Damián Blackwood, es un Alfa dominante que ha construido un imperio oculto entre humanos, jamás pensó que una simple empleada pondría en jaque su autocontrol. Isabella, con su espíritu desafiante, despierta en él un deseo prohibido… pero lo que comienza como una peligrosa atracción se convierte en una amenaza cuando descubre que ella es su compañera destinada. Una humana...
Bajo la sombra de antiguas profecías y oscuros secretos, sus destinos colisionan, desatando fuerzas que nadie podrá contener.
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Entre el deseo y la racionalidad
Selene sonrió con amabilidad mientras abrazaba a Carla para despedirse. La música aún sonaba en el salón, aunque la celebración parecía haber llegado a su punto más alto y ahora se encendía en oleadas de risas, copas medio vacías y bailes más relajados.
—Ya me voy —dijo Selene, ajustándose el abrigo que llevaba sobre el vestido— Gracias por insistir en que me quedara un poco más, la pasé mejor de lo que imaginé.
—¿Estás segura? —preguntó Carla con el ceño ligeramente fruncido— Podrías quedarte un rato más…
—No, de verdad. Estoy cansada. Además, mañana tengo un montón de cosas que hacer —mintió con una sonrisa suave.
Ranya la observaba atentamente sin decir nada.
Carla asintió finalmente, resignada, y la abrazó una vez más. Una de las otras chicas se ofreció en llevarla, pero Selene prefirió caminar unas cuadras hasta la parada de taxis. Sentía que necesitaba despejarse, respirar aire fresco.
En realidad, sentía una extraña inquietud, como si su piel estuviera más sensible, como si el aire mismo tuviera electricidad. Recordó la calidez que había estado envolviéndola mientras bailaba, esa sensación inexplicable… que se desvaneció por completo, dejándola con una especie de vacío que no lograba entender.
Mientras se alejaba hacía la puerta de salida una mirada intensa la seguía desde la distancia.
En un lugar bastante apartado de la fiesta, Damián la observaba con los ojos entornados. Su copa seguía en su mano, olvidada. Cada paso que ella daba, alejándose, le provocaba un alboroto interno que se estaba esforzando mucho por contener.
*Se va… —dijo su lobo, su voz reverberando con urgencia en su mente— Ve tras ella. *
*No —respondió Damián en voz baja —No voy a hacerlo.*
*¡Es nuestra compañera! No puedes dejarla ir así, sin más.—espetó casi con furia su voz animal —La estás alejando. ¡Estás ignorando lo que la Diosa ha unido!*
Damián apretó la copa con fuerza. Sus ojos brillaban con una mezcla de deseo y dolor.
*¿Y qué se supone que haga? —preguntó con su voz llena de impotencia —¿Que la marque ahora? ¿Que la arrastre a este mundo sin su consentimiento? No puedo… No puedo hacerle eso.*
*No la arrastras. La eliges. La reconoces.*
*Ella es humana —repitió con firmeza— ¿Tienes idea de lo que pasaría si nuestros enemigos supieran que ella es mi compañera? La cazarían. La usarían. ¿Tú crees que podría vivir conmigo mismo si algo le pasara?*
Hubo un silencio incómodo dentro de él. Su lobo no respondió de inmediato. Solo dejó escapar un gruñido bajo, frustrado.
*La necesitas.*
*Lo sé —susurró Damián—. Pero necesitarla no me da derecho a hacer de su vida un desastre.* —dijo con amargura.
Mientras tanto, Selene desapareció de su vista, cruzando la calle con el cabello suelto ondeando tras ella. Un pedazo de su alma pareció irse con ella, llevándose también la paz que apenas había comenzado a construir.
Y en el pecho del lobo Alfa, la batalla recién comenzaba.
Cuando la fiesta por fin acabó, Damián se sintió aliviado. Si bien al principio sus intenciones eran brindar y marcharse, terminó quedándose allí debido a la presencia de Selene, y cuando ella se marchó, hizo uso de todo su autocontrol para no salir corriendo tras ella.
Ahora, ya estaba en su penthouse, de pie cerca del balcón interior, observando la luz de la luna a través del techo vidriado.
