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Bajo La Ley Del Silencio

Bajo La Ley Del Silencio

Status: Terminada
Genre:Aventura de una noche / Mafia / Traiciones y engaños / Amor-odio / Completas
Popularitas:4.1k
Nilai: 5
nombre de autor: Emilcee

Yeong, líder implacable de una peligrosa mafia en Corea del Sur, no cree en el amor y vive en un mundo donde los sentimientos se pagan con sangre. Tae-Joon, un brillante estudiante de derecho, cree en la justicia y sueña con cambiar el mundo.
Cuando el destino los cruza, secretos y lealtades serán puestos a prueba.
¿Puede el amor sobrevivir cuando se construye sobre un crimen?

NovelToon tiene autorización de Emilcee para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo XXI (Dónde el amor comienza a sanar)

El sonido de los pasos de Tae resonaba en los pasillos del hospital, apresurados pero cargados de emoción contenida. El juicio había terminado. Contra todo pronóstico, había logrado convencer al juez: Yeong cumpliría solo dos años de condena. El recuerdo de cómo Yeong se interpuso entre el juez y la bala seguía fresco en su mente. Ese acto lo había cambiado todo.

Abrió la puerta de la habitación con suavidad, como si temiera despertar un sueño. Y ahí estaba Yeong. Pálido, con el pecho vendado y un brazo enyesado. El monitor cardíaco marcaba un ritmo constante pero débil. Tae se acercó en silencio, conteniendo el temblor de sus manos. Se sentó al borde de la cama y, sin pensarlo demasiado, tomó la mano de Yeong entre las suyas.

—Yeong… —susurró con la voz entrecortada—. Por favor, despierta.

Sus dedos acariciaron los nudillos marcados por antiguas batallas. El hombre que tenía frente a él no era cualquier hombre. Era Yeong: el jefe de la mafia más temido, el que nunca mostraba debilidad, el que había hecho temblar a medio país… y también el único que había logrado robarle el corazón.

—Te necesito conmigo —continuó, inclinándose hasta que su frente tocó la mano de Yeong—. No solo como fiscal, no como alguien que quiere cambiarte… te necesito como Tae. Como el hombre que se enamoró de ti a pesar de todo. Como alguien que no puede imaginar su vida sin ti.

Una lágrima cayó sobre los dedos de Yeong.

—Mi felicidad no está completa si no estás aquí. No importa lo que fuiste… te amo lo suficiente como para estar toda mi vida contigo, si tú también quieres quedarte.

El silencio de la habitación se volvió más pesado, interrumpido solo por el pitido constante del monitor. Tae cerró los ojos, sintiendo que su corazón se desgarraba poco a poco. Pero entonces, un leve movimiento. Un parpadeo. Una respiración más profunda. Tae alzó la vista de golpe y vio cómo los ojos de Yeong se abrían lentamente.

—…Tae… —la voz era ronca, apenas audible.

Los ojos oscuros de Yeong lo buscaron entre la bruma del dolor. Cuando finalmente lo enfocó, una sonrisa apenas perceptible se dibujó en sus labios.

—Estás aquí…

—¡Yeong! —exclamó Tae, apretando su mano con más fuerza—. ¡Despertaste! Gracias… gracias…

Yeong alzó ligeramente una ceja, como si quisiera bromear, pero estaba demasiado débil.

—Te escuché… todo lo que dijiste —murmuró—. Me diste ganas de volver… de no soltarme.

—¿En serio?

—Sí. Tae… tú fuiste lo único que brilló en toda esta oscuridad. Si quiero cambiar, si estoy dispuesto a dejar atrás todo lo que fui, es solo por ti. Por haberte cruzado en mi camino cuando menos lo esperaba.

Tae se inclinó hacia él y, sin dudarlo, lo besó. Fue un beso suave, tembloroso, lleno de emociones contenidas. Los labios de Yeong apenas respondieron, pero lo hicieron, con toda la ternura que podía reunir.

