Juzgar a los personajes de una novela barata fue tan fácil, esto es Karma. Ahora soy la chica ridícula que se aferra al protagonista sólo para ser despreciada, ni en broma, afortunadamente la trama no empieza. Me salgo del guión, palabra de honor.
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La verdad de Rafael
La Academia Delta Adhara se encontraba en una verdadera vorágine, con los preparativos para comenzar el traslado de las cuarto clases seleccionadas que irían a las Ruinas de la Luna. La primera etapa del viaje se realizaría en diligencias hasta el puerto de Haro. Una vez allí, cuando hubiesen llegado todos los estudiantes y profesores abordarían el barco hacia el Reino de Abner.
La travesía era corta, un día aproximadamente hasta el próximo puerto. Se calculaba que si no había mal tiempo podían llegar en horas de la mañana, lo que les dejaría tiempo de visitar la ciudad y descansar, antes de que llegaran el guía y los emisarios enviados por el Rey, para conducirlos ha las Ruinas.
Cael, por órdenes del Director había partido ya a coordinar todos los detalles logísticos y allanar el camino. Las clases ganadoras habían sido eximidas de sus actividades escolares, en aras de que prepararan los equipajes. El resto del estudiantado continuaba con su rutina habitual.
El traslado de los alumnos constituía un verdadero reto, por suerte no eran tantos. Las clases tenían aproximadamente entre diez y catorce estudiantes; por lo que la cantidad a trasladar aunque era considerable se podía controlar. Cada clase contaba con tres profesores designados al frente.
Sol en esos días no se despegaba de Amarilis o cualquiera de los chicos. No había vuelto a ver al Secretario, pero, en cambio, sí a Rafael. Este no se le acercaba desde el día de la biblioteca, pero ella presentía que si se quedaba, aunque fuera por un pestañazo sola, tendría que vérselas nuevamente con él. Se sentía acechada y no estaba equivocada.
Desde el incidente en la biblioteca , Rafael buscaba la oportunidad de hablar con Sol y de una vez por todas aclarar sus sospechas; pero no había podido. Primero fue por culpa del condenado Secretario que lo tuvo escribiendo sin comer todo ese día y después porque Sol siempre estaba con su hermano, Amarilis y ese chico raro; además había notado que particularmente Amarilis lo miraba con ganas de aplastarlo. Él sabía que siendo justo, la chica tenía razones para odiarlo, pues después de un largo noviazgo había roto el compromiso unilateralmente y eso para las mujeres, representaba graves consecuencias, porque ya nadie decente quería por esposa a una chica abandonada. Sí, ella tenía motivos de sobra, pero si lo que sospechaba era verdad, él también tenía los suyos para odiar a las dos.
La Amarilis de sus sueños había sido una prometida ideal que siempre le regalaba sus dulces favoritos y primorosos pañuelos bordados. Él esperaba con ansias sus cartas, donde le decía que era su mundo y lo extrañaba. Era tan tímida que no se atravía ni a levantar la mirada para hablar con él y comía tan poco que era casi cosas de maravilla que pudiera caminar. Sí, realmente era la mujer perfecta 😂, claro, si todo eso hubiese sido verdad.
Poco tiempo después conoció a la Soledad del sueño. Esa chica hizo un arte con la palabra acoso, lo persiguió hasta el día que murió en aquellas escaleras, llevándose consigo lo único bueno de todo aquello, su hijo que nunca llegó a nacer. Le destrozó la vida.
Siempre le quedó la culpa, de ser el causante del accidente, ese día casualmente se había enterado que por culpa de Sol, la familia de su prometida había quedado en bancarrota y su Amarilis amada e inocente había sido casi vendida y lo obligada a casarse con un viejo del condado más remoto de la frontera norte del Imperio.
Ese día fatídico Rafael y Sol habían tenido una fuerte discusión al respecto y él estaba decidido a marcharse y no volver hasta que naciera el bebé, pero eso nunca sucedió. Es verdad que nunca quiso a Sol, porque su corazón le pertenecía a su prometida; pero no importaba la forma en que fue procreado su hijo, él ya lo amaba, era su sangre y soñaba con ver su carita, sus primeras sonrisas y sus primeros pasos, pero eso nunca sucedió.
Dos años sufrió por su cruel destino, había perdido a la mujer que amaba y a su bebé. Y entonces un día ella volvió, su Amarilis, la amada de su corazón. Era una viuda acaudalada por aquel entonces. Tuvo casi que luchar contra toda la sociedad para desposarla. Era mal visto que escogiera a una mujer ya usada para Duquesa.
Siete meses después nació su hijo o eso creyó él. Estaba tan obsesionado con el pequeñín, pero siempre recordaba al bebé que nunca nació. Por aquel entonces había tenido que ir al Reino Abner a concretar el negocio de los hongos medicinales que solo crecían en Las Ruinas de la Luna. El negocio fue más fácil de lo esperado. Estaba feliz de volver a casa con su preciosa familia. Nadie lo esperaba, quería darle una sorpresa a su Amarilis, pero el sorprendido fue él.
Estaba por entrar a la alcoba de su esposa, pero una premonición le hizo quedarse callado y pegado a la puerta escuchó un secreto que no le pertenecía, pero le afectaba directamente. Amarilis estaba llorando con su nana y diciendo cuánto odiaba a los hombres, lo estúpidos que eran. Bastaba ver a su esposo para saberlo, pues se creyó que ella era casta. Solo necesitó aplicar un pequeño truco y se lo tragó. Explicó que se sintió aliviada de que él creyara que ese engendro gritón fuera de él, pero el chiquillo ese no viviría mucho ya había empezado a mostrar signos de la misma enfermedad que el padre biológico, ese último degenerado que la había violado.
Ella no hizo nada, y Dios bien lo sabía, para que el viejo asqueroso ese se muriera, pero se alegró cuando lo hizo. Habían sido dos años de humillaciones sin fin. Es verdad que nunca la tocó personalmente, pero la drogaba entregándola a sus amantes de turno. Eso lo excitaba mientras era sodomizado. Muchas veces quiso quitarse la vida, pero no tuvo valor para hacerlo.
Finalmente quedó viuda, creía que ya nada podía ser peor que lo vivido, pero se equivocó. Un primo del viejo entabló un litigio por la herencia y solo gracias a las influencias de su padre el Obispo Wilder pudo conservar las cuantiosas propiedades. Del famoso primo no volvió a saber hasta hacía ocho meses atrás cuando la raptó y violó por tres días, hasta que su padre logró rescatarla y matar al agresor, pero ya el daño estaba hecho.
Necesitaba un esposo rápido antes de que se notara el embarazo y fue cuando Rafael apareció nuevamente en su camino. Amarilis nunca lo había querido, pero ahora menos, era una mujer rota incapaz de amar. Rafael nunca le dijo a su esposa que sabía su secreto, nunca volvió a tocarla y el niño terminó muriendo antes de los seis meses de vida, Amarilis no echó ni una lágrima por él. Ella vivió fingiendo ser la mujer perfecta y el terminó por odiar su falsedad, pero lo realmente peor de todo era pregutarse, cómo hubieran sido sus vidas sin Soledad Del Alba...