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El Reino De Los Engaños

El Reino De Los Engaños

Status: En proceso
Genre:Amor en la guerra / Secretos de la alta sociedad / Pretendiendo ser otra persona / Romance
Popularitas:716
Nilai: 5
nombre de autor: Gianna Viteri (gilover28)

El Rey Arturo y su hermana de sangre, Neferet, compartieron un amor prohibido que dio origen a dos gemelas. Para ocultar su romance ilícito y evitar el castigo de sus padres, idearon un plan desesperado: Neferet se llevó a una de las niñas, mientras Arturo confió la otra a una madre adoptiva, una princesa de un reino lejano. Dieciocho años después, las gemelas han crecido en mundos separados, ignorando la existencia de la otra. Pero cuando el destino las cruza, una cadena de secretos, mentiras y traiciones sale a la luz. En El Reino de los Engaños, nada es lo que parece...

NovelToon tiene autorización de Gianna Viteri (gilover28) para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 18

Sade

Esbocé una gran mueca al ver cómo el vestido violeta de encaje que llevaba puesto tenía un escote un poco grande y dejaba a la vista un poco de mi busto, que no era para nada de mi agrado. Solté una maldición y mi querida madre rió:

—Sade, no entiendo el por qué te pones así por un pequeño escote, no exageres que no es la gran cosa —Volvió a soltar una carcajada y puso una de sus manos en su estómago—. Te ves preciosa con esto o sin esto, no hagas un escándalo. La belleza no depende de una prenda.

—Concuerdo contigo, mamá. La verdad es que me siento desnuda, mamá —Sonreí mientras reía levemente—. Jamás he usado algo de este tipo y no sé si sea de mi total agrado.

—Ya, dejemos el escote de lado —Hizo un masaje en mi espalda— Hoy le anunciaremos a todo el pueblo tú compromiso con el príncipe James, deberías prepararte para dar un paso tan importante en tu vida.

Mi mundo se vino abajo al escuchar eso, creo que no me tomé muy en serio el hecho que me terminaría casando con James. Si se lo anunciaban al pueblo, ya no habría vuelta atrás y sería desolador para mí. No deseaba compartir mi vida con James en esa forma, no querías que se convirtiera en mi marido.

—Mamá...—Sollocé—Por favor...

—Mi querida Sade ¿Qué pasa?

—No anuncien mi compromiso con James todavía, te lo ruego —La abracé llorando con más fuerza. Arruinarían mi vida si lo hacían.

—No hay nada que pueda hacer para ayudarte hija, ya hemos hecho un trato con el rey, y nuestra palabra vale oro —Me consoló— James es un muchacho atractivo y bueno, no es tan malo casarse con él.

—Ojalá pudiera casarme con Eros, de él es que estoy enamorada en realidad —Confesé— Él corresponde mis sentimientos, no tendría problema con contraer matrimonio.

—Un trato es un trato, es mucho más complicado si se ha dado entre reyes —Acarició mi mejilla— Además por más que lo intentase, no creo que a tu padre le agrade terminar con el compromiso.

—Sinceramente, ya estoy harta de esperar la aprobación de mi padre para cualquier cosa o situación. Es devastador saber que si a él no le gusta algo, no se hará simplemente y no importa de quién se trate.

—Te guste lo que haga o no, es tu padre y no le puedes dar la contraria.

—No lo considero mi padre desde que me trató tan mal por hacer cosas que él no aprobaba. Ya ni siquiera siento que él me quiera.

—Él te quiere, te ama con todo su corazón. Te quiere como un padre a su hija, juro que te ama.

—El amor se demuestra con buenas acciones, al menos yo lo creo. Él no ha hecho nada de eso últimamente así que creo que ni existe amor, ni aprecio ni nada que se le parezca.

—Sade...No digas algo tan feo. Suena terrible escuchar algo tan mala salir de tu boca.

No le respondí absolutamente nada y me resigné a continuar dando pelea puesto que ya salí ganando pues era la única consciente de la absoluta verdad. El día de hoy se celebraba el famoso baile del que todo el pueblo sería partícipe. Nuestros sirvientes pasaron días enteros acomodando cada una de las lujosas decoraciones y planeando que tipo de comida se ofrecería a los invitados. Todos los príncipes y reyes entrarían triunfalmente en especial mi respetada, rica y falsa  familia.

— ¿En cuánto tiempo empieza el festejo? —Enarqué una ceja.

—En media hora, yo iré a resolver algo y tú quédate en tu habitación hasta que te den la orden de salir.

—Cómo quieras, madre —Reí y me senté en mi cama, esperé a que mi madre se encontrara lo suficiente lejos y corrí en silencio hacia el dormitorio de Eros. Golpeé la puerta en tres ocasiones hasta que me invitó a pasar:

—Sade, luces hermosa —Me alagó— Sigue, por favor.

—Muchas gracias por el alago, Eros —Hice una pequeña reverencia— Eres muy amable.

—Sólo me gusta recalcar cada vez que puedo que me encanta tu belleza, al igual que me encantas tú —Plantó un enorme beso en mi mejilla y me sonrojé a más no poder. Sentía algo demasiado extraño dentro de mí cada vez que lo tenía cerca o me decía cualquier cosa.

—Ay, eres muy lindo —Sonreí— Vine hasta aquí a pedirte que seas tú quién me acompañe en mi entrada a la fiesta y que baile conmigo primero, no James. Me encantaría que el hombre de los sueños, el verdadero, me acompañe.

—Preciosa, se supone que James es la persona que debe acompañarte obligatoriamente, así lo han dicho los reyes —Me recordó— ¿No te parece que tu padre querrá matarnos si no lo obedecemos?

—Aprendí que no debe importarme lo que piensen los demás, solo lo que crea yo misma. Necesito aprender a vivir y arrepentirme por decisiones que las he tomada sola, no por algo que han decidido por mí. Es mi vida y nadie podrá decirme que hacer.

Sonrió, en forma de aprobación supongo. Tomó mi mano y plantó un beso sobre ella. Reí en señal de nerviosismo y le volví a preguntar:

— ¿Me acompañarás? —Cuestioné.

—La respuesta es más que evidente, preciosa Sade —Juntó nuestras manos.

—Eros...Déjame decirte que me cautivas cada vez más, eres algo muy digno de admirar —Me acerqué a su rostro y por un momento, quise unir nuestros labios.

—No me hagas perder la cabeza, Sade. Si me enamoro más de ti, ya no habrá vuelta atrás ¿Eso ya lo sabes, cierto?

—Absolutamente, ahora toma mi mano y entremos a esa maldita fiesta expresando el amor que sentimos.

—Me harías el más grande honor, mi amor —Me sonrojé y abracé su cuello. A fin de cuentas, algo dentro de mí me dice que este amor me hará perder la cabeza.

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