El Alma de un Líder

Esa noche se movieron rápidamente hacia el muelle. El Primer Ministro los estaba esperando allí.

Originalmente, el Primer Ministro no quería ir, pero sintió que sería un cobarde si simplemente se quedaba quieto.

El Primer Ministro también había preparado un coche para ellos de antemano. Para facilitar el movimiento de todos.

"Tío..."

"La gente del reino ya se ha ido por delante. Vamos antes de que perdamos su rastro", interrumpió el Primer Ministro.

"Tranquilo, tío", dijo Carlos.

Entraron en el yate, todo el equipo ya lo habían preparado de antemano.

Dentro de cada mochila ya había herramientas y armas. Pero sus armas no eran letales, solo podían paralizar.

"Oh, hijo, tienes razón. Ya no confío en nadie en el palacio. Pero solo confío en vosotros", dijo el Primer Ministro.

Todos se fueron excepto el abuelo Bahram. Carlos se lo prohibió debido a su edad, aunque todavía se veía gallardo, pero no iban de paseo, sino a rescatar a gente.

Carlos sacó su portátil y encendió el detector. Había puntos rojos que se movían cada vez más lejos.

"No vamos a perder el rastro, tío. Mira esa marca roja, indica a la persona que está usando ese dispositivo", dijo Carlos.

El Primer Ministro asintió, admirando cada vez más al joven que tenía delante. De repente, sonrió.

"Si él fuera mi yerno, estaría muy orgulloso de presentárselo al mundo", pensó el Primer Ministro.

Pero el Primer Ministro se dio cuenta de que los sentimientos de una persona no se pueden forzar. Y el Primer Ministro descartó ese pensamiento.

Siguieron mirando la pantalla del portátil. Se veía que la marca roja seguía moviéndose y al poco tiempo se detuvo.

Luego, la marca roja se movió de nuevo, pero esta vez lentamente. Carlos sabía que esa persona había llegado a tierra firme y estaba caminando.

"Preparaos, llegaremos en breve", pidió Carlos.

"Sí, Majestad", respondieron todos al unísono. Carlos se rió entre dientes, no sabía por qué, pero le pareció muy divertido.

Llegaron al muelle. Carlos guio a Sofía tomándola de la mano y le pidió que no se alejara de él.

Originalmente, Carlos le prohibió a Sofía que fuera, pero Sofía insistió en ir. Al menos podría ayudar con las pocas habilidades que tenía.

"Toma esto, úsalo solo en caso de desesperación", dijo Carlos entregándole su arma hecha en casa.

Carlos también le dio una al Primer Ministro y le dijo lo mismo. El Primer Ministro asintió y guardó el objeto en su bolsillo.

Caminaron siguiendo la marca roja. Y la marca roja se había detenido en un lugar que Carlos creía que era donde los tenían retenidos.

"Tío, usa esto", pidió Carlos. El Primer Ministro observó unas gafas, parecían normales, pero cuando se usaban podían ver en la oscuridad.

"¡Vaya, qué genial!", exclamó el Primer Ministro sin darse cuenta.

"¡Ssh...!", Todos se llevaron el dedo índice a los labios.

El Primer Ministro se tapó inmediatamente la boca con la palma de la mano y se disculpó.

"Tú también úsalas", le pidió Carlos a Sofía.

Caminaron acercándose cada vez más a ese punto rojo. Y pudieron ver un gran edificio.

"¡Alto! Vamos a elaborar una estrategia", dijo Carlos.

"Carla, escolta al Primer Ministro. Sofía y yo, y el resto ya sabéis qué hacer, ¿verdad?", añadió Carlos.

"Entendido", respondió Virendra.

Virendra estaba con Axelle, mientras que Keenan estaba con Diyan. Se dispersaron para rodear el lugar. Puede que fueran pocos, pero su fuerza no era cuestionable.

Además, la estrategia que utilizaron fue suficiente para derribar al enemigo con las armas que tenían.

Se pusieron auriculares en los oídos. Incluidos Sofía y el Primer Ministro. Carla también les enseñó a usarlos.

"Si queréis hablar, solo tenéis que pulsar este botón", dijo Carla. El Primer Ministro lo entendió enseguida.

