Diana León, una joven de 24 años que lucha día a día por sus sueños. Ilusionada con el amor.
Marcus Smith, un joven de 27 años, hijo de familia adinerada, trabajador, mujeriego y odia el compromiso.
Sus caminos se verán cruzados con una incómoda situación, alguien los ha casado por error y los jóvenes deberán asumir esa responsabilidad sin ninguna otra opción.
Podrán Marcus y Diana sobrellevar la situación sin involucrarse sentimentalmente?
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Capítulo 21
Diana
Después de caminar un tiempo largo, al fin paró un taxi, le di la dirección al señor y me llevó hasta el lugar.
Al llegar pude observar que se trataba de una casa de campo muy bonita y con muchas plantas alrededor.
Le dije al señor del taxi que me esperara en la calle en lo que yo iba dentro a chequear que todo estuviera bien. Y que le iba a pagar todo lo que costaba ese momento.
Y así lo hice, me demoré aproximadamente media hora, ya iba de salida y cuando llegué a la entrada, el taxista ya no estaba.
Miré hacia todos lados y no veía a nadie, entonces decidí volver a la casa, ya estaba haciendo mucho frío.
Intenté comunicarme con Samanta pero no tenía señal en el celular.
El tiempo pasaba, la noche se acercaba y mi preocupación comenzaba a hacerse presente.
Decidí encerrarme bajo llave para sentirme mas segura.
Llegó la noche y comenzó a llover, en verdad las cosas no podrían ponerse peor.
Me senté frente a la estufa de leña para sentir algo de calor mientras intentaba comunicarme pero era en vano.
De pronto oí un coche detenerse en la calle, observé por la ventana pero todo estaba oscuro al parecer afuera de la casa no había ningún tipo de iluminación.
De pronto de entre las plantas vi la figura de una persona que se acercaba a toda prisa hacia la casa.
Pronto tocó la puerta reiteradas veces sin hablar .
Aterrada me acerqué a la puerta con un trozo de leña en la mano, dispuesta a golpear a quien fuera.
- Quién eres? Estoy armada, vete - grité mientras levantaba mi arma improvisada.
- Diana, te encuentras bien? Soy Marcus abreme la puerta me estoy empapando aquí - dice él con su voz ronca.
- Marcus ? - dije abriendo la puerta.
Ahí estaba él, completamente empapado, su peinado habitual estaba algo aplastado por el agua, pero aún así lucía muy atractivo.
- Y bien? Me dejas pasar? - dijo él viéndome con sus profundos ojos negros.
- Claro, adelante - digo bajando el trozo de leña que cargaba en mis manos.
- Qué haces con eso? Ibas a golpearme ? - dice él con una sonrisa burlona.
- Bueno, tenía miedo y no sabía quién eras - digo colocando la leña en su lugar.
- Yo que tú tendría miedo de todas formas - dice él.
Yo solo río, pero cuando volteo a verlo puedo notar que él solo luce serio viéndome.
- Estás empapado, te vas a resfriar - digo viendo su ropa.
- Estaré bien, además es solo mi abrigo el que está mojado - dice él quitándoselo.
- Pero dime, cómo fue que llegaste aquí? - pregunto confundida.
- Mi madre, me ha dicho que enviara a alguien por ti ya que Iván no podría hacerlo, y al ver que pasaban las horas y no volvías, decidí venir personalmente - dice él, sacudiendo su cabello.
- Entiendo - digo tomando asiento.
Pasamos varios minutos y ninguno de los dos hablaba. Hasta que decidí romper el silencio.
- Si quieres puedo servirte un poco de café que he preparado - digo señalando la cocina.
- Está bien, te lo agradeceré mucho - dice él muy formal.
Entonces voy hacia la cocina y sirvo una taza de café, camino hacia él y extiendo mis manos alcanzado con la taza.
Él la toma, pero también toma mis manos, las yemas de sus dedos acarician la piel mis manos de manera suave.
Se pone de pie, haciendo que me sienta pequeña por tu intimidante estatura. Él me quita la taza y la deja sobre un mueble pero sin alejarse de mí.
Con sus manos frías me toma del cuello suavemente haciendo que mi piel se erice, posa sus pulgares sobre el lóbulo de cada oreja.
Una de sus manos acarició mi mejilla izquierda, yo estaba allí inmóvil ante sus caricias.
Inclinó su rostro lentamente y me besó, mi boca devoraba sus labios carnosos y suaves, su lengua jugaba con la mía.
Sus manos estaban ahora en mi espalda y me acercaba más a él, haciéndome sentir la calidez de su cuerpo.
Pronto Marcus se deshizo de su chaqueta, quedando solo con una playera negra de mangas largas.
Seguido de aquello, también se deshizo de mi abrigo, me presionaba más hacia él, me besaba de forma desenfrenada.