Marcus quien había decidido hacerle compañía sabiendo lo perturbado y contrariado que su amigo se sentía, se acercó con una copa en la mano.
—Ya deja de darle vueltas al asunto, amigo —le aconsejó.
—¿Qué haces aquí? Deberías estar con tu pareja completando el ritual.
—Tengo tiempo para hacerlo —replicó Marcus —Creo que en este momento mi lugar es aquí con mi mejor amigo.
—Gracias, Marcus —dijo Damián tomando la copa que su amigo le ofrecía —Esto parece una locura...
—¿Y si no lo es del todo? —replicó el beta, encogiéndose de hombros— Digo… a veces las cosas no son lo que parecen. A mí también me sorprendió que Carla fuera mi compañera, y ella bueno es una loba… pero no cualquier loba. Tiene un vínculo especial con la manada. Tal vez Selene…
El sonido del celular vibrando interrumpió la conversación. Damián bajó la vista, esperando ver algún mensaje sin importancia. Pero en la pantalla aparecía un nombre que lo hizo fruncir el ceño: .
"Ranya"
Abrió el mensaje rápidamente.
> “Alfa, necesito hablar contigo cuanto antes. Es sobre tu compañera. No puedo explicarlo por aquí. Pero es importante.”
El corazón de Damián dio un vuelco.
—¿Todo bien? —preguntó Marcus al notar el cambio en su expresión.
—La sacerdotisa —respondió Damián sin quitar la vista del mensaje— Dice que necesita hablar conmigo… que es importante… y que se trata de Selene, bueno no dijo su nombre solamente mencionó a mi compañera.
El beta asintió lentamente, comprendiendo sin palabras el peso de aquella notificación.
—Entonces responde.
Damián tecleó unas cuantas palabras en su móvil, quedando de acuerdo con la sacerdotisa en que se verían el siguiente día al mediodía.
Cabe decir que esa noche Damián la pasó más que inquieto, su lado instintivo el que era controlado por su parte animal, su lobo, lo animaba a ir en busca de su pareja, la quería tener cerca, la necesitaba. Pero la parte racional de él le decía que no, que no podía permitirse hacer eso. Así que se obligó a ir a la cama ignorando sus pensamientos, pero cuando eran cerca de las tres de la mañana se encontró corriendo a través de los árboles del parque en su forma de lobo, se sorprendió al detenerse frente a una casa de fachada sencilla y acogedora, y de inmediato cuando sus fosas nasales se ensancharon lo entendió, era la casa de Selene.
Damián volvió a su forma humana, y caminó hacia una de las ventanas que estaba iluminada por una luz tenue. Entonces la vió, Selene estaba profundamente dormida, y con el mayor sigilo él abrió la ventana, se sorprendió de que estuviera sin cerrojo, caminó lentamente procurando no hacer ningún ruido que pudiera despertarla y se quedó mirándola, detallando cada uno de sus rasgos. La vio sonreír en medio de sus sueños, y él también sonrío, pasó saliva entendiendo que eso era producto del vínculo, y que debería hacer algo rápido para evitar que este siguiera creciendo. Porque a pesar de que el vínculo no había sido sellado, cuanto más se demorara en pararlo, más lejos estaría de poder rechazarla como su pareja.
Sin embargo, no pudo evitar la calidez que su corazón sintió cuando acarició suavemente su mejilla, su lobo lo instó a acercarse y ambos pudieron sentirse reconfortados y aliviados tras el acercamiento.
*Marcala* —lo instó el lobo.
*No, no puedo hacerlo* —replicó él.
*Sabes que lo quieres tanto como yo*
*Y tú sabes que no voy a hacerlo* —respondió Damián apartando un mechón de cabello del rostro de la muchacha. Entonces se acercó y respiró él aroma de su cabello sintiéndose embriagado y deseoso. Y cuando su lobo estaba dispuesto a tomar el control, Selene llevó una de sus manos a la frente y ese solo movimiento fue suficiente para hacer que Damián reaccionara.
Minutos después estaba de regreso en su casa, recriminándose la locura que estuvo a punto de cometer.
que de costumbre y no permita que le haga daño a Selene.