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Reticiencias De Un Amor

Reticiencias De Un Amor

Status: En proceso
Genre:Amor-odio / Pareja destinada
Popularitas:4.3k
Nilai: 5
nombre de autor: KeliindA RojanO C.

Ava es una joven a punto de graduarse de doctora el cual siempre ha sido su sueño, al conocer a maximiliano un hombre multimillonario quien queda hipnotizado por su belleza, su amor se basa en romance hasta que el tuvo un terrible accidente quedando en coma, ella se ve obligada a tomar decisiones si el, cuando el despierta el caos llega y ella descubre lo despiadado que es, ¿podrá Ava salir a tiempo de ese amor sin remedio?

NovelToon tiene autorización de KeliindA RojanO C. para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Un Enfrentamiento

Maximiliano miró a su madre y le dijo con una voz indiferente y sin emoción: —Puedes ir a hablar con quién tengas que hablar para que me den de salida ya. No aguanto un minuto más aquí—.

Su madre lo miró con sorpresa y preocupación. —Hijo, no puedes irte todavía—, le dijo Paulina. —Los médicos necesitan seguir monitoreando tu condición y asegurarte de que estás bien—.

Maximiliano se encogió de hombros y volvió a mirar a su madre con una expresión indiferente. —Estoy bien—, dijo. —No necesito estar aquí—.

Me sentí un poco sorprendida por su actitud y su deseo de irse del hospital tan pronto. ¿Estaba impaciente por salir de allí o había algo más detrás de su comportamiento? Me pregunté si su amnesia estaba afectando su juicio o si había algo que no sabíamos.

Paulina salió de la habitación, dejándonos solos a Maximiliano y a mí. Tan pronto como la puerta se cerró, Maximiliano me volvió a mirar, y su mirada me hizo sentir incómoda. En sus ojos no pude encontrar ningún rastro de amor o afecto, solo una frialdad y una indiferencia que me dolió.

Me sentí obligada a mirar para otro lado, incapaz de sostener su mirada. Me fijé en la ventana, en el paisaje exterior, en cualquier cosa que no fuera él. Me sentí como si estuviera mirando a un desconocido, alguien que no conocía en absoluto.

La habitación se quedó en silencio, y pude sentir la tensión entre nosotros. Me pregunté qué estaría pensando Maximiliano, qué estaría sintiendo. ¿Me recordaría alguna vez? ¿Volvería a ser el mismo hombre que conocí? La incertidumbre me hizo sentir ansiosa y triste.

Maximiliano rompió el silencio incómodo y dijo con una sonrisa burlona: —Ya me contó Elías todo lo que ha pasado este tiempo, ¿así que eres mi esposa, eh?—. Su tono era irritante y sarcástico, y me hizo sentir incómoda.

Me limité a asentir con la cabeza, sin mirarlo, y respondí en voz baja: —Sí—.

Maximiliano se rió, pero su risa no tenía humor. —¿Quién te crees que eres?—, me preguntó, con su voz subiendo de tono.

—¿Quién en su sano juicio decide casarse con alguien que no está consciente?—Me miró con incredulidad y enfado, casi gritándome.

Me sentí herida y defensiva por sus palabras. ¿No recordaba nada de lo que habíamos pasado juntos?.

Quise explicarle, pero su actitud me hizo dudar si valía la pena. Me limité a mirarlo, sintiendo lágrimas de frustración y dolor en mis ojos.

Maximiliano continuó hablando con enfado y determinación. —También me enteré de lo que hicieron después—, dijo, con su voz llena de ira.

—¡Me interesa un carajo lo que mi madre y tú hayan hecho porque creían que yo moriría!. Ya estoy bien y no pienses que se saldrán con la suya—.

Me miró con una expresión de desdén y desafío. —No pueden casarme ni decidir hacerme padre sin mi consentimiento—, dijo, enfatizando cada palabra.

—No tienen derecho a tomar decisiones por mí, y no voy a permitir que se aprovechen de la situación—.

Su enfado y determinación me hicieron sentir intimidada y dolida. Me di cuenta de que no recordaba nada de nuestro amor, de nuestra relación, y que estaba decidido a no aceptar nada que no hubiera decidido él mismo. Me sentí como si estuviera luchando por algo que ya no existía, y no sabía si podría hacer que me escuchara, que me entendiera.

Me levanté del sillón, sintiendo una mezcla de molestia y dolor por sus palabras. Mi voz tembló ligeramente al hablar, pero intenté mantener la calma.

—Maximiliano, te comprendo por qué acabas de despertar de un coma que te llevó 5 meses en un sueño profundo—, le dije, mirándolo a los ojos. —Y soy consciente de las secuelas que eso trae—.

Mi voz se llenó de emoción al continuar. —Nadie estuvo contigo todos los días y noches más que yo. Nadie se preocupó por ti más que yo—. mi voz se quebró ligeramente al decir esto, recordando todos los momentos que había pasado a su lado.

—No te pido que me agradezcas porque no lo recuerdas—, continué. —Pero es una pena, porque antes de este terrible accidente, tuvimos una relación hermosa—. Mi voz se llenó de tristeza al recordar los buenos momentos que habíamos compartido.

—Lo demas, si fue mi culpa—, admití. —No debí aceptar casarme contigo ni practicarme una inseminación. Fue mi error—. Mi voz se llenó de arrepentimiento al decir esto. —Pero lo hice por ti, porque tu madre estaba muriendo al saber que tu salud estaba cada vez peor—.

