Ella descubrió que su marido la engaño siempre, al ir a llevar un pedido a un domicilio, la realidad le golpeó en la cara, él estaba ahí con su amante y una hija de la misma edad de su hijo mayor. No pudo enfrentarlo al sentir el dolor consumir su cuerpo, pero un joven la ayudo a entregar el pedido y se convertiría en su salvación, por más que ella era mayor que él, la edad no fue un impedimento, aunque tenían en claro que no podían soñar con un futuro, solo vivir el presente.
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XVIII Mejor
#ELLA
Mí suegro estaciono próximo a la casa de mí padre.
-Ella gracias de nuevo, lamento que te encontrarás con mí hijo, siempre sale y no tiene hora de regreso. Me dice.
-Asi que no está casi con los bebés. Le consulto.
-Los bebés están bien cuidados, tienen todo, no le hacemos faltar nada. Me aclara.
-Pero su padre no está con ellos.
-No, solo los ve antes de dormir, trabaja mucho. Me aclara mí suegro.
Más bien anda atrás de la otra, sino está molestándome a mí o bebiendo quien sabe dónde. Pienso.
-No cambio mucho su actitud hacia ellos, así era en casa. Le comento.
-A mí me da gusto tenerlos, son un amor, me llenan de alegría, me integran a sus actividades, por lo que la niñera solo los cambia y alimenta. Me cuenta mí suegro.
-Asi que le pone feliz tenerlos.
-Se que no es en las mejores circunstancias, pero la verdad que si, me hace feliz, se que antes no podías traerlos casi, porque mí mujer siempre te buscaba pelea. Cómo esa vuelta que tiro toda la ensalada que llevaste al asegurar que vio una cucaracha y solo porque dije que me gustó. Me cuenta.
-Es el abuelo, nunca puse límites a que los vea.
-Lo se, pero no quería ocasionar disgustos, si iba a tu casa, me hacían un problema en la mía. Tu entiendes.
-Bueno, ya sabe, si necesita algo referente a mis bebés, me llama. Le digo despidiéndome.
Me estiró dándome un abrazo y un beso en la mejilla como despedida.
Me baje mirando cuando se marchaba. Al girar casi caigo de espaldas, estaba parado mirando fijo Esteban en la entrada de casa.
-¿Quién era? Me preguntó serio sin saludarme.
-HOLA.
-Si, hola, ¿Quién era? Volvió a preguntar serio.
-Mi exsuegro. Le respondí.
-Ella, hola, traje algo para tomar. Apareció Gastón con un bolso.
-Bien, pasen. Los invito.
-¿Por qué estabas con tu exsuegro? Me pregunta Esteban.
-¿Qué pasa? ¿Te pusiste celoso?
-No. ¿Pero qué hacías con él?
-Solo me trajo, nada más.
-¿De dónde?
Suspiré pesado, me gire a mirarlo de frente.
-¿Alguna vez te pregunté que haces, con quién lo haces, por qué lo haces?
-No.
-Entonces, ¿Por qué me interrogas así?
-Quiero entender, si es tu exsuegro, no deberías tener contacto con él.
-Tengo a mis bebés en su casa, que me consulten o llamen por ellos no es nada extraño. Le respondí.
-¿Fuiste a su casa?
-Si, quedó solo con mis bebés y no podía hacerlos dormir. Le conté.
-LLEGAN A TIEMPO, YA ESTAN LOS PEDIDOS. ESPERO QUE TENGAN BUEN APETITO. PEDI DE TODO. Anuncio mí padre ni bien ingresamos.
-Me cambio y me los uno. Le aviso a mí padre.
Me di una ducha de agua caliente para relajarme, la tensión me mataba, pase por mucho estos días.
Me puse un vestido y dejé mí cabello suelto.
-Ella, papá está con su casual interrogatorio. Me susurra Beth al ingresar al cuarto.
-Como siempre. Le respondí restándole importancia.
-No te preocupa. Me dice.
-Fue un día muy pesado para mí, me encontré con Homero que insiste en que volvamos, como si todo lo que hizo no fuera tan grave. Solo quisiera cenar. Le respondí.
-Asi que te lo cruzaste. Me dice.
-Si, mí exsuegro me llamo para que haga dormir a mis peques, que los extraño, y poder verlos me llena de alegria. Me dio ternura, querían venir conmigo, pero si los traia, seguro Homero me denuncia por secuestro o no se que se le ocurra, sabiendo cómo es. Apareció la madre de Homero que escupe groserías en mí contra. Salgo de ahí y aparece Homero. Por suerte su padre me saca ante él y me trae o no se que pasaba.
Le relato lo que pase en ese corto tiempo que me fui.
-Es una pena que no puedas tenerlos contigo.
