En un mundo donde las mujeres están infravaloradas, Una Ceo que se aferra con todas las fuerzas a permanecer y ser la mejor en el ambiente llenos de hombres.
Lara Parisi lo tiene todo:juventud, belleza,una fortuna heredada y un imperio empresarial a sus pies. Pero detrás del lujo, hay una presión silenciosa que no la deja respirar: la obligación de tener un heredero para mantener su legado y complacer las expectativas de una familia que no perdona desvíos del plan.
Cuando un viaje de negocios la lleva a Italia, una noche de pasión con un desconocido lo cambia todo. Lo que parecía ser un escape sin consecuencias se convierte en el inicio de un torbellino emocional, cuando descubre que está embarazada.. de gemelos.
Y como si no fuera suficiente, Owen Bracco, el misterioso hombre que creyó haber dejado en el pasado, reaparece como asistente de su mayor rival.
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“El peso del apellido”
Narra Lara
Al regresar a la reunión, todos fijan sus ojos en Owen y en mí. Cosas que no me importan. Vuelvo a mi asiento, y mientras Kassy continúa hablando, me muestra en la laptop por dónde va. Veo que ya está terminando con lo que escribí en la laptop.
Sigo escuchando hasta que ella termina.
–Ahora le dejo a la Jefa para que continúe–dice Kassy.
–Pido una disculpa por haber tenido que interrumpir y salir así de la reunión, pero como algunos ya pueden notar y ver, estoy en espera de bebés y los malestares de vez en cuando no son nada fáciles, espero entiendan.
Cómo Kassy dijo, estos cambios se efectuarán a partir de mañana, excepto ya dos cambios que desde ayer entraron en función: el de Kassy y el señor Owen Bracco.
Al concluir la reunión, cada uno vuelve a sus respectivos lugares de trabajo. Sin embargo, yo voy a la oficina de Kassy. Toco y, al recibir un adelanto de ella, entro.
–Kassy, lo que viste fue... –No me deja hablar y me interrumpe.
–No tienes que explicarme nada, no te preocupes, es el padre de tus bebés, es algo normal, si no pues ¿cómo lo hicieron?–dice con una sonrisa cómplice.
–Gracias, pero este es el lugar de trabajo y eso no debió pasar–respondo con una mezcla de molestia y vergüenza.
–Es tu oficina y estaba en el baño de tu oficina, no tienes por qué atormentarte con eso, tranquila–me anima.
–Vale, gracias por ir a ver cómo estaba–digo, agradecida.
–Sabes que no tienes que agradecerme–me responde.
–Hablamos más tarde, iré a ver qué trabajo hago, de los tantos que tengo–digo, poniéndome cerca de la puerta para salir.
–Solo tómalo con calma–me dice Kassy.
Vuelvo a mi oficina y así transcurre la mañana y la tarde. Aún me estoy quedando en casa de mis padres, pero ya tengo pensado volver a mi departamento pues estaba con ellos por el riesgo. Ya volví al trabajo y todo está bien.
No me malinterpreten, amo estar con mis padres y vivir con ellos, pero amo estar en mi apartamento y ser más independiente. Sé que ustedes me entienden...
Así que le indico al chófer que me lleve a la casa de mis padres una vez más... en el camino recibo una notificación de mensaje, así que desbloqueo el celular y comienzo a leer:
Ame volver a sentir tus labios y aún más sentir a mis bebés moviéndose dentro de ti. Sentí una sensación increíble, y créeme que aquí me tendrás para apoyarte y estar con ustedes siempre que me necesites y quieras que yo esté. No quiero hacerte enojar ni que te sientas presionada conmigo, pero sí quiero una buena relación contigo y sobre todo estar presente contigo y los bebés.
Al terminar de leer esto, mis ojos se llenan de lágrimas. Estos cambios me tienen tan sentimental y sensible, por Dios, yo no soy mujer de llorar por cosas así. Aunque pensándolo bien, nunca nadie había sido así conmigo, nunca había permitido que un hombre fuera así conmigo, pero a pesar de mi carácter y de todo, él se ha quedado aquí, se ha quedado y quiere estar conmigo.
El chófer se para y me doy cuenta que ya estoy en la casa de mis padres. Salgo del auto y camino hacia la entrada.
Cuando entro voy directo a la sala para saludar a mis padres, pero al ver que están sentados junto con Aiden, me freno. Algo me dice que algo va a pasar.
