Como toda chica; Jasmin sueña con encontrar un buen trabajo, conocer un hombre que se fije en ella mas allá de su apariencia y poder tener una vida feliz y amada. En busca de un mejor porvenir para si misma y su mamá, para estar más cerca de cumplir su sueño, Jasmin se ha mudado de país y ha encontrado un trabajo en una prestigiosa compañía.
Su nuevo jefe es el Sr. William Cole, es un hombre apuesto con un problema peculiar; debido a su intensidad como hombre de negocios suele parecer cortante y desagradable con sus empleados y compañeros; todo esto sin mencionar la fama que tiene de ser seductor y mujeriego. Debido a estos rumores infundados, William ha vivido gran parte de su vida sin crear confianza con nadie, esto es hasta que Jasmin llega a su vida. Durante su relación profesional, Jasmin y William descubrirán que tienen mucho en común y aprenderán muchas cosas el uno del otro.
Jasmin estará más cerca de cumplir sus sueños, y William quedará obsesionado con sus curvas...
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Sin rodeos
Nos organizamos en el poco tiempo que nos quedaba, él se mantuvo firme en la decisión de improvisar. Gracias a la seguridad de sus palabras, puedo sentirme un poco tranquila. Los contribuyentes y empresarios comienzan a llegar, los murmullos son los que me tienen nerviosa. La Sra. Jade se acerca a nosotros y el Sr. William se encarga de decirle la verdad, ella lo toma de forma positiva, tal vez porque al igual que yo, confiamos plenamente en el Sr. William.
—Primero que todo, quiero agradecerles por haber asistido a nuestra presentación. Es un honor contar con su colaboración en este nuevo proyecto que mi hijo y su asistente han organizado. Por motivos de fuerza mayor, no podrán entregar copia del informe en el día de hoy, pero eso no va a impedir que hagan la propuesta. La propuesta seguirá en pie y esta presentación también. Espero contar con su apoyo y comprensión. Gracias por su atención— la Sra. Jade se va a su lugar.
—Solo sígueme la corriente, estoy seguro de que lograremos sincronizarnos de alguna forma. No olvide lo que hablamos, somos un equipo y confío en usted— dice William.
Siempre está dándome ánimos. Él debe estar bajo mucha presión ahora y trata de no demostrarlo. No puedo decepcionarlo.
—Todo saldrá bien. Confío también en usted— digo, cuando en sus labios se forma una sonrisa.
Su seguridad y determinación es algo que a simple vista se puede notar. La firmeza en sus palabras y esa paciencia en explicar las cosas es algo sumamente digno de admirar. Tengo que estar a su altura y no permitir que mi inseguridad estropee lo que nos ha costado tanto trabajo. ¿Quién pudo haber hecho algo como esto? ¿Cómo puede haber gente tan malvada en este mundo?
Me uno en la propuesta con el Sr. William, menciono todo lo que recuerdo y él va explicando con lujo de detalles todo lo que decía. La Sra. Jade luce sonriente, asumo que ha de estar orgullosa viendo a su hijo hacer un buen trabajo. Los nervios se desvanecen con el paso del tiempo, su seguridad me da la fuerza y valentía de permanecer de pie a su lado. Cerramos con broche de oro la propuesta mientras dimos nuestra palabra de entregar los documentos en unos días. Pasaremos de nuevo el trabajo, pero al menos todo salió bien.
—Ha hecho un excelente trabajo. La felicito, logró vencer sus nervios.
—Usted mucho más. Se veía muy genial, parecía otra persona.
—Ahora solo falta saber quién fue el culpable. Me encargaré de averiguarlo ahora mismo.
—¿Y cómo lo hará?
—Las cámaras de seguridad.
—Estuvieron fabulosos. Los felicito. Llamaron la atención de los contribuyentes. Están encantados con la propuesta— dice la Sra. Jade acercándose a nosotros.
—Gracias, Srta. Jade.
—Ahora solo falta encargarnos del culpable, madre. ¿Me acompañas?
—Voy a despedirme y nos encargamos.
—Espérame en la oficina, iré enseguida.
William
Me encuentro con mi madre en el cuarto de seguridad luego de que Jasmin se fuera a nuestra oficina. Echamos al guardia y nos sentamos con calma a mirar los vídeos para encontrar a la persona detrás de esto.
—Vaya, mira lo que tenemos aquí. La secretaria de mi querido marido.
Sin perder el tiempo fuimos directamente a su oficina.
—Buenos días, guapa. Tenemos un asunto muy importante que hablar contigo, ¿nos permites?
—Sí, Sra. Jade— Tania se levanta de la silla de su escritorio.
—No iré con rodeos. Tenía que pedirle una cosa muy importante; quiero que deje su área impecable, porque hoy mismo se me larga de aquí— digo, sin que me quede nada por dentro.
