Matteo y Andrómeda, descubrirán que la vida puede sorprender de una manera sorprendente.
Que la llegada del uno al otro, será la responsable del cambio en sus vidas.
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Capitulo 20
Amaneció y todo estaba en silencio en ambas habitaciones, las chicas ya estaban tomando un desayuno y algo para la resaca, un buen café que las despertara bien, ya que tenían que regresar ese mismo día por la tarde.
Mientras tanto, la alarma de ambos hombres sonaba y sonaba, despertando bien desorientados y sin una prenda en su cuerpo, buscaron a ambos lados y estaban solos, pero con una nota, como si ambas se pusieran de acuerdo.
_Qué nota le dejaste?_
📝 Reunión en una hora, tu traje está listo, el desayuno está reservado en l restaurante.
Andrómeda se echó a reír.
_No puede ser, dejé una nota también, solo cambian las palabras._
📝 Reunión en una hora, señor Santos, Traje con suéter, cuello largo para que no digan que pasaste la noche con una vampira.
Mientras ellas reían, ambos hombres se veían al espejo, no podían pedir más de ellas, buenas en la cama y buen gusto en la moda, salieron y ya sus guardaespaldas los esperaban afuera, llegaron al restaurante y se encontraron, decidieron tener la reunión en ese mismo lugar, así salir de eso temprano para ver a las chicas, que ya estaban en un centro comercial comprando algo para sus tesoros.
_¡Andrómeda!_
Ambas chicas voltearon al ver que era la voz de quien menos imaginaron ver, pero lo más sorprendente era verlo vestido de uniforme militar.
_¿Josué?_
Andrómeda se acercó saludando amablemente.
_¿Cómo están? Tiempo sin verla, supe que se habían ido..._
_¿Tu esposa?_
Pregunto Roberta muy seria.
_Está en casa, te busqué por mucho tiempo Andrómeda, quería pedirte disculpas, mi esposa me había dejado cuando se enteró lo que hice, te busco para pedirte una disculpa y devolverte todo lo que me habías dado, me asimile a la academia, de verdad les pido una disculpa, un año después logré que ella me perdonará, tenemos un niño de Tres Años._
Roberta, bajo la guardia, era bueno que sintiera culpa y eso ya quedaba en el pasado, para ambas su vida había cambiado al tener a sus dos tesoros, que decidieron no mencionarlos.
_No te preocupes, ya eso quedó en el pasado, fue un placer verte y dejar todo en el pasado._
Josue sonrió.
_¿Les puedo dar un abrazo?_
Roberta se lo dio rápido, Andrómeda se acercó y lo abrazo fuerte, un abrazo que dejaba todo eso en el pasado, lo que ellas no sabían, era que ambos hombres estaban viendo la escena y no les hizo gracia, ellas continuaron en sus compras, al igual que sus hombres que también buscaban regalos para los mellizos, aunque más vigilaban a las chicas.
Un par de horas, decidieron mandarle mensajes que regresaban ya al hangar a esperarlos, ellos rápido compraron y se fueron al lugar, pero asegurándose que ellas llegarán primero, un par de minutos aparecieron.
_¿Listos señores?_
Matteo metió a Andrómeda en una esquina y la tomo por el cuello.
_No me gusta que toquen lo que yo estoy usando, que sea la última vez que abrazas a alguien así._
Andrómeda sonrió y quitó su mano.
_Solo fue una noche, Señor Santos, ¿que le hace pensar que yo quiero que vuelta a pasar? Y yo soy mía, decido quién me toca y quien no._
Andrómeda terminó de hablar y lo dejo ahí solo, lleno de rabia y celos, imagino que podía dominarla a su antojo, tenerla cuando él quisiera, pero no era así, Arturo no quiso reclamar nada, vio como ella lo abrazo de mala gana y hacerle una escena de celos, era perderla por un tiempo más.
_¿Qué pasa nena? ¿Quieres ir de copiloto?_
Andrómeda asintió.
_Es un idiota, insinuó que soy un objeto de su propiedad, que nadie debe tocarme, ¿puedes creerlo?._
Roberta arqueó una ceja, como se le ocurría decir eso, mientras ellas esperaban el permiso para despegar, Matteo no sabía que hacer, había usado las palabras incorrectas, no podía expresarse así, pero los celos lo segaron.
_¿Qué le dijiste?_
_La traté como un objeto, no pude contenerme, no me gusta que la toquen._
Arturo suspiró, no sabía quién era más idiota si Matteo o él, lo único cierto era que se le haría muy difícil hacer que se le pasará el enojo a Andrómeda, él vuelo fue eterno para ambos, y él sabía que ella estaba molesta y mal, ya que fue Roberta quien anunció que era la piloto.
El tiempo pasó y al aterrizar, Matteo pensaba en que excusa sacar para qué aceptarán que ellos la llevaban a su casa.
_No es necesario._
Andrómeda se negó a ir con ellos, se despidió de su compadre y de Matteo como jefe, subió a un taxi junto a Roberta y se fueron, al llegar fueron recibidas por sus tesoros.
_¡¡Mamá, Tía!!_
Fue corto el abrazo, ya que sus regalos eran más importantes en ese momento, segundos más tardes, el timbre fue tocado, dos de los hombres de Matteo llevaron unas bolsas de regalos, de parte de Matteo, la emoción de ambos no cabía en su pecho, mientras Andrómeda solo deseaba regresar eso, pero sus hijos no tenían culpa de nada.
_ Ya olvida eso, estoy segura de que vendrá a tus pies por perdón.
_No, no quiero, que se busque una sumisa._
Roberta solo se quedó riendo de ella, sabía que no se resistía a una disculpa de ese hombre con tal de tenerlo otra vez.
_No la vas a comprar dándole regalos a sus hijos._
_¿Estás loco? Esos regalos se los doy con todo mi corazón._
Matteo se puso su traje y se fue a su mansión, sin dejar de pensar en por qué esa actitud, por qué tantos celos, si solo era atracción física lo que decía tener por ella, no quería admitir que le gustaba mucho más.
Andrómeda era más decidida y solo iría por su trabajo, no quería seguir cayendo en el juego de Matteo, ya que sentía que podía salir perdiendo ella y sus hijos también, cosa que no se perdonaría ella, la solución era frenar eso antes que todo se saliera de control.
1) Roberto no puede ser tan posesivo y cambiar su postura y
2)no es posible que estos otros todavía no piensen en aquella noche