Se estaban acercando cada vez más al lugar, pero vieron muchos guardias fuera del edificio.

"Este lugar está fuertemente custodiado, así que debe ser aquí", dijo Carlos a través de los auriculares.

"Sí, lo sabemos", dijo Carla.

"No seáis imprudentes, moveos lentamente y no dejéis que se den cuenta de nuestra presencia", dijo Carlos de nuevo.

"Sí, bien", dijo Diyan.

Carlos y Sofía se colaron. Sofía, que estaba acostumbrada a cazar, podía caminar sin hacer ruidos fuertes. Lo mismo ocurría con los demás. Todos estaban entrenados para caminar sin hacer ruido.

"Akh". De repente, uno de los guardias cayó al suelo. Su compañero se sorprendió y miró hacia delante. Pero no vio a nadie.

Examinó a su compañero y descubrió que estaba inconsciente. Entonces, el guardia gritó.

"¡Hay intrusos, hay intrusos...!", Al instante, el lugar se convirtió en un caos. Los que estaban dentro salieron corriendo.

Carlos dio la orden de actuar inmediatamente. Avanzaron rápidamente y lucharon contra los guardias.

"No los matéis, solo paralizadlos", dijo Carlos.

Tampoco tenían intención de matar. Sus armas tampoco eran armas asesinas.

Sofía y Carlos fueron rodeados con armas de fuego apuntándoles. Carlos y Sofía levantaron ambas manos.

Dos hombres se acercaron para arrestarlos a ambos. Pero Carlos asintió como una señal para que lucharan.

Cuando estuvieron cerca, Sofía y Carlos actuaron rápidamente agarrando las manos de los guardias y retorciéndolas.

Al ver esto, los otros guardias dispararon inmediatamente a Sofía y Carlos. Pero ambos se movieron rápidamente girando el cuerpo del guardia. Así que fue el guardia quien recibió la bala.

"Le han disparado", dijo Sofía.

"Déjalo, no es nuestra culpa", dijo Carlos.

Sofía y Carlos empujaron el cuerpo del guardia al que le habían disparado. Haciendo que golpeara a su compañero que sostenía el arma.

Sofía rápidamente tomó el arma. Luego sonrió y guardó el arma de fuego.

Carlos también había logrado derribar a su oponente y dejarlo inconsciente. Cuatro hombres yacían en el suelo sin más.

"¡Cuidado!", Carlos tiró de la mano de Sofía hasta que el cuerpo de Sofía giró. Carlos la abrazó inmediatamente.

¡Bang...! Una bala pasó volando, afortunadamente Sofía ya había sido sacada por Carlos. Si no, Sofía podría haber sido alcanzada.

Carlos disparó a esa persona con su arma paralizante. Inmediatamente esa persona se derrumbó y quedó inconsciente.

"¡Uf...! Afortunadamente, gracias", dijo Sofía por haber sido rescatada por Carlos.

Carlos asintió y le acarició el pelo a Sofía. Sofía se conmovió por el trato de Carlos.

"Espero que esto no sea un sueño", pensó Sofía.

Mientras tanto, los demás ya estaban luchando con las manos vacías. Resultó que no era tan sencillo, pensaron que este lugar no era demasiado estricto porque estaba en un lugar remoto.

Pero su suposición era errónea, resultó que había docenas de personas custodiando este lugar.

Carla y el Primer Ministro lograron entrar. Carlos y Sofía también habían entrado. Resultó que todavía había gente dentro. Pero no tantos como los de fuera.

"Jajaja, Primer Ministro. No esperaba que supieras este lugar", dijo Bram, un guardia en el que el Primer Ministro confiaba mucho.

"Bram, no esperaba que fueras tú quien planeara todo para ayudar al rey", dijo el Primer Ministro.

"Sí, ¿lo sabes? Mira, tu familia está ahí dentro. Y la llave..." Bram mostró la llave en su mano y la agitó.

El Primer Ministro avanzó para arrebatarle la llave. Pero Bram inmediatamente arrojó la llave en cualquier dirección.

Afortunadamente, Carlos saltó rápidamente y atrapó la llave antes de que cayera en un lugar difícil de alcanzar.