Dos mundos, dos almas, un destino entrelazado a través de los siglos. En esta historia de fantasía atemporal, un eco del pasado resuena en el presente, uniendo realidades paralelas. Nuestros personajes principales se encontrarán atrapados en un círculo lleno de romance prohibido, misterio, rivalidades familiares y secretos milenarios que convergen en una trama donde sus vidas se conectan de forma inesperada e inquebrantable. Encuentros emotivos, contrastes entre inocencia y sorpresa, darán intesidad, capturando la magía de cada momento. Mientras una profecía ancestral juega alterando el curso de la historia, viejos lazos, nuevos misterios, deberán navegar entre el amor y la sed de venganza que amenaza con consumirlos para decidir si su conexión perdurará por siempre o se desvanecerá en el tiempo
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Capítulo 14… Adaptación a lo moderno
Caminaron hasta llegar a un lugar seco. Por suerte estaban en verano, asi que la humedad de sus ropas y el frio era tolerable, sin embargo nada cómodo. De pronto, un sonido estridente los asustó. Un auto pasó a toda velocidad, tocando la bocina. Ambos se quedaron paralizados, sin entender de dónde venía ese ruido.
La ciudad de Haven se alzaba ante ellos, una maraña de rascacielos, autos ruidosos y gente corriendo de un lado a otro. El medallón de Theodor se apagó de repente, como si la energía del lugar lo hubiera neutralizado. Ambos hombres se miraron, desorientados. La visión de la princesa que habían estado siguiendo había desaparecido. Estaban perdidos.
La primera noche fue un desastre. La ropa que llevaban, de otra época, no los protegía del frío. El hambre los obligó a buscar comida, y terminaron tratando de cazar a una paloma en un parque, lo que causó risas y miradas de extrañeza por parte de los locales. Su intento de pagar con monedas de oro en una tienda de comestibles terminó con el dueño llamando a la policía. Lograron huir a tiempo, pero se dieron cuenta de que no podían sobrevivir en este mundo sin la ayuda de alguien.
Decidieron buscar refugio en un callejón, lejos de las luces y el ruido de la ciudad. Mientras intentaban dormir, el rubio con su orgullo herido, gruñó:
— No puedo creer que el medallón nos haya traído a este infierno. Estamos perdidos, Theodor. Alexander murió en vano. - Dice frustrado el rubio compañero de Theodor.
Theodor, por su parte, se mantuvo optimista, a pesar de todo.
— No, Alteza. El medallón nos trajo aquí por una razón. Debemos encontrarla. Alexander me pidió salvarla.
Este resopló, frustrado.
— ¿Y cómo lo vamos a hacer? No tenemos nada, ni siquiera sabemos qué son estas carrozas que huelen a muerte. - Se refirió a los "autos" que veía pasar y a los contenedores de basura en el callejón.
La respuesta de Theodor, un poco más audaz, fue:
— No lo sé. Pero encontraremos la manera. Tenemos que hacerlo.
La siguiente noche fue igual o peor que miserable. El hambre se hizo insoportable. El príncipe acostumbrado a banquetes y sirvientes, refunfuñaba a cada instante, a pesar de la guerra tenía todo.
— ¡Esto es indignante! ¿Cómo se supone que un hombre de mi alcurnia va a mendigar por un pedazo de pan? .-
Theodor intentaba mantener la calma.
— Majestad, debemos ser discretos. Este no es nuestro mundo.
— ¡Mírame, Theodor! Parezco un pordiosero. La gente nos mira como si fuéramos animales extraños. ¡Yo soy el príncipe de Sargón! — apretaba los puños, su orgullo herido por el trato que estaban recibiendo.
Su intento de conseguir comida rebuscando en unos contenedores detrás de un local de comida rápida terminó con un empleado amenazándolos. Andrew quería enfrentarlo, pero Theodor lo arrastró lejos, consciente de que cualquier altercado solo empeoraría su situación.
Encontraron refugio bajo un puente. Andrew, temblando de rabia, murmuró:
— Si encuentro a esa princesa... ¡juro que lamentará habernos traído a este lugar!
Theodor suspiró, sabiendo que la misión de encontrar a la princesa se había complicado aún más con la actitud del príncipe Andrew.
—Y Tu Theodor, todo por tu culpa, por ese medallón tuyo, esa "visión o profecía" de una princesa, que es una bruja. ¿Realmente existe? - Reclama Andrew enojado y hambriento.
La acusación de Andrew hirió profundamente a Theodor. Él había visto la muerte de Alexander, el sacrificio, la oscuridad. Había sido testigo de cómo la princesa desaparecía en la bruma. Andrew, sin embargo, no lo había presenciado. Había llegado mucho después y era tarde.
— Lo sé, Alteza. Lo vi con mis propios ojos. Ella estaba en peligro y el Principe Alexander hizo todo para salvarla —respondió Theodor, con la voz quebrada.
— ¡No me mientas! —rugió Andrew—. En cuanto mi hermano murió, la princesa había desaparecido. Y ahora nuestro reino está sumergido en una guerra, una bruma oscura nos rodea. ¡Todo por culpa de ella! ¡Esa bruja nos ha traicionado!
Theodor sabía que Andrew estaba cegado por el dolor, pero sus palabras le dolían. Su lealtad hacia Alexander y la promesa que le hizo eran lo único que lo mantenía en pie.
— No, Alteza. Ella no es una bruja... —intentó explicar Theodor.
— Apenas era una niña cuando desapareció. Solo se que hay una profecía —
— ¡Al diablo la profecía! ¡Yo vi lo que vi! —dijo Andrew, apartándose de él—.
_ Tú y tu medallón son los culpables de que estemos en este infierno. Cuando encuentre a esa bruja, la haré pagar por la muerte de mi hermano. _
Theodor suspiró, sabiendo que la misión de encontrar a la princesa se había complicado aún más. No solo debía sobrevivir en un mundo desconocido, sino que también debía proteger a la princesa de un hombre que, aunque parecía un príncipe, tenía el corazón lleno de odio.