Casado Con La Bruja De Mi Jefa

En la tarde, después de estar con su padre, Lydia llegó a Kidman Nexus y ya había citado a Wendy y Orlando en su oficina. Al entrar, los dos ya estaban esperándola y no sabían para qué los necesitaba, pues no se los dijo.

—Qué puntuales, así me gusta. —les dice Lydia al entrar a la oficina. Se sentó como toda una diva en su silla ejecutiva y los miró con ojos de águila, escaneándolos.

—Jefa, díganos para qué somos buenos. Si es para preguntar por la hora cero, ya sabes que todo está listo, ya hemos revisado justos la lista de chequeo. —Wendy, hablaba; ignorando el motivo real por el cual Lydia los citó.

—Sí, ya está todo listo y tu esquema de seguridad está al tanto de qué debe hacer en la boda. —Orlando confirmaba algo que ella ya sabía.

—Qué lindos, cómo se hacen los tontos. Wendy, ¿dónde estuviste anoche? —Lydia le interroga y Wendy se pone nerviosa.

—Salí con unos amigos y, para no molestar a papá Eduard, amanecí en la casa de uno de ellos. —Lydia mira a Orlando y este apretaba las manos, y a pesar de que su rostro parecía impasible; no le dirigía la mirada a Wendy.

—¿Te parece que esto es un grupo de amigos? —Lydia le mostró una foto de ella y un guapo hombre en su celular.

—Ya se habían ido los otros. —Wendy le dio una mirada fugaz a Orlando cuando respondió esto.

—Ese chico es Germán, el hijo de Bernardo. No creo que sea de tu círculo de amigos, que no tienes. Ay, Wendy, ya deja de hacer el tonto con Orlando. —Orlando inmediatamente mira a Lydia y Wendy casi se ahoga con un agua que se estaba tomando.

—¿Qué dices, Lydia? No entendí. —Lydia suelta su típica carcajada. —Buajajajaja.

—Sí, jefa, ¿qué dices? —Orlando también le contesta.

—Ya sé que lo que hace Wendy es para llamar tu atención. Ay, ya digan que se aman. Y si es por mí o por mi papá, nosotros felices. Una cosa es que se hayan criado juntos, pero eso no los hace hermanos. Ya dije lo que pensaba, ya se pueden ir. Necesito terminar los malditos balances del primer semestre y dejar todo listo para mi luna de miel. —Wendy y Orlando salieron rápidamente de la oficina, pero no se dirigieron palabra y cada uno se situó en su lugar de trabajo.

El resto del día, Lydia se quedó junto a Grace y Wendy terminando de hacer los famosos balances para la aprobación del presupuesto. Debían de quedar muy bien hechos, pues si posponen su aprobación para la otra semana, su plan se iría a pique. Ya era tarde cuando los terminaron; solo era darles otra revisión al día siguiente e imprimirlos.

Una agotada Lydia se dirigió al penthouse de Antonio. Sabía que no era prudente ir de nuevo al hospital, pues el pequeño Anthony le iba a decir que era la mamá y la verdad es que ella puede ser muy astuta en los negocios, pero ese niño la desarmó completamente.

Se quedó un rato esperando a su ratoncito asustado y, al ver que pasan las horas y él no regresaba, decidió llamarlo al celular.

📲Aló, ¿Antonio?

📲Sí, doctora, con él.

📲 ¿Dónde estás? Te estoy esperando en el penthouse.

📲Estoy en el hospital con Anthony. Esta noche y la de mañana me quedo con él, ya que la próxima semana no podré verlo.

📲Ok.

Solo eso respondió Lydia y colgó. No porque le haya dolido que Antonio no esté en el penthouse, sino porque así es ella.

Se acostó sola en la gran cama y se puso a pensar en cuando tenga su propio hijo. Pensaba sí iba a ser una buena madre; jamás quería repetir el patrón de su mamá, que jamás se preocupó por ella. Si no estaba a cargo de niñeras, estaba a cargo de su padre y después de su abuelo. Y ella no quería que su hijo pasara lo mismo que ella.

Por eso nunca estuvo en sus planes ser madre, pero era un requisito impuesto por sus antecesores y por eso fue criada para ser la heredera de Kidman Nexus, al ser la primogénita del hijo mayor de Richard Kidman.

