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Pequeña Rebelde

Pequeña Rebelde

Status: En proceso
Genre:Embarazo no planeado / Profesor particular / Amor-odio / Diferencia de edad / Donde hubo fuego cenizas quedan
Popularitas:3.9k
Nilai: 5
nombre de autor: Miry - C

La mujer con la que se iba a casar murió en el altar, pero Adiel Mohamed no podía superar es emomento, hasta que regresó a su pueblo, y unos ojos verdes los flecharon.
Se enamoró perdidamente de Kiara Salma, la sobrina del capataz de su hacienda, una chiquilla que su madre odiaba con toda el alma. Pero eso no impidió que Adiel la amara, y la convirtieran en su todo.
Lo único que logró apartarlo del lado de su amada, fue que era menor de edad, sobre todo, era su alumna, y estaba prohibida para él, en todos los sentidos.
Decidió marcharse, y regresar cuando ella fuera mayor de edad, pero antes de partir, la hizo suya, marcando la como suya, pensando en su regreso convertirla en su esposa. Pero cuando regresó, Kiara ya no estaba, ella había desaparecido. Y su padre habría muerto, lo que le dejó destrozado y desdichado por cinco años, hasta que la volvió a ver, con una niña en brazos, la cual supo inmediatamente que era su hija.
Pero resultaba que Kiara lo odiaba.

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Traición.

RELATA KIARA.

«Cuando me entero de que Adiel se ha ido de viaje con Leila pelo de lote, me desgarro en llanto. Lloro, lloro lavando trastes, barriendo la casa, lavando ropa y tendiendo las camas. Por cada esquina de esta pequeña casita dejo mis lágrimas votadas. Tengo que ahogar los gritos en la almohada para que el tío Félix no me escuche, y cuando me encuentra llorando me excuso diciendo que es por mamá, por todo lo que me contó.

Ahora sé que mi padre es el cuñado de la bruja Fanny. Esa mujer y su hermana se encargaron de dañar la reputación de mi madre, y aquel maldito que la embarazó y se marchó no hizo nada para ayudarla. Pero un día, cuando sea una profesional, lo buscaré, nada más para decirle que nunca me hizo falta, que tuve el mejor tío del mundo, que hizo bien su rol de padre y madre».

Estoy por salir de casa cuando veo pasar el auto de Adiel y mi corazón se acelera. Siento mariposas en el estómago puesto que Adiel Mohamed no solo robó mi primer beso, también robó mi corazón y es el primero en hacerlo trizas. Pasa de largo sin voltearme a ver, le veo perderse delante de la polvareda que deja.

Soltando un suspiro, tapo mi nariz y continúo caminando. Más adelante, como todos los días, se encuentra Gonza esperándome al finalizar el pueblo. Cruza su mano sobre mis hombros y caminamos abrazados hasta el instituto.

En la formación no veo a Adiel, imagino que está escondido en los baños con su reciente novia, aunque no entiendo por qué se esconden, si el pueblo entero ya rumora que terminarán juntos. Las mujeres sienten envidia por Leila pelo de lustre. Sin embargo, yo solo siento celos, unos celos inmensos que me producen ganas de arrastrarla y contarle que fui yo quien probó primero los labios de Adiel.

—Segundo de bachillerato A, al aula —ordena el inspector. En ese instante siento la aceleración de mi corazón a mil por segundo. Mientras voy caminando mis piernas tiemblan a sabiendas de que en unos minutos más, lo volveré a ver.

Vaya que me llevo una fuerte impresión cuando lo veo sentado en el escritorio, mi corazón se detiene y empieza a latir con fuerza. Mer me mira y yo no puedo ocultar el rubor en mi rostro. Adiel está con el rostro agachado y la mirada fija en un libro. A medida que me acerco al pupitre trago grueso y al llegar me siento, seguido muerdo mi uña a espera que sus azules ojos se compacten con los míos.

—¡Buenos días a todos! —pronuncia al levantarse.

—¡Buenos días, profesor! —replicamos todos juntos.

—Saquen sus cuadernos —ordena caminando hacia la puerta. Saco mis materiales y al girarme de vuelta al frente la mirada me lleva a él y es ahí donde mis ojos se compactan con los suyos, son solo segundos los que nos miramos y aquello enciende la chispa en mi corazón.

La mandíbula tensa y su mirada frívola como si estuviese enojado producen que descienda la mirada. Suspiro y me concentro de lleno en el cuaderno, mientras los demás vociferan suscitando un gran rebullicio.

—Silencio —ruge, dejando a todos en un inmune silencio—. No están en un mercado, están en mi clase y se comportan —expresa al sentarse.

Definitivamente Adiel está enojado, me pregunto ¿por qué estará así? Si se supone que estuvo dos semanas de viaje con Leila pelo de lote, disfrutando cada parte de Miopía, nuestro hermoso cantón. Pero a ser sincera, enojado se ve más guapo. Mis labios se curvan al mismo tiempo que suspiro profundo, y sonrío agachada. Cuando alzo la mirada me encuentro con su mirada penetrante, aquello hace detener mi corazón al mismo tiempo que el estómago revolotea dentro de sí.

—Kiara Salman, cuente el chiste… —mis ojos se abren con asombro—. ¿Qué le causa gracia? Porque no veo ningún payaso aquí.

Continúo sonriendo de medio lado al escucharlo decir que no hay ningún payaso, sin embargo, él es mi payaso.

—No sé de qué habla —pronuncio ignorándole por completo.

Quiere pelear, ese pervertido quiere seguir discutiendo conmigo, pero no le daré chance. Necesito sacar puros sobresalientes para un día poder salir de este pueblo y cumplir mis sueños. Desde hoy ignoraré la existencia de Adiel, haré de cuenta que es un completo desconocido y así mi vida resultará más fácil.

«El resto de la clase se pasa enojado con todos nosotros, reprendiendo a cada alumno por las milésimas fallas que tienen. Una vez que la sirena suena todos nos levantamos agradeciendo que el amargado de Adiel se haya marchado.

Recibo las dos siguientes horas de clases. Cuando salimos al receso Mer y Gonza me acompañan, nos sentamos en la mesa y platicamos sobre todo lo que hicimos en estas dos semanas. En realidad, yo no salí, pues yo no tenía familia donde pudiera pasar mis vacaciones. Pasé las dos semanas en mi casa, sembrando en el huerto y cuidando las flores, cabalgando en Zafiro y bañándome en el río donde Adiel me besó. Suspiro al recordar aquella parte. En cuanto a mis amigos, ellos sí salieron del pueblo, se fueron a casa de sus familiares y disfrutaron de cosas las cuales yo jamás he podido disfrutar. En realidad, nunca he salido de Valleral.

Solo me quedo escuchando todo lo que cuentan Mer y Gonza, imaginando que algún día también visitaré esos lugares. Por ello debo estudiar mucho. De pronto recuerdo que he sacado un cero con Leila, no puedo quedarme con esa nota, necesito recuperarla».

—Ya vuelvo…

—¿Dónde vas?

Ignoro su pregunta y corro hasta la oficina de aquella profesora. Al abrir la puerta siento como mi sangre cae a los pies.

—¿No te enseñaron a tocar la puerta? —rezonga al acomodar su blusa. El hombre que me da la espalda no se atreve a voltear, pero por su porte sé de quién se trata. Lentamente se gira y clava sus ojos cafés en mí, suelto un suspiro decepcionante.

—Cariño… —El tío Félix me mira avergonzado.

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Liz Baez
Me encanta tu novela, espero que lo puedas actualizar pronto, besos bendiciones 😘
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