Angela, una psicóloga promesa del país, no sabe nada de su familia biológica y tampoco le interesa saber, terminará trabajando para un hombre que le llevara directo a su pasado enterandose la verdad de su origen...
NovelToon tiene autorización de sonhar para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
CAPITULO 19
Matt seguía sentado a su lado, jugando con una pequeña caja de madera que había encontrado sobre la mesa.
—Siempre me decía que cuando fuera grande quería vivir en una casa con muchos árboles. Como esta. —dijo Emma, acariciando con suavidad el cabello de Matt—. Tenía el alma vieja, esa niña.
Lucas miraba una fotografía enmarcada que no había notado antes. No era una foto oficial ni una de las colgadas en el salón. Estaba apoyada detrás de un florero, como si se hubiese querido mantener en secreto.
—¿Y esta? —preguntó, sacándola con cuidado.
Emma lo miró, y su expresión se volvió grave.
—Esa… fue del último verano antes del accidente. En la finca del abuelo de Aurora.
La imagen mostraba a dos niños jugando bajo un árbol: una niña de cabello oscuro y una sonrisa tímida… y un niño de mirada viva que sostenía su mano.
Lucas se quedó helado.
—¿Soy yo?
Emma asintió.
—Sí. Tus padres y los Reyes eran amigos de toda la vida no solo fueron socios. Incluso soñaban con unir a sus familias. Una vez, en una cena, hicieron una especie de pacto simbólico. Dijeron que, si ustedes dos crecían cercanos, y se querían, nadie los separaría. Que serían… como esas uniones antiguas que no se hacen por dinero ni por poder, sino por lealtad de ambas partes.
El silencio fue absoluto.
Luc dejó la taza en la mesa sin decir nada. Miguel parecía impactado. Matt, sin entender, seguía jugando con la cajita… hasta que algo cayó de ella: un dije en forma de lágrima, con una piedra azul en el centro.
Lucas se agachó de inmediato, levantándolo con asombro.
—¿Esto es…?
Emma lo reconoció de inmediato.
—¡La piedra! Esa es la misma que vi en el cuello de la mujer que se llevó a la niña.
Lucas sostuvo el dije como si fuera un fragmento de su historia que había regresado.
—¿Cómo llegó esto aquí?
Emma negó con la cabeza, confundida.
—No lo sé. Esa cajita estaba guardada desde hace años. Tal vez… tal vez alguien la dejó cuando vinieron a revisar los objetos tras el accidente. Pero esa piedra… —susurró— esa piedra estaba colgada en el cuello de esa mujer.
Luc se acercó a Emma con cautela.
—¿Cree que esa mujer pudo haber criado a Aurora… como si fuera suya?
Emma lo miró con los ojos empañados.
—No lo sé, hijo. Pero si fue así… entonces Aurora está viva. En algún lugar. Tal vez con otro nombre. Tal vez sin recuerdos. Pero viva.
Lucas apretó el dije en su mano, sintiendo cómo su pecho se llenaba de una mezcla de esperanza, miedo y un dolor antiguo que jamás había podido nombrar.
—Y si está viva… yo voy a encontrarla. Te prometí que protegería lo que más amabas.
Emma sonrió con melancolía.
—Tal vez… ya la conociste. Solo que no lo sabes aún.
Lucas se detuvo. Esa última frase le dejó un eco inquietante en la mente. Algo en su interior se movió. Como si ya hubiera sentido la presencia de Aurora… sin poder reconocerla.
Cuando regresaron a casa todo el camino fue silencioso. Nadie hablaba. Ni siquiera Miguel, que solía cantar en el asiento trasero. La visita a Emma los había dejado tocados… de una forma difícil de explicar.
Lucas mantenía la mirada en la carretera, pero sus pensamientos iban muy lejos. El dije azul brillaba en su bolsillo.
Un pacto. Un compromiso entre su familia y los Reyes.
Aurora
Una mujer con una piedra azul.
Y la frase final de Emma: “Tal vez ya la conociste.”
¿Quién…?
¿Dónde…?
Apenas entraron a casa, Luc llevó a Matt directo a su habitación. El niño estaba cansado y más callado de lo normal. Miguel se ofreció a preparar algo de comer, pero Lucas apenas lo oyó. Caminó directo al estudio de Luc, cerró la puerta y se dejó caer en la silla frente al escritorio.
Sacó el dije de su bolsillo y lo colocó sobre la madera.
No era joyería común. Ni siquiera algo que alguien compraría por gusto. Tenía forma de lágrima, pero la piedra central parecía antigua, gastada en los bordes, como si hubiera sido tocada cientos de veces. Era más que una joya. Era una pista.
Lucas encendió su laptop. Buscó registros hospitalarios, revisó noticias del accidente. Hacía años que había dejado de intentarlo… hasta hoy. Buscó nombres de personal médico, listas de sobrevivientes. Pero nada. Lo mismo de siempre
Entonces recordó algo.
No un archivo. No una base de datos.
Recordó una persona.
Angela.
Lucas había notado un detalle. Ella llevaba un dije. Rara vez lo usaba. Solo una o dos veces. Lo suficiente para que él lo viera y no pudiera olvidarlo.
Era azul.
Pequeño.
En forma de lágrima.
Su corazón dio un vuelco. Se levantó de golpe y salió del estudio.
—¿Angela está aquí? —preguntó a Luc, que venía del cuarto de Matt.
—No. Además, porque estaría aquí, si se fue en la mañana
—bueno, me avisas cuando llegue mañana no quiero que me molesten me voy a dormir estoy cansado, hoy me quedaré a dormir aquí.
— ¿Por qué? ¿Pasa algo?
Lucas negó con la cabeza.
—No… solo necesito hablar con ella. Es importante.
Luc frunció el ceño, pero no preguntó más sin darle importancia. Lucas entro a una habitación al que siempre usaba cada vez que se quedaba en la casa de Luc.