El Regreso De La Villana

Dos fuentes nos dieron la bienvenida a la fiesta de té. En ellos se podían ver peces dorados, una raza muy valiosa y rara a la vez.

Mis pies pisaban una alfombra roja que nos dirigía a una gran mesa hacia adelante. La mesa está muy decorada, todo estaba cubierto de oro.

Cuando caminé hacia adentro, unos sirvientes con ropa sumamente lujosa nos atendieron. Nos ayudaron a sentarnos, jalando las sillas para que nosotras nos sentáramos.

Todo estaba puesto perfectamente. Las vasijas a simple vista se veían valiosas hasta podría tener miedo de romperlas al tocarlas o simplemente al mirarlas.

La señorita Barnes estaba sentada en el centro esperándonos con una sonrisa en sus labios. La luz de la habitación era bastante abrasazadora, había una gran claridad en el lugar.

Las teteras y las tasas de té brillaban por la luz del sol. Era bastante radiante a lo que acostumbraba en una fiesta de té, pero sin duda alguna era esplendido.

Los sirvientes no tardaron en aparecer para servirnos el té y los bocadillos dulces que acompañaba perfectamente al té negro.

Y habían más sorpresas...

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...PUNTO DE VISTA DE LA TERCERA PERSONA...

Ya había terminado la hora de té de la Señorita Inés por lo que las señoritas ya habían empezado a salir de las puertas de la Mansión. Casi todas las señoritas hablaban de lo grandioso que había sido esa fiesta de té.

—¡¿No es hermoso mi collar?!— Presumió una Señorita el collar que llevaba en su cuello.

Todas las señoritas habían salido con un hermoso collar de diamantes como regalo de la señorita Inés por asistir a su fiesta, o como soborno para ganar.

—Creo que ninguna fiesta de té se comprará a esta.— Exclamó otra Señorita segura y las otras siguieron convencidas que así sería.

—Bueno, Señoritas. Es hora de ir a la fiesta de té de la Señorita Vertron.—

Interrumpió la Madan haciendo que todas callaran y asintieron para luego dirigirse hacia donde estaba Anya.

—Parece que disfrutaron de la fiesta de té de la señorita Barnes.— Comentó la joven de Cabellos plateados.

—Bueno... Les invito a otra fiesta de té. Espero que sea de su agrado.—

Dijo la hermosa joven de cabellos plateados haciendo señas a que pasaran entre las puertas que habían sido descubiertas en ese mismo instante.

Todos quedaron con la boca casi abierta por el asombro. La mansión no era la misma. No era extravagante como la de a lado, pero transmitía una bienvenida acogedora. Algo que sin duda era primordial para una fiesta de té.

Madan Rubbie no pudo evitar sonreír satisfecha. Lo que veían sus ojos era perfectamente hermoso, sin quitar elegancia y calidad.

Toda la mansión estaba pintada de color blanco y los marcos de las puertas y las ventanas estaban pintadas de color dorado. Estaba decorado con bellísimas rozas que le daban gracia y belleza.

No se podía decir que era una mansión sencilla, algo común; pues no lo era. La combinación era peculiar como su misma anfitriona.

...PUNTO DE VISTA DE MADAN RUBBIE...

Al entrar por las puertas, una agradable brisa me abrazó. Después... una fragancia dulce llegó a mis fosas nasales haciendo que cerrará mis ojos para poder disfrutarla.

Miré por todas partes, y el lugar me pareció encantador. Había rosas por todos lados de las dos paredes. Es como si estuviera adentro de un túnel de bellas rosas brillantes. Sí, las rosas son peculiares, como si fueran hechas de diamantes, pero estoy por ciento segura que son reales.

Los rayos del sol que se escabullian por los orificios del túnel, hacían más irreales a las rosas. Es increíblemente mágico, confundiendo mi sentido de la racionalidad por la maravillosa vista que tenía de este lugar.

La brisa del exterior chocaba con las rosas despegando algunos pétalos que después volaban directamente hacia nosotras. Era como si estuvieran dándonos la bienvenida a una casa de fantasía.

La señorita Vertron se detuvo, y en posición de que iba abrir la puerta blanca que tenía una decoración encantadora. Nos miró sonriendo y cuando la abrió un delicioso olor se inundó en mis fosas nasales, haciéndome imposible callar mi boca.

—¿Puedo comerme una rosa?—

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Por otro lado. En el instituto se encontraba un señor que parecía el jardinero; recortando los arbustos. Pues ya habían crecido unas ramas deteriorando la forma de un rectángulo largo.

Empezó a cortar y a cortar, pero extrañamente un sonido extraño lo detuvo. Frunció levemente su ceño y acercó su oído al arbusto.

Cuando no escuchó nada pensó que sólo había sido imaginaciones suyas y cuando iba a proseguir con su trabajo. Escuchó un traqueteo similar al de una rama quebrarse.

Empezó a buscar entre el arbusto y al percatarse de un agujero anormal en los arbustos, se adentra para descubrir lo que hacía ese ruido. No le gustaría que algún animal destrozara su trabajo y después le echaran la culpa a él. No, no se lo permitiría.

Se encontraba oscuro, por lo que no alcanzaba ver casi nada. Bajo su mano derecha hasta el bolsillo de su pantalón para tomar su linterna y de repente, escuchó otro ruido.

Por la sorpresa, se quedó inmóvil por unos segundos. Mirando por todos los lados, tratando de ver que era lo que hacía ruido y cuando otra vez escuchó el ruido rapidamente sacó su linterna y alumbró, llevándose una grata sorpresa que lo hizo gritar de miedo.

Se cubrió la boca con la mano que tenía las tijeras y miró con los ojos bien abiertos. Había un montón de sirvientes desmayados y acostados en el suelo.

El pobre swñoe no podía creer lo que sus ojos veían y cuando escuchó nuevamente ese ruido. Corrió a la salida con todas las fuerzas que pudo.

Corriendo hacia adentro del instituto hasta las puertas de la oficina del director.

— ¡Director! director.—

Gritaba con desesperación y unos segundos después, la puerta se abrió.

—¿Por qué tanto escándalo?—

Preguntó el apuesto director desconcertado.

—Ha, hay ... (con la respiración acelerada) un montón de personas muertas.—