Dime Que Me Odias

Narra Javi

8:02 AM. La Peña del Dragón

El timbre del local suena con alarma.

Adentro huele a azúcar quemada y libertad. Danny está tras la barra ayudando a Lua, riendo mientras intenta hacer espuma en un latte. Su pelo rebelde brilla bajo las luces. Y yo me preguntó cómo pude estar tan ciego antes y no ver lo que pasaba dentro de mí mismo. Nunca me percatè de que lo que estaba buscando, era que López me mirara tan solo un segundo como miraba a Rojas: con anhelo, cariño y devoción.

Para este punto creo que los tres estamos enfermos de verdad, porque lo que nunca cabrá en mi cabeza, es el por què Danny se terminó enamorando de Rojas, aunque no soy nadie para hablar, cuando justo ahora le miro con intensidad, mientras algo de su latte se queda en la comisura de sus labios. Me ralamo los míos sin pensarlo y la dependiente del lugar, por fin me nota.

—¿Tú aquí? —Lua cruza los brazos, desconfiada — Quieres aclimatizarte rápido a los cambios —

—Me dijeron que el café cura el alma —miento, odiando lo torpe que sueno

Danny me mira, no con miedo sino con curiosidad y eso duele más. El corazón me late fuerte por tres segundos cuando sus ojos negros me inspeccionan y un mechón de su pelo rebelde cae por su frente.

Eso me hace recordar cuando robé un libro en la biblioteca en el área de mitología griega, el mismo que él hojeaba ayer. Las páginas olían a polvo y a sus dedos. En el margen de Aquiles y Patroclo, alguien escribió: "Amor \= Rabia transformada".

Y me vi en esa línea. Su letra inconfundible, fue el reflejo de mi yo interior que teme gritar que mi enojo, es en realidad el sinónimo de algo más profundo.

Cerrè el libro como si me hubiera quemado.

Al terminar de pensar en esto, capto que Danny y su grupo de amigos ya se han sentado y agrupado... Discutiendo o diciéndose tonterías.

Me siento con ellos y Vale casi escupe su jugo. Su cuello se tuerce hacia mí con el enchirrido de un engranaje sin grasa. Su mirada cargada de cinismo me fulmina y es mi culpa( reconozco que soy el cabo que no tiene lugar)

—¿Perdiste tu mapa del infierno, Torres? — dice ella y los demás callan de repente — no sabía que el diablo salía a jugar con los mortales

—Callate, Mendoza —gruño, pero miro el plato de Danny: panqueques con forma de dragón y sirope azul.

Debí suponer que lo que comía en esa cafetería sería clichè, pero a èl le queda tierno.

—¿Qué es eso? —pregunto, fingiendo asco.

—Felices para siempre, versión comestible —responde Danny y me ofrece un trozo a la boca — Ten, prueba

Todos me miran cuando Danny extiende la cuchara con parte del postre hacia mí para darme èl mismo de comer. Vale me fulmina como diciendo: ¡Atrevete a aceptar comerlo y verás! Algo tenso por el ambiento bajo la mirada, para luego subirla y percatarme de que Danny sigue con la idea de darme de comer.

¿No se retractó? En el pecho algo me da un tirón. Me acerco lentamente a la cuchara y mientras tomo el postre le miro con seriedad, noto que la mano le tiembla.

El dulce sabe a amor y derrota.

En la tarde, ya cayendo la noche, aprovecho que sigue conversando con sus amigos y me escabullo hasta su casa, su madre me deja pasar "para reciclar libros viejos". Miento otra vez.

Su cuarto es justamente como lo esperè... genuino y gentil, con tonos azules y blancos en las paredes, una mesita de noche, una cama grande al centro, una mesa de estudio con un computador, pero lo que más me llama la atención es un pequeño ladrillo que sobresale de la pared. Lo toco y ante mí se gira el panel grande de la pared revelando un estante con varias cosas personales.

Mientras su madre habla por teléfono, hurgo en su estantería secreta con la devoción de un poseso. Realmente la señora López es tan ingenua como su hijo. Sigo rebuscando:Un fósil de caracola, tickets de cine viejos, un cómic autografiado: "Para Danny, que dibuja futuros mejores. -Niko"

Si me preguntaran porque estoy haciendo esto respondería que es porque Daniel me tiene desquiciado.

Robo el cómic... luego lo devuelvo.

¿Desde cuándo devuelvo cosas?

Para cuando son las seis, regreso con el grupo pero ya algunos se han marchado.

Lo sigo otra vez. Él lo sabe. Se detiene junto al columpio donde Vale y Martina se besan como en esas películas que odio.

—¿Sabes lo patético que se ve? —le digo al llegar fingiendo un arqueo

El mira a las chicas y luego me mira a mí de arriba abajo. Rojas le está dando buenas clases a López, porque este se ha vuelto más atrevido, más sensual de lo que ya era y desinhibido. Yo trato de ganarle a su escrutinio mirándole fijo. Pero cuando habla me desarma

—¿Perseguirme o negar que quieres un columpio para dos? —su sonrisa es un bisturí.

Martina lanza una piña del árbol sobre nuestras cabezas hacia mí. La atrapo y Danny aplaude irónico. Ya no sé a quien creer, mi corazón me dice: arrástralo lejos de ahí y bésale hasta dejarlo sin aire. Mi cerebro sin embargo, se nubla cuando trazo un triángulo entre los ojos y la boca de èl.

—Te queda el papel de villano —dice Vale y me saca de mi turbulencia

Pero por primera vez, quiero otro papel.

Cuando me despido de ellos solo sè que tendrè muchos problemas si avanzo, pero es en sí es mi paradoja: quiero avanzar hasta estrellarme.

Mi casa me recibe vacía, siempre oscura. Un hogar que mantengo con el extra de mi trabajo y los giros de dinero de mi hermana(cuando se acuerda que existo).

En mi cuarto abro el libro de mitos. Intento leer el capítulo que él subrayó: "Aquiles eligió morir por venganza. Patroclo eligió morir por amor"

Escribo en el margen con mi letra tosca:

"¿Y si alguien no sabe elegir?" Me halo los cabellos con frustración.

Luego lo arranco. Luego lo pego con cinta. Coño.

Le escribo:

*¿Cómo se entra a tu mundo? Pregunta el monstruo.

Borro. Vuelvo a escribir:

*El dragón azul de los panqueques... no estaba tan mal.

Finalmente envío:

* Quiero ser alguien distinto... Deja de dibujarme como el malo.