Mi voz se endureció ligeramente al terminar. —Lamento todo esto, pero tu actitud no la voy a soportar porque no lo merezco. Estás siendo injusto y cruel, y no lo voy a tolerar—. Mi mirada se encontró con la suya, desafiante. —¿Ok?— dije, esperando a que respondiera.

Maximiliano me miró con una mezcla de sorpresa y enfado, como si no esperara que yo reaccionara de esa manera. Se quedó en silencio por un momento, procesando mis palabras.

Luego, su expresión se endureció aún más.

—No me importa lo que hayas hecho por mí—, dijo con voz fría y distante.

—No me importa lo que hayas sufrido o lo que hayas hecho para ayudarme. Lo que me importa es que me casaste sin mi consentimiento y me hiciste padre sin que yo lo supiera—.

Su voz se elevó ligeramente, llena de indignación. —¿Cómo pudiste hacer eso? ¿Cómo pudiste tomar decisiones por mí sin siquiera estar presente?—.

Me miró con una mezcla de dolor y enfado, como si estuviera tratando de entender por qué había hecho algo así.

—No te creo—, dijo finalmente. —No creo que lo hayas hecho solo por mi madre o por mí. Hay algo más detrás de todo esto, algo que no me estás diciendo—.

Su mirada se clavó en la mía, desafiante y acusadora. —Quiero saber la verdad—, dijo. —Quiero saber por qué hiciste todo esto sin mi consentimiento—.

Mi voz se elevó ligeramente, llena de autoridad y firmeza. —No te permito que me hables de esa manera, Maximiliano—, le dije, mirándolo directamente a los ojos.

—Y voy a ser gentil contigo por la condición en la que estás, pero no te pases—.

Mi tono era firme pero controlado, sin dejar de lado la emoción que sentía.

—No voy a permitir que me insultes o me acuses sin fundamento—, continué. —Si quieres saber la verdad, estoy dispuesta a explicarte todo, pero no voy a tolerar que me trates de esta manera—.

Mi mirada se mantuvo firme, desafiándolo a que se atreviera a cruzar la línea. —Así que te sugiero que te calmes y trates de escuchar—, le dije. —Porque si no, esto no va a terminar bien—.

Maximiliano intentó levantarse de la cama, pero su debilidad y dolor lo obligaron a quedarse acostado.

Su mirada estaba llena de odio y enfado, y su voz temblaba de ira. —¿Quién te crees para hablarme de esta manera?— me gritó, su rostro estaba enrojecido por la furia.

—Soy tu esposa—, le respondí con mi cabeza en alto, sin amedrentarme ante su ira. Pero Maximiliano no se calmó.

—Eso no lo decidí yo— me gritó, con su voz llena de resentimiento.

Sentí que la situación estaba llegando a un punto crítico, y decidí que era mejor poner distancia entre nosotros.

—Te dejaré solo para que te calmes y asimiles lo que está pasando—, le dije, tomando mi bolso y dirigiéndome hacia la salida.

Maximiliano me gritó que no habíamos terminado de hablar, pero no le di importancia. Sin mirarlo y con mi frente en alto, salí de la habitación, a pesar de sus llamados a mi nombre.

—¡Espera!— me gritó, pero no me detuve. Seguí caminando, decidida a poner distancia entre nosotros y a calmarme. La puerta se cerró detrás de mí, y me encontré sola en el pasillo, tratando de procesar lo que acababa de suceder...

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olga esperidioni
falta la terminacion de la novela ,ai termina en el capitulo 28,se leyo al cohete
KeliindA RojanO C.: Hola, Gracias por tu comentario, la novela se actualiza diario, agradezco su paciencia.
total 1 replies
KeliindA RojanO C.
Emocionante
Ana Gonzalez
exelente novela ❤️
KeliindA RojanO C.: Gracias, es para mí un orgullo que mi novela sea de tu agrado 😊 esperamos que siga siendo así.
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Miraval 💃🇨🇴🇨🇴🇨🇴🇨🇴🇨🇴
Creo que aún, si Maximiliano no hubiera sufrido ese accidente, ese matrimonio estaba destinado al fracaso, parece que no la amaba como decía, la amnesia no es motivo para que la trate tan mal, parece que la odiara . Si bien es cierto que ella no debió dejarse manipular por la suegra y el cuñado para casarse y menos para embarazarse , él está actuando como todo un patán y la que está llevando las culpas es Ava, la suegra debería ayudar., ella fue la de la idea. 🧐🤔🇨🇴
KeliindA RojanO C.: Hola, Gracias por tu opinión, estoy totalmente de acuerdo contigo, al parecer maximiliano mostró su verdadero rostro, Pero recuerda que entre el odio y el amor solo hay un paso...
total 1 replies
KeliindA RojanO C.
me alegro que sea de tu agrado, te invito a seguir leyendo
KeliindA RojanO C.: Muchas gracias, 😊
Magdalena Flores: la felicito por su por sus libros sos un hermoso lo estoy leyendo los tres chiquitito como el dicho en los comentarios anteriores con otra escritoras le doy las gracias por escribir lindas historias a usted y a sus colegas
total 2 replies
Luis Carlos Ortiz
waooo que interesante 🥰
MARCE
excelente relato
MARCE
muy buen relato 🥰
Yessica Gutierrez Mamani
Quiero saber qué pasa a continuación 😮
Akira
Enganchada completamente
KeliindA RojanO C.: Me alegro que sea de tu agrado, te invito a seguir leyendo 😊 muchas gracias
total 1 replies
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