Odet y Dafne se conocen desde niñas, siempre fueron amigas hasta que cada una tomó su camino. Después de muchos años volvieron a encontrarse. Esta es una historia basada en hechos reales, los nombres y los personajes fueron creados para dar vida a esta historia. No todo lo que se escribe pasó de verdad. Sin embargo, algunas cosas sí pasaron.
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La feria
Monterrey, N. L.
Un mes después...
El amor entre Azael y Odette iba muy bien, solo que Azael era muy celoso y en más de una ocasión discutían.
Odette le infundía su confianza pero él la celaba con todo lo que se moviera, jeje.
Un día en que estaba la feria en la expo de Guadalupe, Odette invitó a Azael.
Ándale, vamos, ¿sí?
No quiero ir, no me gustan esas cosas, dijo Azael, a él no le gustaba la feria ni se subía a ningún juego.
En cambio, Odette era más activa, a ella le gustaba mucho ir a la feria, y subirse a los juegos mecánicos. Para ella ese mundo era mágico.
Asi que decidió invitar a Martín y él accedió de buena gana. A Martín le gustaban mucho esos lugares.
Y así, los dos se subieron a todos los juegos, Odette parecía una niña.
Ambos se divirtieron de maravilla. Congeniaban perfectamente, si fueran novios se llevarían de maravilla, pero ella amaba a Azael.
Al día siguiente, Azael le preguntó que si había ido a la feria.
Sí, me divertí bastante.
Y, ¿con quién fuiste?, preguntó receloso.
Con Martín, él es mi amigo.
¿Por qué fuiste con Martín y no con una amiga?
A mis amigas no les gustan las ferias.
Pues estás mal, ¿se te olvida que tienes novio?, yo soy tu novio.
Pues sí, pero yo no me voy a amargar porque a ti no te gusta ir a la feria, lo siento.
Azael se fue muy enojado, no concebía la idea de que Odette se divirtiera con otro hombre. La dejó ahí, sentada en la banca de aquel parque.
La ira lo corroía, los celos; cuando llegó a su casa entró a su cuarto y empezó a tirar todas las cosas.
Jacinta, su madre, lo vio y se acercó a él. ¿Qué te pasa, hijo?
Nada, no me pasa nada.
¿No te pasa nada, y llegas tirando todas las cosas?
Por favor, mamá, quiero estar solo.
Y ahí se quedó Azael rumiando su coraje.
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Odette, en cambio, se veía feliz, su ida a la feria fue muy divertida, y más cuando Martín y ella perdieron el dinero en una carpa de apuestas.
Martín estaba muy enojado y decía que ella tenía la culpa.
No fue mi culpa, tú querías apostar, jajaja.
No te rías, fuiste tú la que casi me obligó, dijo Martín, verde del coraje.
Yo no te obligué a nada, ¿o acaso te puse una pistola en la cabeza?, dijo Odette tratando de no reír a carcajadas.
Al poco rato los dos reían a carcajadas.
Tanto que todos los que estaban en el comedor de la fábrica reían también.
Bertha y José Francisco se sentaron a la mesa con ellos.
Veo que están muy divertidos, dijo Bertha.
Sí, recordamos el día de ayer donde Martín perdió todo el dinero que llevaba a la feria.
Y, ¿eso te causa gracia?, preguntó Bertha.
Al principio no, pero ahora si, fue muy divertido ver la cara de Martín, enojado porque no ganaba.
Y la tuya también, se defendió él.
Jajajajajajajaj, ellos siguieron riendo, contagiando a todos a su alrededor.
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San Luis Potosí...
Con muchos cuidados, el embarazo de Dafne iba viento en popa.
Ella se sentía bien, Jeremías había contratado a una dama de compañía para que la ayudara en todo lo que ella necesitara. Incluso para que le ayudara con el bebé.
Dafne ya no trabajaba, Jeremías estaba pensando en ponerle un negocio, algo por el cual no tuviera que salir ni descuidar a su familia. Además, así no hacía esfuerzo alguno.
Aún no decidía qué clase de negocio le gustaría a ella.
Eso lo vería después, ahora lo que más le importaba era que ella estuviera bien y su hijo también.
Amor, ¿qué te parece si hacemos un picnic aquí en tu cuarto?, mira, tu dama de compañía nos preparó bocadillos y una comida deliciosa.
¿De verdad?, pues comamos.
La dama puso un tapete en el suelo y acomodó la canasta con los aperitivos y una hielera con refrescos. Bueno, los dejo solos, me llevaré al niño, cualquier cosa me llaman.
Gracias, Mica.
¿Sabes, amor?, me gustaría ponerte un negocio, ¿de qué te gustaría?
Amor, te agradezco que te preocupes por mí, pero no podría hacerme cargo. Tengo que estar al pendiente de Abraham, recuerda que no está bien del corazón.
Lo sé, pero al menos sirve para te distraigas, últimamente te he notado muy estresada.
Es muy normal, tratándose de mi hijo, que yo ande estresada. Además, no sé cómo voy a cuidar a este otro hijo que llevo en mi vientre.
Bueno, Mica y yo te ayudaremos, no estás sola, mi amor.
Un abrazo selló ese gran amor. Siguieron comiendo, disfrutando, ambos de su compañía.
Ellos se amaban con toda su alma. Eran el uno para el otro.
Los días que siguieron, Dafne no había tenido más contratiempos. Su embarazo marchaba bien.
Y Abraham se veía bastante bien dentro de lo que cabía.
Era un bebé muy hermoso. Luchaba contra todo por su vida.
Los doctores habían programado una operación a corazón abierto, para poder alargar algunos años su vida. Sería una operación muy riesgosa, pero inevitable.
Aún así, Dafne estaba dispuesta a todo por su hijo.
Él merecía una vida digna. Y ella lucharía con todas sus fuerzas para dársela.
La cita se la habían programado para dentro de un mes.
Mientras tanto, Abraham era un bebé muy vivaracho, reconocía de inmediato a su madre y a su padre.
Le gustaba mucho jugar con una sonaja azul que su madre le había comprado un día en que iba al hospital.
Una señora los vendía en un pequeño puesto. A Dafne le gustó al momento que la vio y decidió llevársela a su hijo.