Esteban es totalmente serio e incluso, un poco amargado; pero debe aceptar la derrota ante una apuesta con su mejor amigo y presentarse en una cita a ciegas en determinado lugar, donde coincide con una rubia que ya conoce.
Sabe que ella no es su cita, pero verla allí, con mirada pícara y burlona, lo hace bufar porque sabe que no demorará en molestarlo.
Soledad ha estado soltera por cinco años, así que, con la esperanza de encontrar el amor, descarga una aplicación y empieza a hablar con Sergio, con quién se verá esta noche. Aunque en su campo de visión aparece su jefe, el cual la fastidia y se odian mutuamente.
Sin embargo, la velada es una decepción para ambos, ya que sus citas no son lo que esperaban, ni lo que desean volver a ver, por lo que Esteban tratando de salvarse, se toma atribuciones indebidas con su empleada, e inventa una tonta excusa. Una que recordarán toda su vida.
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El chisme
Después de la cena entre Esteban y Soledad, él maneja hasta el edificio donde viven, por lo que cada uno va a su espacio personal. Al siguiente día, el CEO lleva a su secretaria hasta la oficina y el rumor corre con más fuerza, ya que siempre se los ve llegar juntos. Además, él le confiesa a Braian lo que pasó con su cita a ciegas y Soledad le cuenta su versión a Johanna, justamente la novia de B.
El problema no es que ambos quieran desahogarse y bromear con su pequeña anécdota, sino que ellas no se fijan donde mencionan ese chismecito, por lo que sin quererlo, ni pensarlo, son escuchadas por una mujer mayor. Esta es conocida como la chismosa de la empresa porque puede tener la verdad o las mentiras que se dicen, pero sería esa fuerte información la que vuela entre los empleados.
Unos días más tarde, Nora entra a la empresa como si fuese la dueña y sube hasta el piso de presidencia. Su visita será principalmente para Esteban, ya que ella tiene gente en el edificio y le han contado del rumor.
La rubia no está en su puesto de trabajo, gracias a que es la hora de almuerzo y el CEO le ha dado permiso para que saliese con Johanna mientras que Braian y él trabajan extra.
—Tengo hambre— se queja su amigo.
—Te jodes. Fuiste a Uruguay y te atrasaste aquí.
—Hice bien en ir a verte —avisa Braian—, sé que me extrañabas.
—Estás muy equivocado— asegura Esteban.
Su puerta se abre abruptamente y por ella entra Nora, aparentemente enojada.
Esteban la observa con seriedad y cierta molestia porque ella no tendría por qué estar ahí. Además, parece que quiere seguir jodiendo en su vida, ya que no lo deja en paz.
—Me dejaste para revolcarte con tu secretaria —le reclama ella y el Ceo empieza a reír.
— Eso no es así, pero no tengo por qué darte explicaciones de lo que hago.
—ES LO QUE DICE TODO EL MUNDO— grita Nora sin importarle que Braian esté presente.
—Vete— pide Esteban, pero ninguna de las personas se mueve.
—Que te vayas— exige Nora mirando al amigo de Esteban, pero el mencionado niega.
—Tú te irás. Él trabaja aquí y conmigo— aclara el dueño del edificio.
—No me iré hasta que la zorra dé la cara.
—Nadie tiene por qué darte explicaciones. ¿Quién te crees que eres?— indaga Esteban ya de pie, cansado de ver a su ex.— Llama a seguridad— le pide a Braian y él sale hasta el escritorio de Soledad, justo cuando ella llega con Johanna.
—¿Qué haces?— cuestiona la rubia al verlo con el teléfono de su puesto.
— Llamo a seguridad porque llegó Nora.
—¿Qué quiere esa mujer?— cuestiona su novia
—El chisme del romance entre Esteban y Soledad llegó a sus oídos, así que está furiosa.
—Pero no es cierto— asegura la secretaria.
