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Florecer De Las Cenizas

Florecer De Las Cenizas

Status: En proceso
Genre:Autosuperación / Traiciones y engaños / Cambio de Imagen
Popularitas:4.8k
Nilai: 5
nombre de autor: Orne Murino

A veces perderlo todo es la única manera de encontrarse a uno mismo

NovelToon tiene autorización de Orne Murino para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 17: Sombras en la puerta

El sol se filtraba tímidamente entre las cortinas del living, bañando la sala de un tono dorado suave. Juliana estaba en el sillón, con una manta ligera sobre los hombros y una taza de té humeante en las manos. La sensación de estar en su propio hogar, después de la pesadilla del hospital, era un bálsamo, aunque el miedo aún le revolvía las entrañas.

El sonido del timbre la hizo sobresaltarse. Dejó la taza sobre la mesa ratona y caminó con cuidado hacia la puerta. Al abrir, dos agentes de policía la saludaron con formalidad.

—Señora Montona, disculpe la hora. Necesitamos tomarle declaración oficial sobre lo sucedido en su oficina con el señor Martín Cabrera —dijo uno de ellos, mostrando su placa.

Juliana asintió y los invitó a pasar. Se sentó frente a ellos, sintiendo cómo su garganta se cerraba mientras relataba lo sucedido: las amenazas, la agresión, el momento en que creyó que iba a morir. Su voz temblaba, pero se mantuvo firme. Cada palabra era como liberar un peso que había cargado durante demasiado tiempo.

—Entendemos lo difícil que es —dijo la agente, tomando notas—. Pero es fundamental que quede asentado. Con esta declaración y los testigos presentes, el caso contra Cabrera se fortalece.

Juliana respiró hondo y asintió.

—No quiero que le vuelva a hacer daño a nadie. Ni a mí, ni a ninguna otra mujer.

Cuando los policías se fueron, el silencio volvió a la casa. Ella se dejó caer en el sillón, agotada emocionalmente. No pasó mucho tiempo antes de que otro timbre sonara, esta vez acompañado por un golpe suave en la puerta.

Al abrir, se encontró con Mattia, cargado de bolsas de supermercado como si viniera a abastecer a una familia entera. Juliana se quedó boquiabierta.

—¿Qué… qué es todo esto? —preguntó, con una mezcla de sorpresa y ternura.

Él sonrió, un poco avergonzado.

—Digamos que en Italia tenemos la costumbre de que, cuando alguien lo pasó mal, se le cuida con comida. Espero que te guste la pasta casera… traje suficiente para una semana.

Juliana lo miró con desconfianza divertida.

—¿Y cómo conseguiste mi dirección?

Mattia arqueó una ceja con picardía.

—Tengo mis métodos. Aunque, si sirve de algo, Alessandro me dijo que me iba a meter en problemas por aparecer así.

Ella no pudo evitar reír. Lo dejó pasar, y pronto la cocina se llenó de aromas cálidos mientras él desplegaba los ingredientes. Prepararon juntos una cena improvisada, y aunque Juliana se sentía débil, el simple hecho de compartir risas y anécdotas con él le devolvía un poco de vida.

En la mesa, entre bocados de pasta y brindis con vino, ella se encontró sonriendo de verdad. No de esas sonrisas forzadas para disimular, sino una que nacía desde el pecho.

—Hace mucho que no me reía así —admitió Juliana, bajando la mirada hacia su copa.

—Entonces es un honor —respondió Mattia, con esa seriedad encantadora que lo caracterizaba—. Te merecés reír todos los días.

El timbre volvió a sonar, cortando el momento como un cuchillo. Juliana frunció el ceño. No esperaba a nadie más.

—¿Querés que vea quién es? —preguntó Mattia, ya poniéndose de pie.

—No, tranquilo. Debe ser Cami —dijo Juliana, caminando hacia la puerta.

Al abrir, la realidad fue un golpe brutal. Frente a ella estaba Paula, la amante de Martín, con una sonrisa venenosa y un vientre apenas abultado que acariciaba como si fuera un trofeo.

—Tenemos que hablar —dijo Paula, entrando sin ser invitada.

Juliana se interpuso, endureciendo el gesto.

—No tenés nada que decirme.

Paula arqueó una ceja y rió con desprecio.

—Al contrario. Vine a avisarte que saques esa denuncia. Martín no merece pasar por eso. Está confundido, pero me ama a mí. Además… —se llevó la mano al vientre— estoy embarazada. Vos ya sos una vieja que no sabe aceptar que la dejaron por alguien mejor.

Las palabras se clavaron como cuchillas. Juliana sintió un ardor en el pecho, una mezcla de rabia y humillación. El eco de los años desperdiciados con Martín se mezcló con la burla de esa mujer que lo exhibía como un trofeo.

Pero esta vez no se quedó callada.

De un movimiento seco, levantó la mano y le cruzó la cara con una cachetada que resonó en toda la entrada.

Paula abrió los ojos como platos, llevándose la mano a la mejilla enrojecida. Durante un segundo pareció tambalearse, pero rápidamente se recompuso, acercándose con el rostro desencajado por la furia.

—No sabés con quién te estás metiendo, Juliana —escupió, con veneno en cada palabra—. Esto recién empieza.

Detrás, Mattia apareció en el marco de la puerta, su mirada fija y dura como acero. Juliana, en cambio, se mantuvo erguida, con la respiración agitada pero sin retroceder. Ya no era la mujer quebrada que había suplicado explicaciones. Esta vez, no iba a dejarse intimidar.

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Maritza Suarez
👍
Lorena Itriago
Martín no estaba preso? no entiendo porque está en su departamento?
Lorena Itriago
tengo una duda Micaela y Camila son la misma persona?
Edith Villamizar
Hola inicio de ésta historia 🌹
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