LOS RUTTHERFORD - NATALIA RUTTHERFORD

EL calor de la bala rozando su hombro seguido por el dolor que producía la piel rota por el paso del proyectil, ya eran insignificancias para Vasily, la sangre era algo que por lo general escandalizaba más de la verdadera gravedad de la herida.

 Al llegar a la mansión se dedicó a atender la herida, algo a lo que ya estaba acostumbrado a hacer dada su crianza y profesión, así que eso no le era un problema mayor. Después de terminar se ducho y se vistió de forma ligera, luego se dirigió a atender los asuntos que había pospuesto durante todo el día.

-          Jefe – le dice uno de sus hombres al verlo llegar

Atrás de la mansión se encontraba una pequeña casa, la cual se suponía que su utilidad era para el hospedaje de la servidumbre, pero dado que Vasily odia tener espacios como esos, creados solo para dividir de forma ridícula a los ricachones de sus sirvientes, prefirió asignarle una habitación a cada sirviente en la mansión y dejar la casa para atender otros asuntos.

-          ¿Atendieron bien a nuestro invitado? – le pregunta al hombre de forma seria

-          Sí señor, tal y como usted lo pidió – le dice mientras caminan dentro de la casa

-          Excelente – le dice abriendo una de las habitaciones.

La luz era tenue, en el piso se podía observar manchas de sangre y en medio había un hombre atado a una silla, su ropa socia, rasgada y manchada, la cara llena de golpes y sudado.

-          Ya terminen de matarme – les dice el hombre resignado con la voz decaída.

-          Lo siento, pero es algo que no podemos hacer por ahora – le dice Vasily parándose frente al hombre – vera, aun necesitamos que toda la evidencia que existe se vuelva irrelevante en el juicio contra nuestro socio – le dice sonriéndole de forma maliciosa – y usted es el fiscal encargado de este caso, se lo habíamos pedido de forma amable, pero se negó a escuchar razones, es por ello que se le ha dado este trato especial. No es algo personal, solo intento encarcelar al político equivocado – le dice serio

-          Ese hombre mato a toda una familia – le dice el fiscal indignado

-          Y los Leones matan a las crías del antiguo jefe para acabar con su descendencia – le dice Vasily, sin darle la menor importancia a la indignación del hombre – la moralidad no es algo que funcione conmigo – le dice serio

-          Quiere decir que debo aceptar que un sucio y corrupto asesino quede impune, ¿Cómo podría ver a la cara a los familiares de las víctimas? – le dice el hombre molesto sin temor a ser eliminado

-          Me apena su sentimentalismo, pero mejor pregúntese, ¿Cómo podría vivir sabiendo que usted y su empatía hacia otros fueron los causantes de la horrible muerte de toda su familia? – le dice mostrándole fotografías de cada uno de los miembros de la familia del hombre

-          ¡Mis Hijos!, ¡No mis hijos! – le grita el hombre desesperado al ver que siguieron a sus hijos hasta sus escuelas, a su esposa en su trabajo, incluso sus padres - ¡Deje a mi familia fuera de esto malditos! – le grita y enseguida siente la fría pistola de Vasily dentro de su boca

-          Habla demasiado, me molesta – le dice inclemente – le diré que la seguridad de todos y cada uno de ellos dependerá de usted, ¿Qué tanto está dispuesto a arriesgar por ganar su caso? – le dice amenazante, luego saca el arma de la boca del hombre y camina hacia la salida.

-          Es un maldito – dice el hombre con ira

-          No es nada personal, solo son negocios – le dice Vasily antes de retirarse de la habitación – libérenlo y vigilen sus pasos, que no intente escapar del país con su familia – les dice a sus hombres saliendo de la casa

-          Si señor – le responden.

 Al entrar en la mansión escucho pasos, enseguida sus sentidos se alertaron, subió rápidamente las escaleras y sintió una presencia cerca de su habitación, se acercó de forma sigilosa y se dio cuenta de que se trataba de Natalia Ruttherford, la mujer llevaba algo en sus manos, pero dado que se encontraba de espaldas hacia él no pudo visualizarlo bien hasta que estuvo lo suficientemente cerca de ella.