—A ella no le interesa qué es verdad o no, solo quiere molestar a Esteban— Braian voltea los ojos.
Soledad suspira y entra a la oficina, siendo seguida por Braian y Johana, quienes quisieron detenerla para que el problema no siguiese aumentando. Aunque la rubia no piensa en lo que pueda pasar, sólo quiere negar el supuesto romance.
La tensión dentro de la oficina es horrible, más que nada porque el ambiente es pesado por la furia que tienen los protagonistas de la pelea.
—No tenemos nada— es lo primero que dice cuando Nora y Esteban la miran— La gente solo inventa estú...— sus palabras son interrumpidas por un rápido golpe de la pelinegra.
Soledad jamás se hubiese imaginado que la ex de su jefe la golpearía, pero al parecer cada mujer que tiene que ver con él está tan loca que prefiere ser agresiva en vez de hablar como personas civilizadas.
—¿Qué miērda te pasa, idiota?— reclama la secretaria.
—Eres una zorra que solo se mete en la cama de su jefe— dice despectivamente Nora.
—Tuve muchas oportunidades para hacerlo y no aproveché ninguna— le asegura— pero, ¿sabes qué? Tú y la otra loca de Dulce me han convencido para hacerlo— ríe dejando a Esteban sorprendido.
—¿Qué dices?— cuestiona Nora sin entender.
— Ustedes pelean conmigo por él— señala a su jefe—, así que debe de tener buen tamaño o se mueve excelente— dice atrevida solamente para molestar a la mujer frente a ella.
El Ceo se sonroja por lo que dice y voltea la mirada hacia otro lado para que nadie lo note, pero su queridísimo amigo no pierde detalle de eso, por lo que sonríe divertido.
Soledad camina hacia su jefe siendo observada fijamente por Nora, Braian y Johanna, quien sonríe pícara suponiendo lo que podrá pasar.
La rubia acaricia la mejilla de Esteban, mientras ambas miradas están conectadas. Él no hace nada; no la toca, ni se aleja, pero deja que ella haga lo que planea. Sabe que, lo que sea que vaya a suceder, será por una loca idea que se le ha ocurrido en pocos segundos. Sabe que es una pequeña venganza por el golpe, pero le sorprende también que no lo haya devuelvo físicamente.
La mano de su secretaria pasa al cuello y luego a su nuca, acercándose aún más y mezclando sus respiraciones, casi uniendo sus labios. Los ojos de la rubia brillan con intensidad, siendo impulsada por el gozo de la maldad y el disfrute del odio ajeno; ella se coloca en determinado punto, tan frente a Esteban que Nora no puede diferenciar la distancia que ambos tienen, y cuando menos lo espera, Soledad le da un beso al CEO justo en el mentón cerrando los ojos y Esteban imita su acción sonriendo en el proceso.
Esta locura solamente aumenta de tamaño y más que un simple chisme, todos van a decir que ya está comprobado. Sin embargo, lo piensa bien y si únicamente se necesita eso para que Nora deje de molestarlo, lo acepta. Sus manos toman la cintura de Soledad y luego la abraza con posesividad, igual que en la noche de la cita.
Su ex no resiste el impulso de volver a golpear a la rubia, así que es lo que hace. Ella vuelve a lanzarse en contra de Soledad y la agarra del pelo para alejarla de Esteban, quien frunce el ceño por el vacío que ha quedado en sus brazos.
Soledad cae al piso y Nora la suelta, pero la secretaria se levanta y defiende. Aunque, no le toca el pelo, si no que directamente la golpea con el puño cerrado dos veces continúas.
Los guardias de seguridad llegan y separan a Soledad de Nora, para luego sacarla de la oficina creyendo que ella es la problemática. Pero Braian les avisa que la pelinegra es quién no tiene permiso de entrar a la empresa, por lo que tienen que obedecer y soltar a Soledad antes de ser despedidos.