Holii mi nombre me lo reservo, pero soy colombiana y me gustaría compartibles mis historias y que les guste y me puedan apoyar. TQM
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Una oportunidad
Me encontraba frente a Tiago, en esa habitación cerrada, mirándonos sin decir nada. Él esperaba una respuesta y yo no sabía cuál darle.
Antes de que pudiera ordenar mis pensamientos, la puerta se abrió de golpe.
Juan: ¡Chicos! Nos trajeron jugos, vengan.
Mi oportunidad perfecta para escapar.
Ann: ¡Siii! —digo con un entusiasmo exagerado—. Dicen que son deliciosos.
Estaba a punto de salir cuando sentí cómo Tiago me sujetaba del brazo.
Tiago: Aún me debes una respuesta.
Soltó mi brazo y salió primero, yo fui detrás, con el corazón acelerado y la cabeza hecha un desastre. El ambiente cambió por completo.
Llegamos a la zona de la piscina de aguas termales. El vapor flotaba en el aire, la luz era tenue y todo parecía diseñado para bajar las defensas… justo lo que yo no necesitaba.
Caro me miró apenas llegar, como si intentara leer algo en mis ojos, evité su mirada, me metí en la piscina buscando calmarme y esconderme un poco.
Perovcomo si el destino se empeñara en complicarlo todo, Tiago también entró y quedó a mi lado.
Tiago: ¿Puedo quedarme aquí? —preguntó, sin mirarme directamente.
Asentí en silencio, porque aunque no quisiera admitirlo, la conversación de antes me había dejado revuelta por dentro.
El silencio entre nosotros no era incómodo… Era denso, cargado de cosas no dichas, de miradas evitadas y pensamientos que pesaban más que el agua que nos rodeaba.
Los chicos no tardaron en notarlo.
Juan: ¿Y ustedes? —dice con una sonrisa picarona—. ¿Qué pasó ahí dentro? Los veo… un poco sofocados.
Sentí el calor subirme al rostro, Tiago tampoco respondió. La pregunta de Juan terminó de romper la tensión que flotaba entre Tiago y yo.
Juan: ¿Qué pasó ahí dentro? —repitió, con esa sonrisa insoportable—. Los veo medio sofocados.
Rodé los ojos y Caro soltó una risa antes de que yo pudiera responder.
Caro: Ay Juan, deja el drama —dijo mientras se acomodaba el cabello mojado—. Mejor disfruten el spa que para eso vinimos.
Pedro asintió ya con un jugo en la mano.
Pedro: Exacto, después preguntan chismes.
El ambiente cambió, las risas regresaron poco a poco y el momento tenso se diluyó entre bromas, chapoteos suaves y comentarios sin importancia. Tiago no volvió a decir nada pero tampoco se alejó.
Y eso, de alguna forma, me tranquilizó.
Terminamos el día de spa entre masajes, duchas calientes y promesas de volver, cuando salimos ya estaba atardeciendo.
Juan sacó las llaves de su carro.
Juan: Bueno princesas relajadas —dijo—, nosotros nos vamos.
Caro me miró, luego miró a Tiago y entendí todo sin que dijera una palabra.
Caro: Ann, ¿te vas con Tiago? —preguntó, fingiendo inocencia—. Digo él vino en moto.
Tragué saliva y asentí.
Ann: Sí… está bien.
Juan y Pedro se subieron al carro, Caro me guiñó un ojo antes de irse y de pronto, quedamos solos otra vez.
Tiago se puso el casco y me lo extendió.
Tiago: ¿Lista?
Asentí, me lo puse y me subí detrás de él.
El trayecto fue silencioso, pero no incómodo, sentía el viento, el movimiento de la moto y esa sensación rara en el pecho que no sabía si era miedo o ilusión.
Cuando llegamos a mi casa el se bajó primero y me ayudó a bajar, nos quedamos de pie, frente a frente, sin decir nada.
Ann: Gracias por traerme —murmuré.
Tiago: Ann… —respiró hondo— ¿podemos hablar un momento más?
Asentí y entramos al balcón, la noche estaba tranquila, demasiado tranquila para todo lo que yo sentía.
Tiago: Lo de hoy… —comenzó— no quiero que se quede en el aire.
Ann: Yo tampoco —confesé.
Me miró con atención, como si midiera cada palabra.
Tiago: No estoy con Isabella —dijo firme—. Nunca lo estuve, me equivoqué, sí, pero contigo… contigo no quiero volver a hacerlo.
Sentí un nudo en la garganta.
Ann: Yo tampoco quiero seguir huyendo —admití—. Pero necesito honestidad Tiago, no medias verdades.
Tiago dio un paso más cerca.
Tiago: Entonces dame la oportunidad de hacerlo bien. —me miró directo— Solo eso… una oportunidad.
El silencio se hizo pesado.
Pensé en todo: en el beso, en el dolor, en lo que sentía.
Y aun así…
Ann: Está bien —susurré— Pero despacio.
Una sonrisa sincera apareció en su rostro.
Tiago: Despacio —repitió— Como tú quieras.
No hubo beso, solo un abrazo corto, cargado de promesas silenciosas.
Antes de irse, se detuvo en la puerta.
Tiago: Buenas noches, Ann.
Ann: Buenas noches, Tiago.
Cerré la puerta y apoyé la espalda en ella, mi corazón latía fuerte.
No sabía en qué me estaba metiendo…
pero por primera vez, no me sentía huyendo.