Se durmió pensando en todo esto y soñó con una hermosa niña parecida a su hermanito.

Ya al día siguiente, Lydia se levantó con más energías. Pudo descansar muy bien, y con ganas de que llegue el gran día.

Estaba desayunando su parfait de yogur griego, mermelada light y granola, cuando llegó Antonio.

—Buenos días, doc... —Lydia lo miró con una ceja levantada. —, perdón, Lydia.

—Buenos días, ratoncito. Te perdono, pero no lo vuelvas a hacer. —Lydia se ríe con su particular risa. —Buajajaja.

Desayunaron juntos y luego cada uno se fue a su sitio de trabajo. Lydia a Kidman Nexus y Antonio a Diamond Technology.

📠 Grace, pasa a la oficina con el orden del día.

Grace inmediatamente entra con el té de manzanilla para la bruja de su jefa, lo pone en su escritorio y hace una reverencia para dictar el orden del día. A Lydia le parece chistoso cómo la pequeña Grace la reverencia, pero no le dice nada; es demasiado eficiente para estarla fastidiando.

—Señorita Kidman, a las diez tiene reunión de la junta de socios para aprobar el presupuesto del segundo semestre del año. —Lydia sonríe; está segura que ese presupuesto quedará aprobado antes de la boda. Para eso necesita terminar de retocar los informes de los balances. —Ya tenemos todo organizado. La señorita Wendy ya está en la sala de juntas ultimando detalles.

—Gracias, Grace. ¿Hay algo más programado hoy? —Lydia necesita estar tranquila después de enfrentar a los dinosaurios de la junta de socios.

—No, señorita Kidman. No hay nada más programado. ¿Necesita que anexe algo al cronograma de hoy? —Grace, muy solicita, le pregunta.

—No. Así está perfecto. Necesito que después de la junta, vayas a mi penthouse y lleves mi vestido de novia a la mansión de mi padre. —Lydia le ordena y Grace nuevamente hace una graciosa reverencia para irse de la oficina.

La reunión para firmar el presupuesto del segundo semestre del año pasó sin ningún problema. Su tío Robert y los socios estaban tranquilos, pues al día siguiente Lydia se casaría con Pierre Graham y empezaría su juego de poder. Jamás sospecharon lo que Lydia haría al día siguiente.

—Señores, muchas gracias por su apoyo a Kidman Nexus. El conglomerado que mis antepasados crearon y que ha posicionado en la cima a miles de empresas, tanto en Estados Unidos y Canadá como en el resto del continente. —Lydia les decía con su aura imponente. —En el informe semestral, traté de resumir la cantidad de empresas a nuestro cargo.

—Lydia, sobrina. Todo está muy bien, sabemos que los balances que nos pasas son siempre perfectos. —Robert le decía con hipocresía.

—Gracias tío. Señores, me despido. Voy a tomarme la tarde libre para ultimar detalles de mi boda. Estoy tan nerviosa y emocionada. No veo la hora de que sea mañana. —Lydia actuaba demasiado bien y los socios y su tío le creyeron, despidiéndose de ella.

Lydia se tomó la tarde libre, pero para ir al cementerio. Allí, frente a la tumba de su abuelo Richard, ella se desahogó de todo lo que estaba sucediendo. Aunque no lo demostrara, la traición de Pierre le dolió, no tanto porque sintiera algo por él, sino por el hecho de haberse burlado de ella, como si no valiera nada. Él no sentía amor por ella, solo la estaba utilizando para alcanzar un objetivo.

—Abuelo, ¿es que soy tan poca cosa, que un hombre no se puede enamorar de mí? ¿Acaso no valgo nada? ¿Llegará el día en que alguien me ame incondicionalmente y con sinceridad en sus sentimientos?

Lydia tenía miles de interrogantes, pero solo el destino era el que le debía dar esa respuesta.

Se quedó un rato más en el cementerio arreglando la tumba y dejándole flores frescas.

El día pasó rápidamente y esa noche Lydia se fue a amanecer a la mansión de su padre, pues sabía que Antonio iba a estar en el hospital con su niño, tal cual como le había dicho.

Su vestido de novia ya estaba en la mansión de su padre, y el traje de novio ya estaba en el penthouse de Antonio.

...¡Y llegó el gran día!...