-Mi abogado me dijo que no me preocupe, pero ya va a hacer un mes y no me dan ninguna solución. Le comento a Beth.
-Cambia de abogado.
-Me gustaría, pero no tengo los fondos.
-Vamos a cenar o nuestro padre vendrá por nosotras. Me dice.
Nos dirigimos las dos hacia el patio bajo el parral que tiene mí padre donde armaron la mesa.
-Ya era hora, si no aparecían capas no les tocaba nada. Bromea mí padre.
-Ten. Me ofrece Esteban un plato con pizza y empañada. Gracias, le dije y Gastón le entrega otro a Beth.
-Me contó tu padre que fuiste a un curso. Le dice Gastón a Beth.
-Si, era más una capacitación, para reforzar lo que ya se, nunca está de más saber algo más. Le cuenta Beth.
-¿Dónde fue? Le pregunta Gastón.
-En la ciudad vecina. Solo un par de horas de viaje. Le responde Beth.
-Esteban, ¿Cómo está tu madre? No se molesto porque estuviste más con nosotros. Le pregunto mí padre.
-Ella está bien, no le gustan los festejos, solo los regalos, y me incentivó que ayude en lo que sea necesario. Le respondió Esteban.
-De seguro no le gustan los festejos si es ella la que debe hacer todo. Le dice mí padre divertido.
-No sabría decirle el porque, solo se que siempre fue así, por eso no asiste a la fiesta de los oficiales. Le responde.
-Hablando de eso, este año va a ser más grande que años anteriores. Y ustedes deben estar conmigo. Nos dice nuestro padre.
-Como siempre. Le respondimos en coro con Beth.
Las dos nos manteníamos calladas, comportandonos como damitas bien educadas que no se meten en la conversación de los grandes, sabíamos que a nuestro padre eso le molestaba y le respetabamos por ello.
La charla fue amena.
-Podemos proyectar una pelicula. Dijo mí padre.
-Podemos ver una película del Oeste que tanto te gusta. Propuso Beth entusiasmada.
-El equipo está guardado en el depósito. Le aviso mí padre.
-Tenemos un proyector, siempre usamos la pared de la casa como pantalla. Cuenta Beth entusiasmada.
Sabía que su alegría se debía a que casi no recibimos a nadie en casa desde que nuestra madre falleció, solo éramos los tres nada más y mis bebés.
-Si es que quieren. Le pregunto mí padre a Esteban y a Gastón.
-Si, es una buena idea, la verdad que nunca vimos una película así. Le respondió Gastón.
-Ninguna a decir verdad. Agrego Esteban.
-No hablen así, van a creer que los exprimo al máximo en el trabajo que nunca les di tiempo a ver una película. Le dice mí padre.
-Siendo sincero, si no estamos en el trabajo estamos en el gimnasio o reuniéndonos con nuestra familia o amigos, y si vemos algo es corto. Responde Esteban.
-Pero habrán mirado película antes. Le dice mí padre.
-Si, cuando éramos más jóvenes. Le responde Gastón.
Sentía que no bajaban la guardia tratando con respeto a mí padre y respondiendo directo a sus preguntas.
-Bien, ahora verán una de emis favoritas. Le dice cuando ve llegar a Beth con el proyector.
Me pare presurosa a ayudarla a instalarlo.
Cómo siempre mí padre miró con entusiasmo la primer parte y luego comenzó a cabecear del sueño.
-Pa, vamos. Le susurré llevándolo del brazo para que descanse y Beth me ayudó.
-Estuvo bueno todo. Nosotros nos retiramos. Le anuncio Gastón.
-Gracias por venir y Esteban de nuevo gracias. Le dijo mí padre.
-De nada señor Sóla. Le dijo Esteban.
-Esperen, ya los acompañamos. Le anuncia Beth.
Acompañamos a nuestro padre en su cuarto, le pusimos su radio que le gusta escuchar y el aire bajo como le agrada. Regresamos donde estaban los chicos que habían guardado todo lo de afuera en la cocina.
-Metimos todo, el tiempo está nublado. Nos avisó Gastón.
-Gracias. Le respondí.
-Podemos envolver algo para que lleven de comida, quedó mucho. Le ofrece Beth.
-No es necesario, la verdad que rara veces comemos en casa. Responde Gastón.
En ese momento se largo una lluvia fuerte. Todos giramos al mismo tiempo a mirar sorprendidos.
-Seguimos mirando la película aquí adentro hasta que deje de llover. Propuso Beth.
-Si, al parecer no queda de otra. Suspira Gastón.
-Ella, no me quedo si te incomoda, te sentí pensativa toda la noche. Me susurro Esteban.
-Solo te pareció, estoy cansada, eso es todo. Le respondí.
