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Amor Bajo Las Escamas Del Dragón De Hielo

Amor Bajo Las Escamas Del Dragón De Hielo

Status: En proceso
Genre:Amor prohibido / Amor a primera vista / Magia / Amantes del rey / Dragones
Popularitas:4.5k
Nilai: 5
nombre de autor: Mckasse

❄️En lo profundo de los bosques nevados de Noruega, oculto entre pinos milenarios y auroras heladas, existe un castillo blanco como la luna: silencioso, olvidado por el mundo, custodiado por un único dragón que ha vivido demasiado tiempo en soledad.

Sylarok Vemithor Frankford, un príncipe de sangre de dragón antiguo, parece un joven de veinticinco años... pero ha vivido más de dos siglos sin envejecer, sin amar, sin pertenecer. Su alma es fría como su aliento de hielo, su vida, una rutina congelada entre libros, armas y secretos.

Hasta que una muchacha cae inconsciente en su bosque, desmayada sobre la nieve como un copo a punto de morir.

Celeste, una nómada de mirada estrellada y corazón herido, huye de su pasado, de los bárbaros que arrasaron su familia, y del invierno que amenaza con consumirla.
Y Sylarok aprenderá que no hay armadura más frágil que el hielo cuando el calor del amor comienza a derretirlo.

NovelToon tiene autorización de Mckasse para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Agujas e instintos.

El castillo estaba en silencio, como si todos los relojes se hubieran detenido para observarla.

Celeste caminaba por los pasillos con la bandeja entre las manos. Todo un almuerzo exquisito para su amo y señor. Ella había aprendido como le gustaba a Sylarok el pan ligeramente tostado, y que prefería el caldo con una pizca de hierbabuena además de la carne sellada a su punto. Era absurdo, sí, pero cada pequeño detalle la hacía sentir útil. Necesaria.

La puerta del despacho del príncipe estaba entornada. Celeste tocó suavemente antes de entrar.

—Su alteza… traje su almuerzo.

Sylarok levantó la vista de los documentos que revisaba, y sus ojos —siempre tan imperturbables— se suavizaron apenas al verla.

—¿Lo hiciste tú o Ryujin?

Ella asintió, sin mirarlo directamente.

—Sí. Yo lo hice. Pensé que… preferiría algo caliente y jugoso. Hace frío hoy.

Él dejó la pluma a un lado y se incorporó. La observó mientras ella colocaba con cuidado la bandeja sobre la mesa pequeña junto a la chimenea. Aun con la tela sencilla que llevaba puesta, su silueta le parecía más elegante cada día. Quizá era por la forma en que caminaba ahora, o cómo hablaba con más mesura.

—Celeste —la llama, sin moverse.

Ella se tensó.

—¿Sí?

—¿Por qué evitas mirarme a los ojos?

Ella dudó un instante, y luego apretó los dedos contra el vestido.

—No lo hago a propósito. Es solo que… no quiero incomodarlo.

Sylarok caminó hasta ella, pero no acortó la distancia del todo.

—Lo único incómodo es que parezcas tener miedo de mí, cuando ya estábamos tan cercanos.

Celeste levantó la mirada, apenas un segundo, y luego bajó la vista otra vez. Su corazón le latía con fuerza, como si el silencio del castillo le prestara eco.

—No le tengo miedo. Solo… respeto.

Él esbozó una sonrisa leve.

—Puedo pensar que eres bipolar. Si no me temes, entonces acompáñame a almorzar. Si vas a cocinar para mí, quiero saber qué opinas de tu propio sazón.

Ella dudó, pero asintió. Y se sentó frente a él.

Los días pasaban con la lentitud exacta que requiere el hielo para derretirse. Celeste seguía entrenando con Ryujin, que se había propuesto que no la avergonzara ningún noble en el baile real.

—Sostén la taza como si sostuvieras una promesa —le decía, corrigiéndole la postura con una paciencia que no solía mostrar con nadie más.

—¿Una promesa? —preguntó ella, frunciendo el ceño.

—Sí. Firme, pero sin romperla. Suave, pero sin soltarla.

Ambos compartieron un momento tranquilo y luego ella se retiró para continuar con sus responsabilidades.

A veces Celeste se reía. A veces quería llorar. Pero cada día se le veía más erguida, más segura, más refinada. Ryujin incluso la veía a veces en el salón de bordado, donde estaban terminando el vestido que usaría en el baile.

Era un vestido de terciopelo verde esmeralda con hilos dorados en los bordes. Aún no se lo había probado entero, pero verlo colgado en el maniquí le hacía latir el corazón con una mezcla extraña de temor y esperanza. ¿Y si se burlaban de ella? ¿Y si no era suficiente?

Pero luego recordaba los ojos de Sylarok cuando la observaba en silencio, y algo en su pecho se calmaba.

En las tardes, Celeste pasaba horas en la biblioteca del castillo. No porque alguien se lo exigiera, sino porque había descubierto en los libros un refugio y un arma. Aprendía modales, historia, palabras que nunca había pronunciado. Y cuanto más leía, más entendía el mundo al que ahora comenzaba a pertenecer.

El día amaneció medio nublado con probabilidades de lluvia. Celeste termino todos sus quehaceres y preparo cada comida con esmero.

La biblioteca del castillo tenía un olor particular a madera antigua, tinta seca y cuero curtido. Celeste había aprendido a amar ese aroma tanto como amaba perderse entre las estanterías. Sylarok aparecía a veces sin previo aviso, como si la buscara pero fingiera que no.

—Estás aquí otra vez —dijo él esa tarde, asomando la cabeza entre dos estantes con una sonrisa casi infantil—. ¿Estás escondiéndote de Ryujin o de mí?

