Fui la mujer perfecta
En la oscuridad descubrí el placer, descubrí que mis piernas no eran para cerrar, que mi lengua podía acariciar y herir con el mismo arte.
Aprendí a gemir con rabia y a dominar con las caderas.
Ahora regreso. Con vestidos de seda y piel perfumada, con un cuerpo que aprendí a usar como un arma.
Él cree que vuelvo para cumplir aquella promesa. Cree que aún soy suya.
La mujer perfecta ha muerto. Lo que queda… es una diosa del placer y la venganza.
No viene a buscar amor. Viene a cobrar.
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Querida
El día lunes había llegado. Débora se subió al jet. El avión había despegado y ella miraba por la ventana, cuando de pronto una azafata se acercó a ella.
—Señora, su café.
Débora volteó y, al mirar el café, pudo observar el vientre ligeramente aumentado de la chica.
Débora: —¿Está embarazada?
—Sí, señora —dijo la chica tímidamente.
Débora tomó el café.
—Felicidades, le deseo una feliz maternidad.
—Gracias, señora.
La chica se apartó mientras acariciaba su vientre. En ese momento, Débora también acarició el suyo y un recuerdo vino a su mente.
Flashback
Ahí estaba ella, con 19 años y el vientre abultado, en una pequeña casa. Llovía muy fuerte. El viento se filtraba por la rendija de la madera seca y algo podrida. Las tablas viejas crujían. Ella, con un nailon y cinta adhesiva, cubría donde hacía falta una madera.
Después de terminar, se fue a aquella pequeña cama donde una vela pequeña brillaba. Se sentó y sintió las patadas del bebé en su vientre. El bebé se movía con cada trueno que caía.
—Tranquilo, mi amor, no tengas miedo. Tu mamá te cuidará por siempre —dijo con una sonrisa mientras acariciaba su vientre.
Fin del flashback
Débora volvió al presente. Una lágrima corría por su mejilla. Inmediatamente la secó y volvió a su postura erguida. Después de muchas horas de vuelo, el avión llegó a Rusia.
Iván se acercó.
—Acaba de comenzar una fuerte nevada. Debemos esperar en el avión hasta que pase. Sería peligroso caminar, el suelo está muy resbaloso.
Débora: —Bien, esperamos entonces. Antes de llegar a casa quiero pasar a otro lugar.
Iván: —Como ordene.
Estuvieron tres horas en el avión hasta que la nevada cesó. Luego tuvieron que esperar a que despejaran el camino. Cuando por fin bajó, Débora se dirigió a la azafata embarazada.
—Pasa por la oficina de recursos humanos.
—¿Sí, señora? ¿He hecho algo malo?
Débora: —No, simplemente haré que te envíen antes a descansar y que te paguen un 20 % más de tu periodo de maternidad.
—Se lo agradezco, señora.
Débora: —No me lo agradezcas, cuida de tu embarazo y disfrútalo.
Después de eso, la azafata se marchó. Como siempre, Débora caminó con postura erguida y elegante. Mientras la joven lloraba de alegría, otra se acercó a ella.
—La señora es buena en todas las empresas que están bajo su mando. Las mujeres embarazadas tienen muchos más beneficios que otras.
—Es un ángel.
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El coche siguió su camino.
—¿A dónde vamos?
Débora: —Al cementerio.
Iván asintió y el coche se dirigió a ese lugar. Cuando llegaron, Débora se bajó y le pidió que la esperara en el coche. Caminó por el lugar hasta llegar a una tumba sin nombre, muy bien cuidada, que tenía un pequeño ángel encima. La tumba estaba cubierta por la nieve.
Se quedó ahí por un largo rato, dos horas, sin decir nada, solo observando. Luego se retiró y se fue hacia el coche. Se subió.
—Vamos a casa.
El coche siguió su camino hasta llegar a una gran mansión, donde se estacionó. Los empleados salieron a recibirla. Ella bajó del coche con mirada firme, saludó y luego entró a la mansión, donde un hombre con bastón la esperaba. Era mayor pero muy atractivo.
Se acercó a él y lo abrazó.
—Te extrañé, esposo.
Yegor: —Yo a ti, querida. ¿Cómo te fue en tu viaje?
Débora: —Muy bien, algo cansada, pero muy bien. Todos están contentos con mi trabajo.
Yegor: —Me alegra, por cielo. Por cierto, unos amigos vendrán a cenar.
En ese momento llegaron los invitados de Yegor: una pareja casada. Una de ellas era la mejor amiga de la difunta esposa de Yegor. La cena fue un éxito, o eso parecía.
—Yegor, me preocupa tu salud.
Yegor: —Desde que Katia murió, mi salud ha ido en decadencia. Por suerte tengo a Débora; ella es un alivio en medio de mi pena.
Débora: —Cariño, sabes que siempre voy a estar a tu lado.
Los cuatro se fueron a platicar, hasta que los hombres se retiraron al despacho. Débora estaba en el balcón tomando una copa de vino, cuando se le acercó ella.
—Irina: Vaya, que eres fuerte. Yo no podría soportar que mi esposo recordara con tanto cariño a su difunta esposa, aunque claro, Katia era una mujer inolvidable, elegante, hermosa, de una familia pudiente.
Débora: —Querida Irina, estoy segura de que sí podrías soportar que tu esposo recordara a su difunta esposa. Digo, soportas muy bien a sus amantes. ¿Cómo se llamaba la última? Soraya, era mexicana, cubana... aaa, sí, colombiana, 23 años. Sé que le regaló un apartamento en Medellín. ¿Quieres algo dulce? Te miras pálida, creo que se te bajó el azúcar. En cambio, tu esposo está radiante, los efectos del colágeno.
Débora salió del balcón con una sonrisa en los labios, dejando a la mujer al borde de las lágrimas. Después de una hora, los hombres salieron del despacho y los amigos se fueron. Los esposos tomaron el pequeño elevador junto con el mayordomo para subir al segundo piso.
Yegor: —Querida, no me siento bien, llama al médico.
Débora: —Claro, cariño, quédate con él —le dijo al empleado.
Débora fue a llamar al médico, mientras Yegor era llevado por su empleado. En medio del camino tambaleó; el bastón cayó al suelo y él se desplomó.
Inmediatamente el mayordomo llamó por ayuda. Llevaron a Yegor al dormitorio. La mansión se volvió un caos por un momento, hasta que llegó el médico, quien dijo que la presión estaba alta, pero que logró estabilizarlo.
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Cuando el médico se fue, Débora entró a la habitación donde su esposo dormía y se acercó a él.
—Ya te vas a morir, amor.
Yegor: —Aún no te daré ese gusto —dijo con una sonrisa.
Victor a tenido paciencia con Angeline está enamorado realmente o siente culpa por lo que le pasó.
Son muchas interrogantes y ya uno siente ansiedad por saber.
Porque ese suspenso que nos tienen como fue y porque se transformó en Débora y no siguió siendo Angeline.
Que tendrá que ver Victor y su hermana
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