojo el reloj que se ubica en la pared frontal, pasan de las ocho de la mañana y Michael aún no da señales de vida. Qué podía esperar de un hombre cómo él. Ahora ve claramente todas y cada una de las señales que antes ignoró.

- Demasiado tarde- dice para sí.

Camina por la habitación, el sonido de sus zapatillas contra el piso de mármol es lo único que se escucha. Su silueta se refleja en el ventanal que tiene enfrente, puede ver a una mujer distinta. La expresión en su rostro ha cambiado, se ha endurecido, ya no es la chica tierna y romántica que era hace un año.

Escucha una voz en el pasillo, al parecer su exmarido está en medio de una llamada telefónica y no tarda en irrumpir en su oficina. Toma su lugar detrás del escritorio y espera paciente.

La puerta se abre y ahí está el hombre de quién estaba perdidamente enamorada. La expresión en su rostro no tiene precio. Termina su llamada abruptamente.

- Emily, ¿qué haces en mi oficina?

- Buenos días, Michael. Esta era la oficina de mi padre y ahora que he vuelto, es mía.