Ella es Karina quien después de morir, se convierte en una concubina destinada al sufrimiento y también a la muerte.
Cómo no está dispuesta a morir en manos de quienes hicieron sufrir a la joven que le ocupa el cuerpo, ella logra hacerse fuerte y hace arder el palacio y de paso también a todos sus enemigos.
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Chisme
Nora a partir de entonces comenzó a buscar la oportunidad de darle la poción a la emperatriz y la consiguió esa misma tarde, cuando una de sus sirvientas se distrajo a la hora de preparar el té.
La doncella de manera diligente hizo lo que se le indicó y en ese descuido le vacío la poción a los alimentos de aquella mujer, quien ese día estaba en su habitación, aún no supera lo del difunto en su cama.
Para evitar que la vean, Nora en cuanto terminó de hacer su trabajo, se ocupa en atender las necesidades de su ama y amiga, quien estaba planeando un buen plan para ayudar al imperio, sin que el emperador y su gente lo sepan.
La emperatriz, estaba en su habitación esperando que llegara su sirvienta para disfrutar de su té, y después planeaba irse a dormir un rato.
Por lo que tras llegar la sirvienta, ella disfrutó de su té favorito, y comió sus postres en paz, sin saber que esos alimentos estaban preparados para su caída en la desgracia.
Ella cuando terminó todo, despide a su sirvienta y se va a su cama a dormir un rato.
Pero a medida que iba caminando hasta la cama, se comenzó a sentir mareada.
Ella atribuye el mareo al estrés del difunto y por eso termina de llegar a la cama y se duerme enseguida.
Mientras ella dormía, por algunos lugares del imperio se escuchaba un rumor malicioso.
Todos hablaban de cómo el emperador mató a un hombre en la habitación de la emperatriz, pues presuntamente, ellos eran amantes y eso llenó de celos al emperador.
La moral de la familia de la emperatriz estaba cuesta abajo y la familia del primer ministro estaba en boca de todos.
Davon hablaba de lo inmoral que era Maricela, al entrar en su habitación a un hombre.
Para cuándo llegó un nuevo día, el rumor se siguió propagando con más fuerza y cada vez más las personas sentían desagrado con solo mencionar el hombre de Maricela.
Una sirvienta de su familia, quien fue a hacer un encargo de la madre de Maricela, escuchó los chismes que se decían sobre ella y nada más termina lo que fue a hacer allí, llegó a la mansión del primer ministro y le informa al padre de Maricela lo que había escuchado en boca de todo el mercado.
La mujer estaba pálida y en cuando aquella sirvienta terminó de hablar, fue a hablar con su esposo sobre la situación.
El ministro estaba en su oficina trabajando.
—No se que está pasando en el palacio, Pero ahora somos la burla de la sociedad, tu hija Maricela es la culpable, solo por no cerrar las piernas — dice la mujer con desagrado y su esposo al no saber de qué habla, pide una explicación.
—Serás mejor que me explique lo que quieres decir, no voy a permitir que hables mal de mi hija, quien solo ha traído gloria a mi apellido — dice el hombre con mala cara y la mujer, quien tiene por nombre Marcela, explica todo con lujo de detalle.
—Tu hija es la burla del imperio, ahora es tachada de inmoral, dicen que metió a un amante en su alcoba y que el emperador lo mató al amante en el acto, si esto no es suficiente vergüenza, no sé qué será— dice Marcela con un semblante serio y su esposo se pone de pies.
—No creo que mi hija se preste para semejante cosa tan terrible, ella más que nadie sabe lo que significa dañar su apellido, algo más ha pasado — gritó aquel hombre y Marcela decide lanzarle los trapos sucios.
—Ha de salir igual que tú, quien tiene hijos ilegítimos por ahí, después de todo, ella es tu hija— grita Marcela y el ministro le da una bofetada, pero Marcela enojada se la devuelve otra vez.
Eso no hizo más que enojar al ministro, quien tomó a Marcela por el cabello y le arrastró hasta la habitación que ambos comparten cada mes, y allí le dio una paliza que casi la mata.
Eso es costumbre en aquel hombre, él cuando se enoja con Marcela, le da una paliza.
Por esa razón ella nunca más ha quedado embarazada, ya que el ministro en unas de esas palizas le hizo perder un embarazo, y su útero se vio comprometido y de paso el bebé.
Pero aquel hombre en vez de reflexionar por sus malos hechos, busco amantes fuera del matrimonio y tiene varios hijos fuera del matrimonio, hijos a los que ha ocultado muy bien.
Marcela ha pedido el divorcio, pero aquel hombre se niega a dárselo, puesto que, si se divorcia, tiene que ceder la mitad de sus bienes a Marcela.
La fortuna que hoy lo acompaña, es inmensa, y no planea dividirla con nadie, prefiere mejor ser viudo a darle el divorcio a Marcela.
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Nota
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