Cuando se separaron, Yeong lo miró como si lo estuviera viendo por primera vez.

—Nunca pensé que un fiscal lograría hacerme sentir esto… Pero lo hiciste. Me salvaste, Tae.

—Y tú me enseñaste que incluso en el infierno, puede haber alguien que te tome la mano y te saque de ahí —respondió Tae con una sonrisa temblorosa.

El momento fue interrumpido por el sonido de la puerta. Una enfermera asomó la cabeza, sorprendida de verlos así de cerca, pero sonrió amablemente.

—Disculpen… no quería interrumpir. Solo venía a decir que si todo sigue así de bien, mañana por la mañana le darán el alta, señor Ji.

Yeong asintió débilmente, y la enfermera se retiró dejándolos solos una vez más.

Tae se giró hacia él, con una expresión de alivio en el rostro.

—Y hay otra cosa… —dijo, sacando de su bolsillo una copia del documento judicial—. Logré que el juez aprobara una condena reducida. Solo serán dos años.

Yeong parpadeó, sorprendido.

—¿Dos años?

—Sí. Presenté pruebas, apelé a tu acto durante el juicio… incluso al riesgo que asumiste al salvar al juez. Fue difícil… pero lo logré.

Yeong bajó la mirada. Su mandíbula se tensó, no por enojo, sino por la avalancha de emociones que se desbordaban en su interior.

—No tenía miedo de ir a prisión —confesó—. He enfrentado cosas peores. Lo que realmente me aterraba… era la idea de que tú ya no estuvieras aquí. Que no me esperaras. Que me odiaras por todo lo que hice.

Tae negó con la cabeza, acariciándole el rostro con dulzura.

—Podría odiarte por muchas razones, Yeong. Pero también podría amarte por otras tantas… Y al final, eso fue lo que pesó más. Te amo, y voy a esperarte. Cada día de esos dos años. Voy a estar ahí cuando salgas. Y después… vamos a empezar de nuevo.

Yeong tragó saliva, luchando por no dejarse vencer por las emociones. Su mano se aferró con más fuerza a la de Tae, como si temiera que al soltarla, todo desapareciera.

—¿Prometido?

—Prometido —dijo Tae, sonriendo—. Pero tendrás que ganarte el desayuno cuando salgas.

Yeong rió débilmente, el sonido ronco pero auténtico. Y por primera vez en años, el peso que llevaba encima se sintió más liviano.

Esa noche, en medio del silencio del hospital, Tae se quedó a su lado, sosteniéndole la mano. No había miedo. No había dudas. Solo dos personas rotas que se habían encontrado y, juntos, estaban dispuestas a reconstruirse.

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Maria Elena Hernández
está historia fue bastante conmovedora hasta me hizo llorar porque dos personas que se aman no se podían separar por tanta crueldad de otros te felicito por tan linda novela
GMSC
Excelente, salvaje, dulce y tierna a la vez
GMSC
Pues viéndolo también como la víctima de su padre, de una vida que no eligió 🤷🏻‍♀️
Maria Elena Hernández
cuando uno no quiere enamorarse sucede que cupido hazlo no hay peligro intentalo haber que pasa
Rosario Simental
buena corta y lo mejor es que no la cortaron. felicidades
Andru To
🥺🥺🥺me entristece en demacia
Esilda Muñoz
me esto tu historia triunfo él amor
Ser Up
felicidades la historia estuvo muy linda, tu relato lo encontré profundo realmente sentí como sentías los conflictos de tus personajes, espero leer futuras historias tuyas igualmente emotivas como está y con la riqueza que tuvieron tus personajes
Jaz_:): muchas gracias🥹🤍
total 1 replies
Ana María Pinto
Felicidades, hermosa novela, corta, precisa, sin alargues aburridos, sigue escribiendo, te deseo mucho éxito.
Jaz_:): muchas gracias, que bueno que te haya gustado🥰
total 1 replies
_plateado_
nada mal
Jaz_:): muchas gracias :)
total 1 replies
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