“Primero fue una obsesión... luego, una condena disfrazada de amor.”
Dayana dejó atrás su mundo para perseguir un futuro como estudiante de medicina, sin saber que su destino cambiaría con una sola mirada en un aeropuerto. Suang, un hombre frío, poderoso y marcado por la oscuridad, la quiso solo porque no podía tenerla.
La obligó a ser su esposa, no por amor, sino por capricho.
Pero con el tiempo, algo inesperado comenzó a quebrar su control: el amor. Un amor que llegó demasiado tarde.
Encerrada en una jaula de lujos, Dayana aprenderá que no todos los sentimientos salvan… algunos destruyen.
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20
Con una sonrisa en el rostro, Dayana terminó su jornada laboral y se dirigió a su habitación para descansar. Se cambió de ropa y se preparó para relajarse después de un día de trabajo bien hecho.
Mientras se acostaba, Dayana no podía evitar pensar en su cita con Alejandro al día siguiente. Se sentía emocionada de pasar tiempo con él y de conocerlo mejor, Con una sonrisa en el rostro, Dayana se durmió
Al día siguiente, Dayana se despertó temprano, sintiéndose renovada y emocionada. Dayana se levantó de la cama mientras estiraba sus brazos y bostezaba, camino arrastrando los bien hasta llegar al baño y se sentó en el retrete, después de orinar se quitó la ropa y se metió a bañar. Dayana salió del baño sin molestarse en ponerse la toalla la cual estaba sobre la cama, la tomo y se frotó el cuerpo hasta quedar seca.
Después de rebuscar un poco un de closet Dayana opto por ponerse un corsé de un tejido que parece ligeramente brillante, dando un toque de textura visual. Sobre el corsé, se puso una blusa de manga larga y hombros descubiertos, confeccionada en una gasa o tela transparente de color negro, que le otorga un aire de romanticismo oscuro. Las mangas son amplias y holgadas, contrastando con la ajustada forma del corsé. Complemento el conjunto con unos pantalones de talle alto, de corte acampanado, también de color negro.
Después cambiarse Dayana se miró al espejo ajustando los últimos detalles y tomando su bolso salió de su habitación. Mientras caminaba por los pasillos del hospital hacia la salida, al doblar una esquina choco con un cuerpo grande y fornido, Dayana dio un paso atrás con la cabeza gacha mientras se sobaba la nariz por el fuerte golpe mientras que de su boca salía un "joder" entre dientes.
Dayana levantó la mirada encontrándose con la oscura mirada de Suang qué se combinaba muy bien con sus ojos negros
Suang, la observaba con una mezcla de sorpresa y una leve sonrisa, como si le divirtiera la situación. A pesar de su apariencia imponente, con su altura y musculatura, había algo en su mirada que transmitía calidez.
—¿Estás bien, conejita? —preguntó, inclinándose ligeramente hacia ella, mostrando un interés genuino. Su voz era profunda y calmada, lo que solo hizo incrementar su nerviosismo.
Dayana se enderezó lentamente, sintiendo que el rubor le subía a las mejillas. A pesar del golpe, no pudo evitar sentirse un poco avergonzada por la atención de Suang.
—Sí, solo fue un pequeño accidente —respondió con una risa nerviosa—. No estaba mirando por dónde iba.
Suang asintió, aún sonriendo.
—Siempre es bueno tener cuidado en estos pasillos. La gente suele ir con prisa —dijo, mientras se apartaba para dejarle espacio.
Dayana asintió, sintiendo una mezcla de alivio y nerviosismo. Se dio cuenta de que Suang aún la estaba mirando, y se sintió incómoda bajo su intensa mirada.
—Gracias— dijo finalmente, tratando de sonar natural.
Suang sonrió de nuevo y asintió con la cabeza. —Me alegra saberlo—dijo. —No querría que te lastimaras—
Dayana se sintió un poco confundida por la preocupación de Suang. No estaba segura de por qué se estaba mostrando tan amable con ella, especialmente después de su comportamiento de días tras. no era que la tratara mal...más bien la intimidada.
Con eso, Suang se despidió y se alejó, dejando a Dayana sintiéndose un poco confundida y incómoda. No estaba segura de qué hacer con la atención de Suang, y se sintió aliviada cuando se alejó.
Después de un momento, Dayana se sacudió la confusión y se recordó que tenía una cita con Alejandro. Se sintió emocionada de nuevo y se apresuró a salir del hospital, ansiosa por ver a Alejandro y pasar tiempo con él.
Dayana salió del hospital con una mezcla de emociones.Mientras caminaba hacia el lugar de la cita, Dayana no podía evitar pensar en la forma en que Suang la miraba, era como si un lobo viera a su presa, con una intensidad que parecía casi sobrenatural, como si en cualquier momento se fuera a abalansar sobre ella...y eso era tan... malditamente exsitante
Dayana sacudió la cabeza, tratando de despejar sus pensamientos. No quería pensar en Suang en ese momento y menos de esa manera. Quería enfocarse en su cita con Alejandro y disfrutar del tiempo que pasarían juntos.
Al llegar al lugar de la cita, Dayana vio a Alejandro sentado en una mesa, sonriendo hacia ella. Se sintió aliviada y emocionada al mismo tiempo.
—Hola—, dijo Alejandro, levantándose de su silla para saludarla. —Estás hermosa —
Dayana se sintió un poco ruborizada, pero sonrió y se sentó en la silla que Alejandro le había ofrecido.
—Gracias—dijo. —Tú también te ves muy bien—
Alejandro sonrió y se sentó en su silla, mirándola con interés.
—¿Qué te parece si pedimos algo para comer?— preguntó.
Dayana asintió con la cabeza, y Alejandro llamó al camarero para pedir la comida.
Mientras esperaban a que llegara la comida, Dayana y Alejandro charlaron sobre sus intereses y pasatiempos. Dayana se sintió cómoda y relajada en la presencia de Alejandro, y se dio cuenta de que estaba disfrutando mucho de su compañía.
La comida llegó, y Dayana y Alejandro se sentaron a comer y a seguir charlando. La conversación fluyó fácilmente, y Dayana se sintió como si hubiera conocido a Alejandro durante años.
—y dime—dijo Alejandro mientras tomaba un poco de vino— ¿Tienes hermanos?
Dayana perdió su sonrisa poco a poco y podría jurar qué sintió como si una piedra se le atascara en la garganta y su respiración se hacía irregular al punto de dolerle respirar. esa era una pregunta muy común pero a ella definitivamente la había tomado por sorpresa