La Experiencia Adquirida

Mientras seguía su camino hacía el albergue, lo más rápido que sus piernas le permitieron pues no tenía un auto ni efectivo para conseguir uno, Daniela pudó ver a lo lejos una pareja que reía y pasaba al parecer un buen momento tomando un café. Se detuvo un momento sin darse cuenta, una sombra de tristeza se marcó en su rostro; apenas en la mañana, Alex la había invitado a desayunar, sin embargo ahora, estaba con ella, con esa chica del callejón, no recordaba su nombre pero no tenía importancia. Daniela se marchó dispuesta a llegar dónde Gael, no tenía caso permanecer ahí. Si había algo que debía hacer era corresponder un poco la buena voluntad de Gael al ayudarla y olvidarse un poco de lo que hacía o dejaba de hacer Alex, para cuando volviera a intentar tener un relación con él, ella ya sería una mujer más experimentada y madura.   

…  

—Creo que estoy enamorado —dijo Liam con una sonrisa.  

—¡¿Cuántas veces he oído eso?! 

—No te burles, está vez es diferente. Está vez si estoy enamorado. 

Liam intento dar un sorbo a su café, pero estaba muy caliente, tan solo se limito a soplar.  

—¿A si? Y ¿como lo sabes? 

—Pues porque… porque me gusta mucho estar con ella, tenemos muchas cosas en común y… bueno no sé, solo sé que me siento diferente, nunca me había sentido así con nadie —Liam hizo una pausa que duró unos segundos como si estuviera recordando algo, perdido por un momento en la taza de café que aún estaba humeante, eso hizo pensar a Gael que quizás había cierta profundidad en su amigo que no se permitía mostrar al mundo, algún secreto escondido en su corazón, tal como pasaba con él —. Tal vez tienes razón, aún es muy pronto para ilusionarse —dijo cambiando el tono de su voz por uno más serio, un poco apagado. 

—Creo que todos merecemos algo de felicidad, no hay nada de malo en intentar conseguir esa felicidad de algún modo; anhelamos algo único y genuino aunque nos cueste admitirlo —respondió Gael dando un sorbo a su café. 

...

—Gael, se puede —pregunto Daniela, asomándose cuidadosamente tras la puerta. Al verla, Gael no pudo evitar sentirse contento, había pasado parte de la tarde pensando que quizás ella no iría o que ni siquiera querría verlo por lo que había pasado entre ellos. La sorpresa fue grata al verla entrar a su pequeño consultorio encogida y avergonzada, pero entrando con decisión; con la seguridad de que su relación lejos de romperse solo había cambiado. No era fácil para Gael explicarlo, pero se sentía profundamente feliz de saber que Daniela estaba ahí con él.  

—Claro Dani, pasa.

—Disculpa por llegar tan tarde, lo que pasó es que...

—No te preocupes, Dani —interrumpió Gael. —Lo importante es que viniste.

De alguna manera la calidez con la que Gael la recibió la hizo sentir especial y olvidarse de todo, aunque no le sorprendía, el siempre había tenido ese efecto desde que lo conocía.

...

—Ya es tarde Dani. Te llevo a casa. 

Daniela alzó la vista hacia un cansado Gael y luego volvió su mirada a la gatita que dormía tranquila desde un buen rato. Las horas se habían pasado muy rápido, ni siquiera se dio cuenta cuando había oscurecido, menos mal que había avisado a su madre que estaría con Gael en el albergue de mascotas.

Una hora después de su llegada, Daniela asistió en una cirugía de emergencia. Unos niños habían llevado a una gatita muy enferma que se habían encontrado en la calle; su estado era crítico pero había logrado estabilizarla, suficiente emoción para su primer día.

—¿Ella estará bien?

—Lo peor ya pasó, ahora solo hay que esperar a ver cómo responde por la mañana. 

—Pobrecita ¿cómo puede haber personas tan crueles para hacerle esto a un ser indefenso?

—Lamentablemente así es — Gael se acercó para tomar la mano de Daniela, que cepillaba con suavidad el pelo de la gatita —. Hay personas que no saben valorar el amor incondicional que estás criaturitas nos dan. 

Los ojos de Daniela se llenaron de lágrimas, entonces Gael puso una mano en su barbilla para levantar su cara, sabía que había algo más tras esas lágrimas, estaba seguro de que era, pero optó por no decir nada, solo la miro y la pego a su pecho, Daniela siempre había inspirado en él un sentido de protección, el no tenía hermanos pequeños y siempre pensó que ella sería como su hermana pero no del todo pues no tuvo reparos en tocarla como lo hizo.

—Llévame a tu casa Gael —dijo la chica desde su refugio en el pecho de él. 

—¿Estás segura, Dani? —pregunto Gael sin poder evitar que en su rostro se formará una sonrisa. Daniela solo asintió moviendo la cabeza.

Gael pensó que lo mejor sería negarse, decir que estaba cansado o que ya era algo tarde, pero algo en su interior se sentía inundado de una osadía que no podía ignorar, solo se limitó a seguir ese instinto.

—Bien, vamos.