-Si tienes un paraguas...
Me iba a preguntar y la lluvia se volvió torrencial.
-No es seguro que salgan así, menos que conduzcan así, se quedan, les voy armar en la sala un lugar, y avisaré a mí padre. Le digo decidida.
-Una pijamada. Aplaude Beth con entusiasmo.
-No tenemos invitados en casa, siempre fuimos nosotros. Le cuento a Esteban que no entendía la alegría de Beth.
Con Beth hicimos palomitas de maíz para acomodarnos en la sala y armar el proyector así seguíamos viendo la película. Corrimos los muebles, despejando la sala, colocamos almohadones en el piso y nos sentamos a disfrutar el resto de la pelicula. Cuando terminó vimos que Gastón y Esteban dormitaban recostados en los sillones, por lo que les cubrimos con las mantas, apagamos todo y nos retiramos a descansar a nuestros cuartos.
Muy temprano me levanté, los bellos durmientes aún seguían desparramados en un profundo sueño. Prepare el desayuno, deje todo listo en la mesa de la cocina y me senté a hacer mí trabajo.
Al rato Esteban se despertó, se sobresalto perdido, hasta que se dio idea de dónde estaba.
-Buen día. Me saludo al verme sentada ante mí monitor en la cocina mientras desayunaba.
-Buen día. Desayuna, ahí tienes para servirte y luego tienes el baño en esa dirección. Le indique.
-Bien, voy al baño primero. Dijo caminando sin ganas.
"AHAA, QUE BIEN DORMÍ " Exclamó Gastón al despertar.
-Buenas, comida, buenísimo. Dijo prendiendose de las tostadas que unto con mermelada y se sirvió café.
-Buen día. A vos se te ve más animado que a tu amigo. Le digo.
-Es que él manejo todo el camino, le lleva más tiempo recuperar energía. Me cuenta.
-No entiendo. Creí que estaba aquí, por el cumple de su madre.
-Si, pero su madre está en el campo, su padre alquila en la ciudad por su trabajo, y Esteban hizo de chófer de su padre, luego de mí, porque como lo cubro, me debía el favor. Me cuenta sin dejar de comer.
Al rato aparece Beth, como nunca arreglada, ella siempre pasa todo el día en pijama, y solo se viste para salir, pero ahora estaba peinada, maquillada, Lucia muy bien.
-Buen día Gastón.
-Mmm, buenas. Le contesto con la boca llena.
-Buen día Ella. Me saluda.
-Buenas, voy a alistarme, tengo que hacer unos trámites.
-Aún sigue la lluvia. Me anuncia.
-Si, pero no puedo dejar para después. Le respondí.
Quería reunirme con mí abogado, contarle lo que me dijo mí suegro de que Homero no está con los bebés, que lo deja al cuidado de otro.
-BUENOS DIAS, VAMOS A IR TODOS AL TRABAJO. Escuché decir a mí padre que apareció cambiado para salir y me gire a mirarlo.
-Acabas de salir de estar internado, tienes unos días de reposo, te hice la licencia por salud. Le digo sería.
-No debiste hacerla, pero lo solucionare. Vamos muchachos. Insiste mí padre.
Esteban salió del baño peinado de manera prolija y se lo veía más fresco.
-Llevare café en mí vaso termico. Dijo mí padre.
-Pa escúchame, no debes tomar tu salud a la ligera, o ya olvidaste las recomendaciones del doctor. Insisto.
-Para mí el trabajo es salud, estar sin hacer nada eso me va a matar. Me respondió.
Cuando se pone terco no hay manera de hacerlo cambiar de opinión.
Antes que pueda agregar algo más se fueron, suspiré molesta, no hubo manera de convencer a mí padre.
-Y tu ¿Por qué no me ayudaste? Le digo a Beth.
-Ya sabes cómo es él. Me responde comiendo su tostada.
Ya no podía hacer nada, me límite en ir a reunirme con mí abogado.
-Ella entiendo tu ansiedad por recuperarlos, estoy de tu parte, pero la justicia tiene sus tiempos. Me dice mí abogado.
-A este paso, mis bebés estarán grandes, se habrán olvidado de mí.
-No exageres, no se olvidan de una madre.
-Y si esos le mienten, del porque no estoy con ellos y terminan creyendo que nunca los quise por eso los dejé con sus abuelos.
-Eso nunca va a pasar.
-Aqui tienes las grabaciones, en esta con Homero que increpó a mí padre y en esta donde mí suegro asegura que Homero no está para sus hijos.
-Eso va a servir, prepararé todo para la siguiente audiencia, sigue cumpliendo lo que te impusieron ahora, y pronto tus bebés regresarán a ti. Me responde.
Me sentía ansiosa, se me hacía muy lento todo.