–Buenas noches–digo aún parada, sintiendo cómo me aprieta un nudo en el estómago.
–Buenas noches, mi niña–dice mi madre, con una sonrisa que no logra ocultar la tensión.
Mi padre y Aiden solo se miran.
–¿Qué haces aquí, Aiden?–pregunto, tratando de mantener la calma.
–Lara, toma asiento, tenemos que hablar–dice mi padre con voz firme.
Le hago caso y me siento al lado de mi madre, mientras trato de controlar el temblor en mis manos.
–Lara Amber, es cierto que los bebés que estás esperando son hijos de un don nadie que trabaja en tu empresa, y que justo ahora decidiste ponerlo como administrador de todas las industrias–su voz es cortante y llena de reproche.
Ya me imaginaba que algo estaba pasando aquí, pero que rápido le vino esta mujercita con el cuento a mi padre, para poco hombre y chismoso, busquenlo.
–Sí, es cierto que el padre de mis hijos no tiene dinero, y también está allá en la empresa–digo con toda paciencia, aunque mi corazón late fuerte.
–¿Por qué hiciste eso? Se suponía que tenías que tener un hijo con alguien de tu mismo nivel o más, no con menos–insiste, mirándome con decepción.
–¿Cuándo me dijiste eso, padre?–le respondo, sorprendida.
–No digas ridiculeces, eso no era algo que debía decirte–su voz baja, pero sigue firme.
–Simplemente pasó, yo tampoco imaginé quedar embarazada tan rápido, pero pasó–explico, tratando de no quebrarme.
–¿Y con qué derecho lo pones en la empresa como administrador?–cuestiona Aiden, su tono tiene una mezcla de molestia y arrogancia.
–No sé si el machista aquí presente te dijo bien, pero era su asistente y quien me defendió y ayudó cuando casi pierdo a los bebés por culpa de este idiota. En serio, padre, aquí lo tienes: Owen es licenciado en administración de empresas y sé que sabrá manejar la empresa muy bien. Y por si no recuerdas, es mi empresa–respondo, con voz firme y mirada directa.
–Sé que es tu empresa, pero eso no significa que puedas estar quitando y poniendo gente a tu antojo. Sé bien por qué despediste a Aiden, pues lo tenía merecido, pero a pesar de todo es un gran profesional y lo empresarial no tiene que ver con lo personal–insiste, intentando mantener la autoridad.
–¿En serio dices eso? Si hubiera perdido a los bebés, ¿cómo hubieran sido las cosas? Lamento tanto no haber sido el gran orgullo que hubieras querido, o darte los hijos de alguien importante, pero sabes qué: ese hombre que será el papá de mis hijos es quien me ha ayudado y estado pendiente desde que me conoció. Mamá, por favor, ¿quieres decirle algo?–le digo, mirando a mi madre.
–Hija, eres un gran orgullo para nosotros y lo sabes. Y para ti, lamento que para ti tu hija no llenara los requisitos que querías, pero para mí eres la más grandiosa hija y sé que así mismo serás como madre. Si yo hubiera sido pobre cuando me conociste, ¿no te hubieras casado conmigo porque era pobre?–le pregunta mi madre a mi padre, con voz suave pero decidida.
–Eso era diferente, me enamoré de ti, y te hubiera aceptado sea quien sea–responde él, bajando la mirada.
–¿Y qué crees tú? Si nuestra hija se enamoró de él y le importó quién sea esa persona–añade mi madre, mientras me aprieta la mano en señal de apoyo.
Mi padre se pone de pie y habla muy fuerte, con la ira reflejada en su rostro.
–No me interesa ni me importa si te enamoras o no, no aceptaré que mis nietos lleven el apellido de un don nadie, y punto–su voz retumba en la sala.
Siento que me hierve la sangre, y el corazón me late con fuerza. Levanto la cabeza, con los ojos brillantes de rabia y dolor.
–Pues tampoco tendrás a mis bebés, no los verás en tu vida. Y hasta hoy me vuelves a ver a mí. Me largo de la casa–digo, demasiado molesta, mientras subo los escalones en busca de mis cosas.
Antes de salir, en mi mente aparece una imagen de Owen. Su mensaje, su apoyo incondicional, esa sensación de que, por primera vez, alguien realmente está conmigo. Y eso me da fuerza para seguir adelante, aunque el mundo entero esté en mi contra.