Ella alzó la mirada por encima del libro.

—De ambos. Pero si quiere arruinar mi escondite, adelante.

Él se rió, una risa profunda, vibrante. Se acercó sin permiso, como siempre, y se sentó frente a ella.

—¿Qué estás leyendo ahora?

—Etiqueta para eventos reales —dijo, cerrando el tomo con un suspiro—. Al parecer, no debo rascarme la nariz durante un banquete.

—Qué tragedia —Sylarok fingió escandalizarse—. Eso elimina mi único talento social.

Celeste se rió, bajando la mirada.

—A veces pienso que todo esto es un sueño. Que me voy a despertar en la aldea con las manos sucias y la barriga vacía.

Sylarok la observó un momento, serio.

—Si lo fuera, ¿querrías despertar?

Ella lo miró. Su rostro tenía esa mezcla desconcertante de nobleza y travesura. Y por primera vez, no supo mentir.

—No.

El príncipe se levantó sin decir más y, para sorpresa de ella, se colocó detrás de la mesa donde ella estaba sentada. Luego, con toda la naturalidad del mundo, tomó a Celeste por la cintura y la levantó como si no pesara más que una pluma.

—¡Oye! ¿Qué estás haciendo?

—Explorando una fantasía mía y enseñando que esto no es ningún sueño—respondió con una sonrisa mientras la sentaba sobre la mesa de lectura—. ¿Te molesta?

—Depende. ¿Cuál es la fantasía?

—Esto.

Y la besó.

Fue un beso cálido, seguro, pero también curioso, como si él también quisiera descubrir qué significaba eso que se les venía formando entre silencios, bandejas y miradas robadas. Las manos de él se apoyaban en sus muslos, sin prisa, y ella... se dejó llevar. Por primera vez, no se preocupó por si lo hacía bien, o si alguien los veía, o si era digna.

Cuando abrió los ojos por un segundo, entre beso y beso, vio un pequeño destello dorado sobre la piel del cuello de Sylarok. Parpadeó. ¿Era su imaginación? ¿Una chispa del fuego lejano? ¿O acaso...escamas doradas?

—¿Sylarok...? —murmura entre beso y beso—. ¿Te estás... iluminando?

Él soltó una risita, y al separarse apenas un poco, sus ojos brillaban con picardía.

—¿Te preocupa que me esté prendiendo fuego?

—¡No lo sé! ¡Dime qué eres realmente! ¡Todo es posible!

—Tranquila, no planeo asarte. Aunque... si insistes, puedo calentarte los pies en invierno.

Ella soltó una carcajada nerviosa, medio empujándolo.

—¡Cállate!

—Hazme callar tú —susurra él, y la volvió a besar.

Era absurdo. Maravilloso. Irreal. Si esto era un sueño, pensó Celeste mientras se aferraba a su camisa, entonces no quería despertar. Nunca.

Pero, como en todo sueño bueno, alguien tenía que arruinarlo.

¡CRASSSSH!

La puerta de la biblioteca se abrió de golpe con un estruendo que hizo temblar hasta las estanterías.

—¡Por todos los cielos...! —gritó Celeste mientras Sylarok la bajaba de un salto como si fueran niños robando galletas.

Sky, el enorme lobo, trotó dentro con total desparpajo, lengua afuera y cola moviéndose como una bandera como si los buscara.

—¿¡En serio!? —rezongó Sylarok, limpiándose los labios con el dorso de la mano—. ¿Ahora, sky?

El lobo lo miró, inclinó la cabeza... y estornudó.

Celeste se tapó la boca para no reírse, con las mejillas encendidas.

—Creo que le caigo bien —dijo ella, sin poder contener la risa.

—O te quiere solo para él—gruñe Sylarok, dándole una mirada fulminante al lobo—. Eres peor que un chaperón.

Sky aulló alegremente, como si estuviera de acuerdo.

Celeste suspiró, aún temblando entre la vergüenza y la emoción.

—Bueno... al menos no soñé eso.

Sylarok se acercó una vez más, le susurró cerca del oído:

—No. Pero si sueñas otra vez conmigo… asegúrate de que no haya lobos cerca.

Y salió, seguido por Sky, que trotaba feliz como si hubiera cumplido con su misión sagrada: salvar la castidad del reino.

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María teresa Chirinos
/Proud/
María teresa Chirinos: atrapada en el primer capitulo
total 1 replies
eva quispe
es genial😊👏
Adela Arias Montoya
Excelente
Nina Divas
Que tierna 😍
Nina Divas
Me encanta esta trama ☺️
Nina Divas
Que emoción 🥰
Nina Divas
Jajaja impresionado el chico más tímido 🫣
nelida guzman
cinco estrellas por qué se las merece la mejor historia de romance antiguo q he leído me atrapó desde el principio la amo
Leyanis Guzman: siiiii
Mckasse Escritora: gracias por leer
total 2 replies
Nina Divas
Surgirá el amor entre ellos que hermoso me encantan estas historias ☺️
Nina Divas
Muy interesante historia 🤔
Paola Cordero
Muy buena trama espero pronto más capítulos 🙏🙏🙏🙏
Franshesca Acosta
la peor traición no viene de un enemigo 🤣🤣🤣🤣🤣
Mckasse Escritora: jajaja siiii
total 1 replies
eva quispe
amooooooooo
eva quispe
el alcahuete jajaja😂😂😂
Mckasse Escritora: metiche le decimos aquí en República Dominicana, también él pelo en la sopa, come boca, lleva vida, ect
total 1 replies
Adeilis Velázquez Mederos
Me gusta mucho la historia
bruja de la imaginación 👿😇
muy bonita la historia
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