-          No es bueno visitar la habitación de un hombre a esta hora de la noche – le susurra al oído de la mujer, quien como conejo asustado dio un brinco volteándose hacia él, quedando a centímetros de su rostro.

-          Yo, yo solo vine a – La mujer parecía nerviosa, Vasily pudo notar que lo que llevaba era un botiquín de primeros auxilios.

-          Su respiración esta agitada – le dice acomodando un mechón de cabello de la mujer tras su oreja - ¿a qué vino?, ¿piensa ser mi acompañante esta noche? – le dice acercándose a los labios de la mujer, le gustaba provocarla, su forma arisca era algo que llamaba la atención de Vasily

-          ¡No! – le dice apartándolo – so, solo vine a ver su herida – le dice mientras el clavaba su mirada en la tentadora vena que no paraba de latir en el cuello de la mujer, indicándole lo descontrolada que se encontraba

-          Ja, ja, si eso imagine – le dice riendo de forma descarada, baja su mano rozando la cadera de la mujer y esta brinca hacia un lado asustada– solo abriré la puerta – le dice en voz baja, toma la perilla y abre la puerta tras la mujer – adelante, ya puede entrar – le dice sonriendo, esa situación era como ver a la oveja queriendo entrar voluntariamente a la boca del lobo.

Sin echarse hacia atrás como cualquier mujer asustada lo haría, Natalia Ruttherford entro en la habitación de Vasily de forma decidida, aunque él ya se había dado cuenta de sus nervios, la mujer parecía estar llevándolos muy bien.

-          Bien, vamos a lo que vinimos – le dice Vasily a la mujer quitándose la camisa

-          Vine fue a tratar su herida – le dice alterada viendo el pecho desnudo del hombre

-          ¿Cómo pretende hacerlo si tengo la camisa puesta? – le dice sonriéndole, aunque lo había hecho a posta, solo para verla más nerviosa de lo que ya estaba.

-          La herida fue en su hombro, solo debía subirse la manga – le dice molesta

-          Pero de esta forma es más fácil, ¿no? – le dice tranquilo.

-          Como sea, siéntese para ver la herida – le dice Natalia suspirando

-          Bien – le dice, luego se sienta en la cama y la mujer se acerca.

Aunque no quisiera verlo, era imposible para Natalia el no ver el cuerpo musculoso del hombre, luego noto algo de lo cual no se había percatado la vez anterior, todo el pecho, la espalda y los brazos estaban llenos de cicatrices, algunas se veían más viejas que otras.

-          ¿Seguirá viendo mi cuerpo o me atenderá la herida? – le dice riendo al ver la cara de la mujer

-          Ya, haga silencio – le dice enfocándose en lo que había ido a hacer – pero, usted – dice sorprendida al ver que la herida ya había sido atendida - ¿usted mismo coció su herida? - le dice alterada

-          Le dije que no era gran cosa, estaba haciendo demasiado revuelo por algo tan pequeño – le dice despreocupado.

-          En ese caso, no tengo nada que hacer aquí – le dice tomando la caja de primeros auxilios

-          ¿Se ira así sin más? – le dice tomando la mano de la mujer – existen otras formas en las que puede confortar a un paciente – le dice acercándose a ella

-          Eso se lo dejo a sus amiguitas nocturnas – le dice de forma seria, aunque se sentía nerviosa aún.

-          ¿Esta celosa?, podría enfocar mi atención solo en usted, si me lo pidiera – se acercaba cada vez más a los labios de la mujer

-          ¿Cómo podría estar celosa?, usted señor no me causa más que repugnancia, no confunda mi acto de piedad, no lograra ponerme ni un ápice de nerviosa – le dice seria.

-          Sabe algo – mira el cuello de la mujer, sus latidos eran rápidos y su respiración agitada – no le creo – la hala hacia él y la besa de forma profunda, logrando devorar cada parte de sus labios.