La historia de una mujer que amó hasta el último día de su vida. Ella se quedó esperando a un amor que le juró que volvería, pero solo Dios sabe si cumpliría su promesa.
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¿Dónde estará Marcelo?
Dos días después de la visita al ginecólogo...
¿Y qué pasó con Marcelo? ¿Por qué no ha venido o por qué no te he visto con él?, preguntó Carolina en la mañana antes de que Jimena se fuera a su trabajo.
No lo sé, mamá, seguro que tuvo algo que hacer, pero al rato me comunico con él y te explico todo el chisme, ¿quieres?
A mí no me hables así, Carolina le puso una cachetada que se escuchó hasta China.
Acto seguido se fue a encerrar a su cuarto mientras que Jimena salía directo a su trabajo.
Sentía arder su mejilla y se estacionó un poco más adelante.
Bajó del coche y se sentó en una banca, no pudo aguantar más y se puso a llorar.
Un muchacho guapo pasó por ahí y se acercó a ella.
Hola, ¿que te sucede, te puedo ayudar en algo?
Jimena lo vio, pero no quiso contestar, no lo conocía.
Perdón, me llamo Héctor. Solo pasaba por aquí y te vi. Ven, vamos a que tomes un café. Y no acepto un no por respuesta.
Jimena sonrió...
Está bien, soy Jimena.
Ya dentro de la cafetería. ¿Por qué lloras?, le preguntó.
Mi mamá me dio una cachetada.
Y eso, ¿por que?, dijo Héctor disimulando su curiosidad.
Al ver que ella titubeaba, le dijo:
Puedes confiar en mí, soy una tumba.
Estoy embarazada. Mi novio no me ha llamado. Estoy preocupada. Mi madre está molesta por lo mismo.
Dios, se debe de ser un idiota para abandonar a una chica embarazada y tan bella como tú, las palabras de Héctor sonaron muy sinceras.
Bueno, mi novio no me ha abandonado, simplemente que no me ha llamado.
Que viene siendo casi lo mismo, dijo él.
Y, ¿por qué no lo llamas tú?, así sales de dudas, le dijo Héctor, en sus ojos se veía la gran admiración que sentía por ella. "Esta chica está muy hermosa", pensó Héctor.
De hecho, sí pensaba llamarlo, pero al rato que llegue a mi trabajo porque tengo muchas cosas pendientes.
Está bien. ¿Puedo llevarte a tu trabajo?
No es necesario tengo mi coche.
En tu estado no es conveniente que manejes, mejor yo te llevo y al rato mando recoger tu coche, ¿cómo ves?
Jimena dudó, pero después accedió; creo que tienes razón, está bien, llévame.
Héctor la llevó a su coche y la ayudó a subir.
Luego se encaminó hacia el trabajo de Jimena.
Pascual y los otros trabajadores la vieron bajar del auto de Héctor.
Este es mi número, cualquier cosa me puedes llamar a la hora que sea, le dijo Héctor dándole una tarjeta. Fue un placer conocerte.
La sonrisa de Jimena fue muy sincera. Gracias, Héctor, me salvaste de tener que manejar.
De nada, aquí estoy para lo que necesites. Héctor le dio un beso en la mano y se subió a su coche.
Cuando entró Pascual le salió al encuentro.
Ay chulis, ¿quién era ese tipo tan encantador?
Lo conocí hoy en circunstancias no muy buenas, pero no quiero hablar de eso.
¿Ya tienes escogidos los modelos que vamos a pedir?
Ay nena, me ofendes. Por supuesto que sí. Los puse en tu escritorio para que los cheques.
Gracias, eres muy eficiente.
Media hora después de que llegara a su trabajo Jimena decidió hablarle por fin a Marcelo.
El teléfono sonaba y sonaba, pero del otro lado de la línea nadie contestaba.
Jimena decidió dejarlo por fin y hablar más tarde esperando que él le contestara.
"¿Dónde se habrá metido Marcelo?", pensó.
Por varias horas estuvo muy ocupada checando los modelos que le había dejado Pascual.
"Qué hermosos están estos vestidos, hasta yo usaría uno para una fiesta", se dijo.
Por el momento estaba tan distraída con los vestidos que se olvidó por un rato de Marcelo.
Hasta que, de pronto sintió náuseas y corrió al baño, fue cuando se acordó de que tenía que hablar con su novio.
Pascual la vio correr al baño y después la vio de regreso.
Jimena le pidió un café a Pascual porque se sentía muy mal.
Rato después, ¿qué te pasa, chulis?, y no me vayas a decir que nada porque te veo muy demacrada. Pareces chiva loca corriendo de aquí para allá.
No me pasa nada, no te preocupes.
Jimena, sabes que puedes confiar en mí, es mejor que saques todo eso que traes.
Después platicaré contigo, por ahora tengo mucho trabajo.
Pascual suspiró, está bien, no sé qué hacer contigo.
La verdad era que Jimena no se sentía bien porque no sabía nada de su novio.
Intentó de nuevo, pero la llamada iba a parar al buzón.
Decidió que podría llamarlo antes de salir de su trabajo.
Mientras tanto, siguió checando los vestidos uno a uno.
Al menos eso le permitía estar relajada.
Y si a eso le agregas que los vestidos eran muy hermosos más calma le traía.
Muy en el fondo sentía la punzada de no saber nada de su novio.
"¿Se habrá ido de viaje?, pero, ¿sin avisarme?", se dijo Jimena. "Esto sí que es muy raro estoy preocupada por él".
Siguió con lo suyo. Después se puso a firmar los papeles importantes. Al filo de las 5:30 decidió volver a llamar a Marcelo.
"A ver si esta vez sí me contesta", se dijo Jimena.
Lo volvió a intentar, pero el teléfono la mandaba a buzón.
Lo intentó cinco veces más con los mismos resultados.
"Una última vez", se dijo.
Por última vez volvió a marcar pero igual no tuvo respuesta.
En otra parte, un poco retirado...
¿Qué pasó, mi amor?, ¿no le piensas contestar el teléfono a tu novia?